Reseña de: Sánchez Sánchez, Xosé M., Iglesia, mentalidad y vida cotidiana en la Compostela medievall. Santiago de Compostela, Consorcio de Santiago – Universidade de Santiago de Compostela, 2019, 322 pp. isbn: 978-84-16753-43-7 (Consorcio de Santiago) y 978-84-17595-38-8 (usc).
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El libro que a continuación se comenta tiene como finalidad, haciendo uso de las propias palabras del autor, «zambullir a sus lectores en la Edad Media desde lo cotidiano, en el comportamiento y vida humana más rutinarios, y desde lo mental» (p. 11). El objetivo principal de esta monografía es, por tanto, profundizar en el conocimiento de la vida del día a día de la ciudad de Santiago de Compostela en los tiempos medievales, focalizando la atención en la influencia que la Iglesia compostelana tuvo sobre los comportamientos sociales, la producción cultural y la vida cotidiana de los vecinos y las percepciones que estos tenían de la realidad que vivían.
Su autor, Xosé M. Sánchez Sánchez, es licenciado en Historia y doctor en Historia Medieval por la Universidad de Santiago de Compostela, con una tesis tituladaLa iglesia de Santiago de Compostela y el pontificado en la Edad Media (1140-1414). Bulario medieval de la catedral de Santiago (Universidad de Santiago de Compostela, 2006), que mereció el «Premio a la Investigación de la Diputación Provincial de Pontevedra», en la categoría de tesis doctorales en Humanidades y Ciencias Sociales. Compagina su actividad profesional como técnico medievalista en el Archivo-Biblioteca de la Catedral de Santiago con una plaza de profesor contratado interino de Historia Medieval en la Universidad de Vigo y con una plaza de profesor-tutor de Historia Medieval en el Centro Asociado a la UNED de Pontevedra. Sus investigaciones se han orientado, principalmente, hacia la historia social de la Edad Media, en un amplio abanico temático que iría desde la historia social de la Iglesia y el poder político hasta las percepciones y la mentalidad colectiva en los tiempos medievales.
No cabe ninguna duda de que, desde hace algunos decenios, los estudios acerca de la vida cotidiana ocupan un lugar cada vez más importante en la producción historiográfica en general, y en la medievalista en particular, en estrecha conexión con el progresivo desarrollo de algunas especialidades como la historia de las mentalidades o la historia de la cultura material. No obstante, el autor comienza su estudio poniendo de manifiesto la enorme dificultad que para el investigador que trata de profundizar en el conocimiento de la vida cotidiana y de la mentalidad del hombre medieval entraña la parquedad de las fuentes a la hora de ofrecernos noticias fidedignas acerca de lo cotidiano, así como sobre sentimientos, percepciones o creencias. Una penuria de datos que es especialmente significativa en lo que respecta a la amplia masa de población iletrada, que no sabía leer ni escribir y que, por tanto, no es fácil que nos deje testimonios directos de su forma de actuar, y aún menos de sus preocupaciones y sentimientos más íntimos. Por ello, el investigador se ve obligado a indagar en palabras y referencias indirectas, interpretando muchas veces más lo que se intuye que lo que se expresa. En cualquier caso, insiste el autor en señalar la importancia que tiene el estudio de lo mental y lo cotidiano porque, con frecuencia, nos permite interpretar con mayor fundamento algunos de los comportamientos que perduran aún en nuestro mundo actual.
El libro se estructura en siete capítulos, de desigual extensión entre sí, en los que se abordan distintas temáticas directamente relacionadas con lo que constituye el objeto de la obra en su conjunto. En primer lugar se presta atención a los espacios eclesiásticos y a las formas litúrgicas en lo que hace referencia a su relación con la vida de los ciudadanos (capítulo 1) y se analizan las manifestaciones sensoriales del entorno y espacio urbano (luz, color, sonidos) y cómo eran percibidas por los vecinos (capítulo 2).
Seguidamente se ocupa el autor de la vida cultural de la ciudad, pero no solo en cuanto a producción de cultura, sino también en todo lo que se refiere a la conformación de determinados sectores profesionales directamente relacionados con lo cultural, tales como aquellos que se ocupaban de la producción libraria (fabricantes de pergaminos, escribanos, miniaturistas), la labor profesional que desarrollaban y su presencia en el espacio urbano (capítulo 3). Asimismo dedica su atención al proceso de elaboración de objetos litúrgicos y de uso cotidiano, así como a los artesanos encargados de la fabricación de dichos objetos (plateros, orfebres, concheros, azabacheros) y a quienes se dedicaban a actividades artesana- les y mercantiles en relación con la Iglesia y el estamento eclesiástico, tales como albergueros, cambiadores, mercaderes, pedreros y canteros (capítulo 4). Estas cuestiones son de indudable interés para comprender la concepción que los vecinos de la ciudad tenían de la ciudad y su entorno, más allá de lo puramente económico.
No menos importancia en un estudio como el que nos ocupa tiene el apartado dedicado al ocio y las fiestas, siempre en relación con la Iglesia y la expresión religiosa. Por ello, en primer lugar, el autor pasa revista al calendario de celebraciones litúrgicas, que en tiempos medievales marcaba de forma decisiva el ritmo de la ciudad, y seguidamente se ocupa de las festividades populares y de las comidas y banquetes que tenían lugar con ocasión de las distintas celebraciones: conmemoraciones navideñas, bodas y casamientos y fiestas con ocasión de la conclusión de tareas agrícolas colectivas o de espectáculos populares (capítulo 5).
A continuación centra su atención el autor en un tema presente de forma inevitable en la vida de cualquier ser humano: la muerte. Haciendo uso de sus propias palabras, el espacio funerario presenta unos usos particulares en sus formas y celebraciones, así como en la topografía urbana, por lo que se interesa por delimitar espacios y lugares relacionados con la muerte, y por analizar de forma detenida los comportamientos cotidianos y las actitudes ante esta realidad, lo que permite también una aproximación al día a día de los compostelanos de época medieval (capítulo 6).
En último lugar (capítulo 7), el autor se interesa por el estudio de la mentalidad colectiva de los compostelanos, abordándolo desde un doble punto de vista: la mentalidad en relación con la ciudad y la mentalidad en relación con los individuos. En el primer apartado se ocupa de los cambios políticos acaecidos a lo largo de la Baja Edad Media en relación con el concepto de lo público, focalizándolo en el caso concreto de la ciudad de Santiago, con una atención particular hacia los lugares de poder que tenía la Iglesia compostelana en relación con la ciudad. En el segundo apartado se analiza la concepción de la mentalidad individual para con la Iglesia, tratando cuestiones tales como el pietismo y la conciencia religiosa, la mentalidad colectiva que sitúa al individuo en las distintas etapas de la vida de las personas (infancia, mocedad, juventud, adultez y senectud), y las manifestaciones «mentales» de la palabra en lo que atañe a devociones, juramentos o injurias. En el fondo de todo ello la religiosidad y el cambio que experimenta la mentalidad colectiva y que se deja sentir tanto en las nuevas edificaciones religiosas y en los numerosos cruceros que se levantan en la ciudad y en su ámbito territorial de influencia, como en las representaciones mentales y en los sentimientos.
En definitiva, el autor lleva a cabo en este estudio un detallado acercamiento al día a día de los vecinos de la ciudad compostelana, recurriendo para ello a los métodos, ya clásicos, de la historia social de la Iglesia y de la historia de la cultura, así como a los más novedosos de la historia sensorial. Se trata de «comprender la ciudad y a sus habitantes y vecinos del Medievo, entender sus percepciones y su día a día desde su experiencia vital y la manera en que se ve mediatizada, definida en parte y moldeada por la presencia catedralicia y episcopal en lo institucional y en lo material» (p. 17). El campo de atención prioritario es el sentimiento, la perspectiva del individuo en su día a día, la percepción del mundo que le rodea y la vida de los detalles (p. 301). Como ya se ha indicado, la mayor limitación deriva de la parquedad de las fuentes de información, principalmente para el período anterior a mediados del siglo XIII. Con el proceso de institucionalización de la iglesia compostelana, y sobre todo a partir de 1250, se dispone de un volumen mayor de fuentes sinodales, crónicas, colecciones documentales y copias de documentos y cartas en cartularios que, aunque siempre con limitaciones, posibilitan una definición con mayor fundamento de los comportamientos y actitudes colectivas e individuales. Las fuentes disponibles son aprovechadas por el autor con lucidez y buena práctica historiográfica para trazar un cuadro vívido de la percepción que los compostelanos tenían de sus calles, de sus cosas y objetos cotidianos, de las formas y colores; en definitiva, de su vida cotidiana a la sombra de la Iglesia, del ritmo del día a día marcado por las horas canónicas y del calendario regido por el año litúrgico.
En conclusión, un libro lleno de sugerencias, bien escrito y de muy grata lectura, pues a través de sus páginas el lector se introduce en la vida de la Compostela medieval, y puede pasear por sus calles, oír los sonidos de la ciudad y apreciar sus luces y colores.
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Author
Enrique Cantera Montenegro