La dedicatoria a Evedutonio Barciaeco y las explotaciones auríferas del distrito romano de Naraval (Tineo, Asturias)
Abstract
Resumen: Este documento epigráfico, hallado en Naraval (Tineo), constituye una muestra clara del proceso de romanización que se opera en el suroccidente de Asturias. Se relaciona igualmente con los aprovechamientos auríferos de los romanos en el distrito minero de Naraval-Navelgas-Paredes durante el Alto Imperio. Además, la inscripción evidencia la pervivencia del culto a una divinidad indígena, así como la latinización del nombre del dedicante. De hecho, tal vez pueda constituir un ejemplo de promoción social en el marco de dichas explotaciones.
Main Text
1. INTRODUCCIÓN
A veces un único documento de carácter epigráfico nos permite «reconstruir», cuando su datación, al menos aproximada, es posible, el desarrollo histórico de una región concreta de nuestra geografía asturiana, si bien teniendo en cuenta una serie de fuentes de información que pueden ayudarnos a completar nuestra tarea2.
Partimos del hecho de que las actividades relacionadas con el sector minero se iban a convertir durante el Alto Imperio en el elemento más innovador para los habitantes del occidente de la Asturias actual (mayoritariamente el territorio ocupado por los pésicos), tanto desde el punto de vista administrativo como económico-social.
Desde la época de Augusto, aunque la explotación de los recursos auríferos en toda su intensidad no se consolidaría hasta los tiempos del emperador Claudio3, tenemos conocimiento de una serie de indicadores que realzan su importancia, como la reparación de ciertos caminos, que habían servido como infraestructura viaria para la conquista, a lo que hemos de añadir la construcción de otros nuevos4; los testimonios del naturalista Plinio acerca de los mecanismos técnicos y la mano de obra utilizados en la producción aurífera del cuadrante noroccidental5, lo que a su vez supone un conocimiento completo, ya en su época, de todo lo relacionado con un aprovechamiento intensivo de las minas de oro algunas décadas antes de la redacción definitiva de su obra; la presencia del primer procurator Asturiae et Gallaeciae (Lucio Arruntio Máximo)6; la existencia de ciertos restos materiales, como lucernas..., relacionados con dichas actividades laborales; la aparición, posiblemente ya en época tardía (o al menos su incidencia más recurrente en los distritos del Noroeste peninsular parece corresponder a las décadas finales de la etapa altoimperial) de los procuratores metallorum encargados de controlar y dar salida a los productos mineros hacia la capital del Imperio, etc.7
Todos los indicios apuntan a que los recursos auríferos del Norte peninsular serían aprovechados por los romanos durante los siglos I (especialmente a partir de sus comedios) y II de nuestra era, enlazando dichas tareas con las ya iniciadas por los indígenas prerromanos, aunque aplicando técnicas innovadoras de laboreo con respecto a las utilizadas por aquéllos, en cuyo caso se reducirían al bateo de las arenas auríferas depositadas en el lecho de los ríos8.
En ese contexto la circunscripción territorial correspondiente al concejo de Tineo, en cuyo ámbito geográfico se descubrió el epígrafe que vamos a tomar como referente, contaría en la Antigüedad con una serie de centros de aprovechamiento minero (metalla) explotados en época romana e integrados en las cuencas de los ríos Narcea (Arganza, Lavadoira, Porciles, Pico Montouto, La Mortera I y II, Santiago de Cerredo, El Peligro I y II, y Gera I y II) y del Esva-Canero (La Collada, Zardaín, Navelgas Norte y Navelgas Sur), así como en el distrito de Naraval-Paredes9.
2. LA INSCRIPCIÓN DE NARAVAL (CONCEJO DE TINEO, ASTURIAS)
De acuerdo con este marco socio-laboral, y más en concreto desde el punto de vista de la mano de obra utilizada en el proceso productivo de una explotación minera, creemos que es donde hay que contextualizar este documento, a pesar de tratarse de una estela votiva, cuyo dedicante se identifica con un integrante de alguno de los centros de hábitat o de los lugares de alojamiento de los trabajadores y de acogida del instrumental laboral surgidos de nueva planta al amparo de las actividades correspondientes al espacio geográfico de uno de los distritos mineros más representativos.
Este documento fue descubierto en el año 1932-1933 por un campesino de la zona en un paraje relacionado con el topónimo Fidalgo, ubicado en la falda de la sierra de Valbón, en la margen derecha del río Naraval en el concejo de Tineo10; algunos años más tarde (concretamente en 1949) pasaría, a través de una transacción de sus herederos, a manos de Enrique González, haciéndose entrega de éste poco después al Museo Arqueológico Provincial de Asturias, donde en la actualidad se conserva11.
Su hallazgo tuvo lugar en el suelo perteneciente a las explotaciones auríferas del distrito de Naraval-Navelgas-Paredes, que conecta los concejos de Tineo y Valdés (abarcando por consiguiente el distrito minero integrado en las cuencas de los ríos Naraval y Navelgas).
En cualquier caso, como suele suceder con otras muchas inscripciones romanas encontradas en suelo asturiano, el ara votiva que vamos a analizar resulta enormemente expresiva no solo por su morfología sino también por el contenido de su campo epigráfico, que se adapta perfectamente a la tipología del soporte a través de tres espacios remarcados12.
2.1. EL CAMPO EPIGRÁFICO
El marco físico de la inscripción se corresponde con una piedra de arena silícea, de color blanco, extraída posiblemente de una cantera del relieve montañoso mencionado en el concejo de Tineo; las dimensiones que nos ofrece el documento en la actualidad son de 37 cms. de altura x 45 de anchura (20 en la parte más baja de la pieza) y un grosor de pocos cms., identificándose con una piedra de características irregulares desde el punto de vista morfológico (más ancha en su parte superior).
Por su parte, el campo epigráfico de la pieza (teniendo en cuenta que la parte inferior, de unos 20 cms., está sin labrar), recogido en 3 espacios enmarcados por líneas (una en cada uno de los espacios superior y central, y dos en el más bajo), se expresa en los siguientes términos:
L SER SECVN
EVEDVTONIV
BARCIAECO
V S L M13
L(ucius) Ser(vius) Secun(dus)/ Evedutoniu (sic)/ Barciaeco/ v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito).
«Lucio Servio Segundo cumplió su voto con agrado a(l dios) Evedutonio Barciaeco».
La lectura y reconstrucción del contenido resultan perfectamente visibles, siendo dignas de resaltar dos particularidades:
- en la segunda línea existe un nexo entre la T y la O de la primera parte del nombre de la divinidad.
- junto a ello, el hecho de que la vocal final se ha cerrado hasta convertirse en una V cuando en realidad esperaríamos la O del dativo (correspondiente al dios indígena, tal vez romanizado, al que el dedicante erige el monumento)14.
Por lo que se refiere a su cronología, el epígrafe nos presenta un conjunto de elementos que parecen arrastrarnos hasta las primeras décadas del siglo II de nuestra era:
- en primer lugar la presencia de un individuo (el dedicante) que porta tria nomina (Lucius Servius Secundus), lo que constituye un indicio de que dicho personaje posiblemente sería ciudadano romano)15.2. junto a ello, la adaptación y acoplamiento del campo epigráfico en tresespacios con renglones o líneas horizontales16.
Mayores dificultades encierra la problemática planteada por la nomenclatura de la primera parte del nombre de la divinidad a la que se venera en el ara, pudiéndose llegar a pensar que el componente inicial del mismo equivale a una palabra compuesta (Eva-Dutonius)17; a este respecto tal vez el término Eva (o Euva) haya que relacionarlo con la nominación de una corriente fluvial, la correspondiente al río Esva (o Canero), que desemboca en el mar Cantábrico (la derivación provendría de Eseve o Eseba)18.
Con relación al segundo componente del primer nombre de esta divinidad (Dutonius), desde el punto de vista filológico parece relacionarse con dheu- o teut-, que se hallan en la base de la formación de la nomenclatura de algunas divinidades de la Galia Narbonense19 y, más próximo al suroccidente de Asturias, en la inscripción de Mosteiro de Ribeira, en los aledaños de Ginzo de Limia (Orense), donde estaría emplazado el antiguo Forum Gigurrorum20.
Algo más difícil resulta la interpretación de dicho radical como teut- (equivalente a Teutates, en ocasiones asimilado a Marte): en este sentido hemos de tener presente que, entre los dioses integrantes del panteón indígena de la Asturias antigua, sobresale el culto a una divinidad de la guerra, cuyo nombre desconocemos, que tal vez sería venerada por las comunidades del Norte peninsular bajo una gran variedad de apelaciones, entre las que sobresalen las de Esus, Teutates21 o Taranis/Taranus22.
En todo caso hemos de identificarlo con una divinidad caracterizada por su belicosidad, de raigambre indígena, equiparable al Marte romano al que se refiere Estrabón23, aunque sin mencionar su nombre de manera explícita24; a dicha divinidad se le ofrecerían como sacrificios, según el geógrafo griego, no sólo machos cabríos sino también prisioneros y caballos25.
La aceptación de su culto en territorio astur, en especial en la región del Bierzo leonés (ocupada por los astures augustanos) requeriría un estudio monográfico sobre el tema, de lo que nos eximen análisis tan significativos como los que han aparecido en las últimas décadas26.
Diversos pasajes de un escoliasta de Lucano27 afirman a este respecto que Esus equivale a Mars, Taranis a Dis Pater (= Iuppiter) y Teutates a Mercurius; sin embargo, en otro texto se lee que Teutates sería Mars, Esus se correspondería con Mercurius y Taranis con Iuppiter28; respecto a esta situación se nos plantea el siguiente interrogante: ¿nos encontramos ante una indeterminación de funciones religiosas o, más bien, ante una globalización de las mismas?29.
Este grupo de divinidades aparece recogido por Julio César30, quien considera que serían objeto de culto no sólo por las poblaciones galas, con las que había entrado en contacto para la conquista de su territorio, sino también por los indígenas de la península Ibérica, con quienes las relaciones del dictador fueron igualmente constantes y continuas31.
Por otro lado, hemos de incluir en este mismo contexto de la cultura castreña la conexión existente entre sociedad, derecho y religión para poder explicar la idiosincrasia de las comunidades indígenas del cuadrante noroccidental hispano32; en realidad no se trataría más que de la interpretatio romana, es decir, de la asimilación a nombres latinos de la nomenclatura propia de los dioses de raigambre celta33.
La importancia de las referencias de Lucano estriba en que se hace mención de los sacrificios humanos, con lo que tanto tenía que ver el culto de dichas divinidades, algo que sucedería igualmente en casi todo el territorio septentrional hispano, donde, con el paso de los años, es posible que no quedase más que un recuerdo de prácticas ancestrales34.
2.2. ELEMENTOS DECORATIVOS
En primer término, sobresale el hecho de que se trata de una pieza cuya forma tiende al triángulo invertido, de manera que la parte más estrecha parece haber estado destinada a hincarse en tierra (la ausencia de letras en dicho espacio parece confirmarlo); en lo que se refiere a su morfología se ha tratado de asignar un cierto sentido antropomorfo a dicho monumento, aunque en realidad su vinculación con alguna clase de culto no resulta fácil de definir35.
Frente a ello otros investigadores han considerado que la zona superior representa una especie de media luna, configurada a base del rebajamiento progresivo del soporte desde sus extremos hasta el centro de la cabecera, con lo que estaríamos inmersos en el mundo naturalista y astral de las poblaciones castreñas, enmarcado en una ideología religiosa que pervive incluso en tiempos romanos.
Aunque su decoración no resulta excesivamente profusa, hemos de destacar el hecho de que el campo epigráfico se encuentra inmerso en tres espacios, rebajados en el soporte del documento, que presentan una anchura similar, cada uno de los cuales acoge a una línea del texto a excepción del último, en el que se incluye, además, en renglón aparte, la fórmula votiva final (V S L M).
¿Qué significado puede tener esta distribución en el conjunto de la morfología del soporte de la inscripción? ¿Tal vez haya que pensar en un sentido religioso como marco de un ara votiva destinada a rendir culto a la divinidad de la zona, vinculada a las actividades agropecuarias? Resulta evidente que nada tiene que ver con las llamadas inscripciones oicomorfas36, en las que el contenido del campo epigráfico se reparte también en las diferentes líneas que las integran, puesto que suelen coincidir con un sentido claramente funerario y se pueden interpretar como el lugar de acogida del alma del difunto37.
Por otro lado, aunque en ocasiones se le haya asignado un carácter antropo- morfo, las lápidas más significativas de este tipo halladas en Asturias, a pesar de que tienen ubicado su campo epigráfico entre renglones, se corresponden igual- mente con monumentos funerarios, como los descubiertos en Molleda (concejo de Corvera de Asturias) y Selorio (concejo de Villaviciosa)38.
Como hipótesis podemos plantear que, al hallarse dedicado este documento a un dios vinculado a una zona apta para el cultivo agrícola, tal vez la figuración del mismo pueda relacionarse con la existencia de una villa en dicho territorio, de la que Lucio Servio Segundo sería dueño, de la misma manera que sucedería en el caso de Lucio Corona Severo, militar (veterano) de la Legión VII Gemina y la dedicatoria, junto a su mujer Octavia Prócula, a Júpiter Óptimo Máximo en el espacio geográfico próximo a la cuenca del Caudal-Lena, donde dispondría, tras su licenciamiento, de una de tales parcelas destinada a actividades rurales39.
Por ello Lucio Servio Segundo en su dedicatoria al dios local de doble denominación tal vez quiso representar un elemento astral vinculado directamente a la naturaleza y concretizado en la divinidad a la que dedicaba dicho monumento, sin tener que interpretar obligatoriamente que se trataba de un antiguo soldado asentado allí tras su licenciamiento40.
3. SENTIDO HISTÓRICO: NARAVAL Y NAVELGAS EN EL CONCEJO DE TINEO Y LA MINERÍA ROMANA DEL ORO
Los yacimientos mineros que hemos mencionado más arriba, trabajados tanto a cielo abierto como a base de minería de interior, pertenecían al erario público romano; sin embargo, al confundirse éste con el fisco imperial, sería el emperador correspondiente durante el Alto Imperio quien controlaría la explotación de las diferentes cortas y tajos inmersos en dichos distritos mineros41.
Eso se traduciría, en un principio, en el hecho de que la propiedad de los recursos mineros de cada comunidad en tiempos prerromanos pasaría al Estado romano, que se encargaría de su aprovechamiento, bien directamente o bien a través de concesiones particulares, lo que al parecer no mejoraría las técnicas extractivas.
A este respecto sabemos que los sistemas técnicos de aprovechamiento recogidos por Plinio42, de donde se deduce que se hallarían ya en pleno funcionamiento cuando el naturalista los menciona en su obra, por lo que su aplicación definitiva arrancaría posiblemente de tiempos de Claudio, así como el desarrollo completo de la organización administrativa en conventus jurídicos43, aparecen confirmados a través de los restos arqueológicos.
De esta manera, a la recogida de pepitas (lavaderos en los ríos Eo, Ibias, Navia, Porcía, Esva/Canero, Narcea –placeres de La Riera– y especialmente Navelgas), actividad que en los tiempos en que Estrabón escribe su Geografía continuaría siendo mayoritaria44, los romanos acompañarían décadas después en el Norte peninsular el aprovechamiento de los filones de cuarcita, las trincheras a cielo abierto (Santiago de Cerredo, Lavadoira, Naraval, Iboyo-Faidiel, Ablaneda...), las conchas de erosión (Arganza, El Cabrucal...) y, de manera especial, el desmonte de los terrenos auríferos (ruina montium) en las cuencas del Narcea, Navia y Eo45.
Por lo que se refiere al proceso de producción aplicado por los romanos, tenemos conocimiento de que, una vez delimitada la zona de actividad minera, se trazaban los acueductos o canales con el objetivo de que, partiendo del terreno a explotar, recogieran el agua de ríos, arroyos, manantiales y fuentes; en los puntos de captación se construían embalses, como los dos ubicados en el Puerto del Palo (Allande), o en los alrededores del recinto castreño de La Escrita, en Corralín (Degaña), o en la zona de Bustantigo, entre otros46.
Dichos canales, conocidos como antiguas por los paisanos de la zona, contaban con un recorrido de varios km a un nivel superior a la zona mineralizable, como el que desde la sierra del Palo conducía a la explotación de Lavadoira (más de 20 Km), o los de Santiago de Cerredo (Tineo), en especial el conocido como La Antigua, o los correspondientes a Faidiel (Cangas), Ablaneda (Salas), o Begega (Miranda).
En cualquier caso, sabemos que la explotación de los distritos mineros se iniciaría con el aprovechamiento de los placeres fluviales, actividad a la que seguiría el laboreo de los aluviones cuaternarios o terciarios hasta llegar al primario, avanzando siempre de abajo hacia arriba, teniendo presente en todos los casos que en las regiones más montañosas el trabajo se realizaría estacionalmente, interrumpiéndose durante la temporada invernal47.
Con respecto al instrumental utilizado en los tajos mineros, ante todo nos encontramos con el hándicap de su difícil datación, destacando la presencia de picos de hierro, restos de lucerna y, de manera especial, los denominados «morteros», hallados en las proximidades de cortas a cielo abierto (como en el Bachicón de Fresnedo-Allande o en Cecos-Ibias)48, similares a los descubiertos en la región minera romana de Tres-minas (norte de Portugal) y vinculados con el lavado y enriquecimiento del material aurífero49.
4. MANO DE OBRA Y PROCESO DE PRODUCCIÓN
Sin embargo, donde hemos de contextualizar la presencia del personaje que aparece en nuestra inscripción es en el marco de la fuerza de trabajo, numerosa y heterogénea, aunque no sea posible concretar sus condiciones laborales y socia- les: esta mano de obra estaría integrada, además de la aportación de los militares, quienes cumplirían las funciones de ingeniería técnica, por esclavos, condenados a trabajos forzados (damnati ad metalla), personas libres (muchos de ellos indígenas), mercenarios-asalariados de procedencia externa50 o bien ciudadanos libres que entregarían su esfuerzo laboral por un sueldo (Lucio Servio Segundo, de acuerdo con la inscripción hallada en Naraval, parece constituir un ejemplo de ello).
A todos estos trabajadores de las minas habría que añadir un conjunto de semilibres (grupos de indígenas sometidos), así como fuerza de trabajo autóctona, que posiblemente lograría mediante el desempeño de tales actividades una «promoción social», similar a la de los indígenas que formaban parte de las tropas auxiliares romanas una vez licenciados de acuerdo con lo recogido en los diplomas militares51.
Los miembros de los destacamentos militares desplazados a los distritos mine- ros constituirían la mano de obra especializada (capataces) para poner en funcionamiento los sistemas técnicos (hidráulicos), además de controlar las actividades laborales y su rendimiento como ingenieros desde sus propios campamentos en los aledaños de las explotaciones52; su actividad se vincularía igualmente con la recogida de los productos mineros y su vigilancia con vistas a su evacuación en dirección a la capital del Imperio53.
En conexión con las tareas vinculadas a la explotación en las cortas mineras surge el problema del alojamiento de la mano de obra, así como del instrumental laboral necesario para dichas tareas: además de los recintos castreños, cuyo número se incrementaría en tiempos romanos, existirían reductos de población destinados a tales menesteres originados como consecuencia de las labores mineras, que recibirían el nombre de coronas54, así como una serie de tendejones, barracones y cobertizos de madera, estos últimos de vigencia temporal escasa.
Por su parte, un capítulo especial lo constituye la regulación administrativa conectada a la organización de los distritos mineros55, que estaría a cargo de los procuratores, bien se tratase de procuratores Augusti (funcionarios dependientes del emperador), organizados en dos tipos (de la provincia Hispania Citerior, o de Asturia y Callaecia, con funciones más concretas y cuyo origen remonta al momento de explotación minera intensiva), bien a través de los procuratores metallorum, sin duda subordinados a los anteriores y encargados de la administración y aprovechamiento de cada uno de los distritos mineros, al parecer ya en un momento cronológicamente avanzado (segunda mitad del siglo II)56.
Resulta casi imposible calcular los millones de metros cúbicos de terreno mineralizable removidos en aquellas décadas: sabemos, por ejemplo, que entre los astures pésicos surgirían numerosos poblados conectados con las actividades en los tajos mineros (en el concejo de Allande una veintena, en el de Tineo algunos más, en el de Cangas del Narcea posiblemente más del doble), al tiempo que se aprovecharían no menos de un centenar de centros de explotación; todo ello, unido a las grandes dimensiones de algunas de tales cortas, como la de Monterroso (Cangas del Narcea), La Fana de la Freita y Freita Arbosa (Allande), las de la sierra de Louro entre Naraval y Navelgas, nos lleva a pensar que en el Occidente asturiano en su conjunto serían desmontados al menos 30-40 millones de metros cúbicos de terreno aurífero con un rendimiento relativamente elevado57.
Y en relación con ello se nos plantea un nuevo interrogante acerca de la cantidad de kilogramos de oro obtenidos: Plinio asegura58 que los tres distritos mineros del Noroeste peninsular (Gallaecia, Asturia y Lusitania) aportarían cada año al erario romano 20 000 libras (unos 6 500-7 000 kg), lo que no quiere decir que en ese momento el distrito minero de Naraval-Navelgas-Paredes estuviera ya a pleno rendimiento59.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que de cada tonelada métrica se obtendría entre 1,5 y 2 gr de oro, es posible que de las cortas mineras de Asturias los romanos extrajeran una cantidad fabulosa de oro considerando que no todo el terreno removido se convertiría en aluvión para ser lavado mediante la aplicación del sistema hidráulico60.
Con respecto a la etapa de aprovechamiento de los recursos mineros en el distrito que estamos analizando se correspondería con las décadas finales del siglo I, coincidiendo con la fase de revitalización del Noroeste por parte de los Flavios, prolongándose dichas actividades a un alto nivel al menos hasta mediados de la centuria siguiente.
Entre las causas del cese de la actividad minera en el Noroeste ibérico en general sabemos que, desde las últimas décadas del siglo II, existirían problemas relacionados con la mano de obra y la falta de rentabilidad, de manera que, en un momento dado, la conservación de la infraestructura hidráulica, junto con el mantenimiento y salario de la fuerza de trabajo y del personal técnico, administrativo y militar, no justificarían ya unos gastos tan considerables, que apenas se verían compensados por los escasos kg de oro obtenidos.
Se entiende así la creación por el emperador Caracalla de la provincia Hispania nova Citerior Antoniniana, cuyo período de vigencia constituiría tiempo suficiente para comprobar la no viabilidad de los aprovechamientos mineros61.
CONCLUSIONES
A partir de lo que acabamos de exponer creemos que el personaje reflejado en el documento epigráfico (Lucio Servio Segundo), que erige su dedicatoria al dios Evedutonio Barciaeco, pudo hacerlo en los momentos finales del siglo I o, más bien, en las décadas correspondientes a la primera mitad de la centuria siguiente, coincidiendo con la fase histórica en que el aprovechamiento aurífero de los tajos y cortas del distrito minero de Naraval-Navelgas-Paredes (los dos primeros en el concejo de Tineo y el tercero ya en el de Valdés) se hallaría en su máxima producción.
Desconocemos, sin embargo, si en realidad se trataría de un indígena libre que habría adquirido el derecho de ciudadanía menor (ius Latii minus), y de ahí que porte tria nomina, o en realidad nos hallamos ante un personaje de origen foráneo, procedente de alguna región externa al cuadrante noroccidental hispano, quien, al igual que en el caso del uxamense Lucio Valerio Póstumo (estela funeraria descubierta en la localidad de Lartosa, en el concejo de Cangas del Narcea, en un enclave próximo a la explotación minera de Los Muracales y relativamente cercano al castro de Larón), habría acudido a la zona al abrigo socio-económico y las nuevas oportunidades de vida que supondrían los aprovechamientos mineros de oro de la región.
Su posible relación con el Norte peninsular desde sus orígenes tal vez podamos deducirlo de la dedicatoria a un dios indígena, cuya doble denominación pudo ser consecuencia directa del sincretismo que se produciría, ya en tiempos romanos, entre dos divinidades distintas, veneradas por poblaciones que habitaban espacios geográficos colindantes y que cumplirían funciones paralelas en su ámbito religioso, a algunos de cuyos integrantes la presencia romana y su focalización en torno a los aprovechamientos auríferos habría arrastrado hacia unos mismos intereses económicos, sociales y religiosos.
En cualquier caso, su participación en las actividades laborales de alguna de las cortas correspondientes al distrito aurífero en cuyo contexto se descubrió el documento resulta evidente, por lo que es posible que se hallase integrado en alguna de las cuadrillas de mineros que prestarían su fuerza de trabajo en dicho ámbito territorial.
No obstante, ningún indicio nos permite conocer si formaría parte de la mano de obra no especializada o si, por el contrario, habría adquirido ya los conocimientos técnicos necesarios, transmitidos por la administración romana a través de los miembros del destacamento militar encargado de controlar dicho distrito, para ocuparse de las tareas vinculadas al mantenimiento del sistema hidráulico o a su funcionamiento en relación con las labores propias de la producción minera.
En otros términos, es posible que la latinización de sus nombres (tria nomina) corresponda a un ascenso de carácter socio-laboral, constituyendo el ara dedicada a Evedutonio Barciaeco el cumplimiento de una promesa realizada a dicha divinidad por haber obtenido una promoción que favorecería muy directamente sus intereses vitales.
Abstract
Main Text
1. INTRODUCCIÓN
2. LA INSCRIPCIÓN DE NARAVAL (CONCEJO DE TINEO, ASTURIAS)
2.1. EL CAMPO EPIGRÁFICO
2.2. ELEMENTOS DECORATIVOS
3. SENTIDO HISTÓRICO: NARAVAL Y NAVELGAS EN EL CONCEJO DE TINEO Y LA MINERÍA ROMANA DEL ORO
4. MANO DE OBRA Y PROCESO DE PRODUCCIÓN
CONCLUSIONES