Los sondeos de Clinton y las paradojas de la democracia
DOI:
https://doi.org/10.5944/empiria.4.2001.879Palabras clave:
democracia, sondeos, Clinton, tercera víaResumen
La democracia está plagada de paradojas: si los líderes se apartan de los deseos populares, son acusados de despotismo; si, por el contrario, se pliegan a ellos lo serán de complacencia y demagogia. Los analistas discuten sobre la capacidad del voto como instrumento de control, al tiempo que los políticos se afanan en eludirlo. Los políticos se sirven para ello de los sondeos, pero los sondeos reciben muy poca atención desde este punto de vista. El primer mandato de Clinton en la Casa Blanca (1992-1996) ilustra bien esta serie de paradojas. La experiencia pionera de la tercera vía nos permite no solo reflexionar sobre ellas, sino también ilustrar los posibles escenarios. Frente a la polarización ideológica que caracterizó la política americana desde la segunda mitad de los sesentas hasta su primer mandato, Clinton pareció encontrar finalmente el camino de la complacencia que le llevó a la reelección de 1986. Cabe discutir si Clinton abrió con ello una nueva era de receptividad democrática, pero hay pocas dudas sobre su extraordinaria influencia en el uso de los sondeos.
Democracy is full of paradoxes: if leaders deviate from popular desires, are accused of despotism, if, on the contrary, they are folded to be complacent and demagoguery. Analysts argue about the ability of the vote as an instrument of control, while politicians strive to evade it. Politicians use for it in the polls, but polls receive little attention from this point of view. Clinton's first term in the White House (1992-1996) illustrates this set of paradoxes. The pioneering experience of the third way allows us to not only reflect on them, but also illustrate the possible scenarios. Facing the ideological polarization that characterized American politics since the mid-sixties until his first term, Clinton finally seemed to find the path of complacency that led to the election of 1986. Clinton is debatable if it opened a new era of democratic responsiveness, but there is little doubt about his extraordinary influence on the use of probes.