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Reseña de Perea Yébenes, Sabino: El ejército romano en Egipto
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Perea Yébenes, Sabino: El ejército romano en Egipto, Madrid, Editorial Dilema, 2020, 344 pp. + 34 láminas, ISBN: 978-84-9827-479-0.
El volumen que se presenta a continuación, El ejército romano en Egipto, cuyo autor, Sabino Perea Yébenes, es Profesor Titular de Historia Antigua en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, reúne una serie de trabajos ya aparecidos, pero revisados y remozados –doce concretamente–, cuya temática vehicular es el estudio de las tropas romanas destinadas en el país del Nilo desde la conquista augustea a finales del siglo I a.C. hasta el siglo V d.C., con la división de la provincia en tres circunscripciones menores. Hay que señalar, así, que la intención de este libro, y que el propio autor subraya, es mostrar las originalidades idiosincráticas de las tropas romanas de Egipto, que dotaron a estas de una personalidad propia dentro del ejército romano. Este volumen pone de manifiesto la adaptabilidad de que hacía gala la institución militar romana en todos los ámbitos.
Así pues, en el primer capítulo ofrece el profesor Perea una síntesis de las principales cuestiones a tener en cuenta del ejército romano en Egipto. Primero un esbozo histórico de la conquista por Octavio en el año 30 a.C., y tras esto, una inmersión en cuestiones fundamentales para el tema: el número de hombres destinados y su distribución en cuerpos (legionarios y auxiliares) y bases; las oscilaciones del número de hombres y cuerpos; la documentación mediante la que conocer el servicio llevado a cabo por las tropas; y cuestiones de índole funcional, como el reclutamiento (y los orígenes de los soldados) o las condiciones del servicio a prestar. Especial importancia tiene el apartado dedicado al praefectus Aegypti, primera peculiaridad de la estructura militar romana en Egipto, al que siguen sus funciones y su officium militar, además de los mandos, donde destaca otro cargo idiosincrático del ejército en Egipto: el praefectus castrorum. Tras algunas pinceladas en torno a los balnea y al suministro, el autor concluye el capítulo con las creencias de los soldados, no sin antes adentrarse en las funciones que llevaban a cabo las tropas romanas en Egipto y la importante realidad de los veteranos.
En el segundo capítulo, mucho más concreto, el profesor Perea presenta un seguimiento de todos los cuerpos militares (ya legionarios, como la legio III Cyrenaica, ya auxiliares, como el ala Vocontiorum o la cohors II Lusitanorum, sin olvidar la classis Augusta Alexandriana) que estuvieron estacionados en Egipto, desde época augustea hasta el registro de tropas recogido en la tardía Notitia Dignitatum. Además, el profesor Perea presenta tablas y mapas que indican la situación geográfica o los años de estancia (que en muchos casos solo pueden aventurarse) de los cuerpos militares romanos en Egipto, junto a no poca información de los campamentos, ya praesidia, ya stationes.
El capítulo tercero ofrece una breve pero singular noticia referida a la percepción de las tropas romanas por la población local en Egipto. Se trata de una terracota, conservada en una colección privada norteamericana, que representa a un jinete romano, un auxiliar según indica el profesor Perea, cuya procedencia podría ser la ciudad de Coptos (o sus aledaños), un importante acantonamiento de las tropas romanas, y especialmente de caballería auxiliar, debido a la importancia estratégica del enclave.
En el capítulo cuarto, el profesor Perea reconstruye hábilmente «la vida cotidiana del soldado o del veterano en una aldea cualquiera (aunque con nombres) del Egipto romano» (p. 122). Para ello se centra en los documentos papiráceos hallados en la zona arqueológica de Fayum, donde se encontraba la importante aldea de Karanis, poblada por un importante número de veteranos y soldados en activo, centrándose en la época del emperador Trajano para poder abordar la tarea. Así, cartas como las del soldado Apolinario, o las de Claudio Terenciano, entre otros, arrojan una visión sumamente vívida de la vida soldados de origen egipcio en el ejército romano. Apolinario (P. Mich. VIII, 465 y 466) contaba a su madre, primero, y a su padre, después, cuestiones cotidianas de su servicio militar en Bostra (provincia de Arabia), mientras que Terenciano (P.Mich.VIII, 467) informaba a su padre, Tiberiano, que había sido aceptado en flota militar (classis), formando parte, posiblemente, de un destacamento (vexillatio) que reforzara a la flota de Miseno (p. 132), y le pedía que le mandara el equipamiento necesario. Estos, junto a otros tantos testimonios, albergan un valor incalculable para conocer la vida cotidiana del soldado romano de Egipto. El capítulo quinto aborda la cuestión de las revueltas judías en Egipto, con especial atención en Alejandría, entre los años 115-117 d.C., donde se enfrentaron judíos y griegos. Podría decirse, así, que en este capítulo el profesor Perea muestra la práctica de una de las funciones del ejército romano en Egipto: mantener la paz, ya que, debido a la escalada de violencia y caos, «las autoridades romanas se vieron obligadas a actuar manumilitari, con contundencia» (p. 163). Y es a través de una serie de documentos papiráceos, los números 435 a 449 del Corpus Papyrorum Iudaicarum, donde se atestigua la virulencia de la revuelta, las acciones emprendidas por las autoridades romanas y las consecuencias del conflicto.
El capítulo sexto lo dedica el autor a la dieta del soldado destinado en Egipto, apoyándose, como no podía ser de otra manera para el caso egipcio, en su excelente conjunto de documentación papirácea y de ostraca. Cabe destacar, así, una carta en papiro (SB6967) donde un soldado afirmaba haber recibido su ración de «lentejas, sal y vinagre» (p. 181), o un ostracon egipcio (O. Petr. 245) donde se habla del «comercio de trigo entre las guarniciones romanas de Egipto» (p. 185). Tras esto se presta especial atención a los ostraca del Wâdi Fawâkhir (pp. 186-196).
En el capítulo séptimo, el profesor Perea aporta una útil traducción española de dos inscripciones griegas de Nubia (SEG 30, 1781; AE1987, 840 y SBI, 3919) en las que aparece el prefecto de la cohors I Lusitanorum Equitata, Lucio Luceyo Cerial, como magistrado que hace cumplir la sentencia de las autoridades pertinentes en torno a un litigio de tierras. Además de la traducción se aporta una interesante explicación del contexto, quedando patente la realidad de actuación civil de las autoridades militares romanas en Egipto.
El capítulo octavo contiene la recensión del volumen Die Legionäre des Kaisers. Soldatenleben im römischen Ägypten (Viena, 2012), coordinado por Bernhard Palme, parejo a la exposición del mismo nombre organizada en 2011 por el Museo del Papiro de la Biblioteca Nacional de Austria. La obra se centra en la vida cotidiana del soldado romano en Egipto a través de 61 papiros, con mayoría en lengua griega y algunos latinos de entre los siglos I a.C. y VII d.C., incluyéndose aportaciones científicas de especialistas en papiros y ejército romano. Una publicación, en suma, esencial sobre el ejército romano en Egipto.
El capítulo noveno es el único que no se articula en torno a las tropas romanas de Egipto, siendo éste un aspecto secundario, ya que está centrado en la importancia del caballo militar. Pese a ello, Egipto deja marcadamente su impronta debido a la riqueza documental que aporta. En este caso tres documentos, uno papiráceo y dos inscripciones, que atestiguan la importancia del caballo para los militares romanos. El documento en papiro se trata de un contrato de compra donde el interesado (un auxiliar del ala Apriana) adquiere un magnífico caballo capadocio (P. Mich. IX, 551), mientras que las dos inscripciones se tratan de proskynemata procedentes de Nubia, y dedicadas al dios Mandoulis, donde los oferentes incluyen en el voto a sus respectivos caballos (IGRR I, 1334; SB I, 1018 y IGRR I, 1351; SBV, 8524).
El capítulo décimo lo dedica el profesor Perea a la interesante cuestión de la representación, con figuritas de bronce, de dioses egipcios con coraza romana, centrándose por economía del espacio en la representación acorazada del dios psicopompo Anubis. Toma cuatro ejemplos para comparar (sitos en Roma, Leiden, Copenhague y Atenas), y aborda algunas de las principales teorías, como las de Paribeni («Divinità straniere in abito militare romano», 1910, pp. 177-183) y Kantorowicz («Gods in uniform», 1961, pp. 368-393), sobre el significado de este tipo de representaciones, ofreciendo dos interesantes teorías sobre: el posible modelo escultórico a imitar, y el significado de estas representaciones.
En el capítulo undécimo aborda el autor la presencia del ejército y los soldados romanos en cartas de mujeres (concretamente en nueve textos), dirigidas tanto a hijos como a maridos y hermanos enrolados en el ejército. Pretende con esto el profesor Perea ofrecer una visión distinta, pero al mismo tiempo complementaria, a los archivos y documentos oficiales, dando una visión más «humana» de la realidad militar en el Egipto romano entre los siglos I-IV d.C. Además, se pone de relieve cómo los soldados romanos procedentes de Egipto mantenían un contacto fluido con sus familias, la importancia de la cultura escrituraria en Egipto o el papel de la mujer en el país del Nilo durante el periodo romano.
En el capítulo duodécimo, y último, mediante la revisión de la publicación de Le camp romain du Bas-Empire à Tell El-Herr, de Dominique Valbelle y Jean-Yves Carrez-Maratray (2000), aporta el profesor Perea unos interesantes apuntes sobre las cuestiones relacionadas con este campamento romano bajoimperial de Tell El-Herr, situado en la parte oriental del Delta del Nilo, en la frontera con la península del Sinaí. Algunas de estas notas refieren su origen, enmarcado en la reorganización dioclecianea de fortificaciones fronterizas; su morfología debida a las necesidades estratégicas del momento (campamento pequeño, pero muy fortificado); su ubicación, en una ruta clave de contacto con Siria-Palestina; además de los hallazgos de interesantes relieves, donde aparecen jinetes romanos de estilo singular, monedas que indican una amplia secuencia de ocupación y numerosos ostraca. En definitiva, toda una mina de información, de incalculable valor, sobre las tropas romanas en Egipto durante el bajo imperio.
Para concluir, no cabe sino señalar los cuatro apéndices –de los praefecti Aegypti desde el año 30 a.C. hasta el 299 d.C., el calendario egipcio, un vocabulario básico y una cronología del Egipto romano–, el cuadernillo de láminas a color insertas en el volumen junto a las tablas y figuras que salpican las páginas, además de una completísima bibliografía, que no hace sino poner de manifiesto la idoneidad del profesor Sabino Perea para tratar el ámbito del ejército romano en Egipto, haciendo de esta una obra de referencia sobre el tema en lengua española.
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Author
Antonio Miguel Jiménez Serrano