Ceremonial y protocolo tras la muerte de Franciso. Miserando atque eligendo.
Ceremonial and protocol afther the death of Francis. Miserando atque eligendo.
Enrique Somavilla Rodríguez[1]
RCU Escorial María Cristina
Recepción: 24/09/2025 Revisión: 20/10/2025 Aceptación: 12/11/2025 Publicación: 26/12/2025
DOI: https://doi.org/10.5944/eeii.46373
Resumen:
Toda la vida de Francisco estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres, necesitados, descartados y marginados. Jorge Mario Bergoglio, argentino, jesuita, fue el elegido para emprender una renovación profunda en la Iglesia católica, ponerla al día y acometer reformas pendientes. Esto suponía una opción por el dialogo ya recogido por el Concilio Vaticano II. Con un carácter a veces impulsivo y enérgico, desde luego ha irrumpido con fuerza en el ámbito social, con una crítica sin precedentes al sistema capitalista actual, y en las reformas internas, con resultados desiguales. Por el camino ha abierto fuertes enfrentamientos en el pensamiento religiosos y grandes resistencias por parte de la Curia romana. La nueva elección será determinante para el futuro de la Iglesia y la sociedad.
Palabras clave: Ceremonial, protocolo, pontificado, Francisco, funeral, Santa Sede.
Abstract:
Francis's entire life was dedicated to the service of the Lord and his Church. He taught us to live the values of the Gospel with fidelity, courage, and universal love, especially for the poorest, the neediest, the discarded, and the marginalized. Jorge Mario Bergoglio, an Argentine Jesuit, was chosen to undertake a profound renewal of the Catholic Church, bringing it up to date and undertaking long-overdue reforms. This represented a choice for dialogue, already enshrined by the Second Vatican Council. At times impulsive and energetic, he has certainly swept through social life like a whirlwind, with unprecedented criticism of the current capitalist system, and in internal reforms, with mixed results. Along the way, he has sparked fierce clashes in religious thought and met with considerable resistance from the Roman Curia. The new election will be decisive for the future of the Church and society.
Keywords: ceremonial, protocol, pontificate, Francis, funeral, Holy See.
SUMARIO
Introducción: a modo de semblante.
1. El curso de los acontecimientos. El fallecimiento.
2. Exequias, ritos y estaciones.
3. Clausura del ataúd tras el cierre de la visita de los fieles.
4. Misa exequial y novendiales.
5. Sede Vacante y gobierno de la Iglesia.
6. Servicios relevantes en el gobierno de la Iglesia durante la Sede Vacante.
7. Visión de un pontificado reformador (2013-2025).
Conclusión.
Bibliografía
1. Introducción
1.1. Marco teórico
El estudio del ceremonial y protocolo tras la muerte de un pontífice se inscribe en un campo interdisciplinar que abarca la comunicación simbólica, la historia institucional y la teoría del protocolo. Diversos autores han subrayado que los rituales funerarios en la Iglesia Católica no son meros actos litúrgicos, sino dispositivos de legitimación y continuidad. En este sentido, el ceremonial papal constituye un ejemplo paradigmático de lo que la literatura denomina comunicación ritualizada, donde cada gesto, vestimenta y secuencia protocolaria transmite mensajes de autoridad, unidad y trascendencia.
La bibliografía sobre protocolo y ceremonial destaca la función ordenadora de estas prácticas en contextos de alta carga simbólica, como la muerte de un jefe de Estado o líder religioso. En el caso del papado, esta dimensión se amplifica por la doble naturaleza del Papa como jefe espiritual y soberano de la Ciudad del Vaticano, lo que convierte el ceremonial en un espacio donde confluyen normas diplomáticas, litúrgicas y mediáticas.
Por otro lado, los estudios sobre historia de la Iglesia permiten comprender la evolución histórica de estos rituales, desde las exequias medievales hasta la codificación actual en la Universi Dominici Gregis (1996), documento que regula el período de sede vacante y el cónclave. Esta normativa, analizada por especialistas en derecho canónico, refuerza la idea de que el ceremonial no es estático, sino que responde a transformaciones doctrinales, tecnológicas y comunicativas.
Finalmente, la literatura sobre comunicación simbólica aporta herramientas para interpretar el significado profundo de los signos presentes en el ceremonial: el color de las vestiduras, la disposición espacial en la Basílica de San Pedro, la cobertura mediática global, entre otros. Estos elementos configuran un lenguaje ritual que, más allá de la liturgia, proyecta una imagen de estabilidad institucional y continuidad apostólica.
1.2. Metodología
El presente estudio se basa en un enfoque cualitativo sustentado en el análisis documental e histórico. Se han revisado fuentes primarias y secundarias, incluyendo normativa canónica (Universi Dominici Gregis), documentos oficiales del Vaticano, y registros mediáticos sobre ceremoniales papales recientes. Este procedimiento permite identificar la estructura normativa y simbólica que rige el protocolo tras la muerte de un pontífice.
Asimismo, se ha realizado una comparación histórica entre los rituales funerarios de pontificados anteriores y las disposiciones vigentes, con el objetivo de detectar continuidades y cambios en la práctica ceremonial. La selección de casos responde a su relevancia mediática y a la disponibilidad de documentación fiable.
La justificación de este enfoque radica en la naturaleza del objeto de estudio: el ceremonial papal es un fenómeno altamente codificado y cargado de simbolismo, por lo que el análisis documental permite comprender tanto la dimensión normativa como la comunicativa. El método comparativo, por su parte, aporta perspectiva evolutiva y contextual.
1.3. Objetivo y Alcance del Estudio
El presente trabajo tiene como objetivo principal analizar el ceremonial y protocolo que se activa tras la muerte del Papa Francisco, considerando su dimensión normativa, simbólica y comunicativa. Se pretende comprender cómo estas prácticas rituales contribuyen a garantizar la continuidad institucional de la Iglesia Católica, reforzar su autoridad espiritual y proyectar una imagen de estabilidad ante la comunidad internacional.
El alcance del trabajo se delimita en tres niveles:
· Normativo: análisis de los documentos oficiales que regulan la sede vacante y el cónclave, especialmente la Universi Dominici Gregis.
· Histórico-comparativo: revisión de la evolución del ceremonial papal en los últimos siglos y su adaptación a los cambios sociales y mediáticos.
· Comunicativo-simbólico: interpretación de los signos, rituales y protocolos como estrategias de comunicación institucional y diplomática.
Este enfoque se inscribe en el ámbito de los estudios institucionales y del ceremonial religioso, aportando una perspectiva que combina teoría del protocolo, comunicación simbólica y análisis histórico.
1.4.A modo de semblanza
Jorge Mario Bergoglio había nacido el 17 de diciembre de 1936, en Buenos Aires, siendo sus padres Mario Bergoglio y Regina María Sívori de ascendencia italiana, en concreto del Piamonte, la parte paterna y la materna de origen genovés. Era el mayor de cinco hermanos, llamados Óscar Adrián, Marta Regina, Alberto Horacio y María Elena. Solía evocar recuerdos entrañables de una familia unida y de cómo su abuela italiana determinó su fe. Sus abuelos escaparon por los pelos de un naufragio mortal cuando emigraron desde Italia a Argentina, una experiencia que sin duda influyó en su defensa de quienes emprenden peligrosos viajes por el Mediterráneo en busca de una vida mejor en Europa. Sus abuelos, Giovanni Angelo Bergoglio y Rosa Margherita Vassallo, salieron de su pueblo Portacomaro, en la provincia de Asti, historia que marcaría el futuro de su nieto. Mientras su madre se dedicaba a la educación de sus hijos, su padre era contable y empleado de los ferrocarriles.
Cuando tenía 16 años, Bergoglio tuvo una profunda experiencia durante la confesión que le convenció de que debía prepararse para el sacerdocio. Más tarde, se diplomó como técnico químico, y eligió luego el camino del ministerio presbiteral, entrando en el seminario diocesano de Villa Devoto. Al comienzo del curso académico 1958, el 11 de marzo, pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Completó los estudios de humanidades en Chile y en 1963, al regresar a Argentina, se licenció en filosofía en el Colegio San José, de San Miguel. Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966 enseñó las mismas materias en el Colegio del Salvador en Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología en el Colegio San José, y obtuvo la licenciatura (Biografía del Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, s.f.). Sería el 13 de diciembre de 1969 cuando recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Ramón José Castellano. Llegó al sacerdocio a los 32 años. Pese a lo tardío de su vocación, su ascenso en la Curia Provincial sería vertiginoso.
Prosiguió la preparación en la Compañía de Jesús de 1970 a 1971 en Alcalá de Henares (España), y el 22 de abril de 1973 emitió la profesión solemne o últimos votos, tras la tercera probación, que incorporaba definitivamente a la Compañía. De nuevo en Argentina, fue maestro de novicios en Villa Barilari en San Miguel, profesor en la facultad de teología, consultor de la Provincia de la Compañía de Jesús y también rector del Colegio. En menos de cuatro años llegó a liderar la Compañía de los jesuitas argentinos, cargo que ejerció durante los trienios de 1973-76 a 1976-79.
Su capacidad de liderazgo fue reconocida y en 1973, y el 31 de julio del mismo año a la temprana edad de 36 años, fue nombrado Provincial de la Compañía de Jesús en Argentina. Posiblemente sea el período más difícil de la trayectoria curial de Jorge Bergoglio. Los acontecimientos en el país no traían buenos presagios. La realidad social se fue enturbiando hasta la llegada del famoso Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, contra la presidenta María Estela Martínez de Perón, hasta el año 1983, provoca la llegada al poder de los militares (Tornielli, 2013: 99-111). Fue habitual esta situación de golpes en las distintas naciones iberoamericanas. Durante esa época, la Junta Militar que gobierna la república tras el anuncio de Proceso de Reorganización Nacional, lleva la onda expansiva de represión sobre todo el país, iniciando la llamada “guerra sucia”, haciendo desaparecer a más de 30.000 argentinos, entre ellos, muchos religiosos que, como los jesuitas, evangelizaban y trabajaban con los más pobres en las villas miseria de Buenos Aires. Esta situación más tarde desembocaría en la Guerra sobre las Islas Malvinas ya en 1982 y que descarrilaría la Dictadura militar no solo perdiendo la guerra contra Reino Unido sino llevando a una crisis social, económica, cultural y, por supuesto, política sobra la sociedad argentina y que traería como consecuencia positiva de la llegada de la democracia al pueblo argentino en 1983. Un régimen que se caracterizó por la práctica sistemática de la tortura, el asesinato y la desaparición de miles de personas y el robo sistemático de recién nacidos, sustraídos a los padres (Lamb, 2025). Bergoglio se enfrentaría más tarde a acusaciones de que colaboró con la dictadura, acusaciones que le persiguieron hasta su elección como papa. Dos compañeros jesuitas, Franz Jalics y Orlando Yorio, le acusaron de delatarles cuando fueron secuestrados y torturados por el régimen en 1976. Con el paso del tiempo, sin embargo, surgieron pruebas de que Jorge Bergoglio trabajó sistemáticamente para ayudar a quienes se oponían a la dictadura. El periodista italiano Nello Scavo informó que salvó a cientos de personas durante la llamada guerra sucia (Scavo, 2013: 81-87), mientras que Jalics también se retractó, celebrando misa con Francisco, en Roma, el 5 de octubre de 2013.
Muchos han querido dar a conocer la cara oculta de un padre Jorge que se desvivía por hallar la forma de evitar los controles, de cómo poder despistar a la Policía, con el único objetivo de que los perseguidos pudieran rehacer sus vidas fuera de Argentina y no terminar condenados a una muerte segura. El cuartel general de Bergoglio fue sin duda, el colegio jesuita Máximo, el de San Miguel, ubicado en Buenos Aires, y la universidad del Salvador, todos fueron utilizados durante años como el refugio donde algunos recibían cobijo y se escondían. Allí llegaban para, presuntamente, retiros espirituales, hacer sus ejercicios espirituales para más tarde emprender la huida. El liderazgo de Bergoglio al frente de la Compañía de Jesús concluyó en 1979 tras seis intensos años como Provincial.
Durante la década de los setenta y ochenta se difundió y se impuso la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional, difundida por Washington para América latina, según la cual el enemigo de la nación estaba dentro del propio país. Éste era el denominado subversivo, que no cabía dentro de la nueva sociedad y al que se debía combatir por todos los medios hasta lograr exterminarlo. La Santa Sede no le quedó más remedio que asumir los hechos y con unos acontecimientos que Iglesia argentina le superaban por doquier. Ahí entraba en funcionamiento la Iglesia de base, que buscaba mediante la doctrina de posibilismo, actuar sin levantar demasiado la voz (GALLI, DURÁN, L.-TAVELLI, 2023). Trabajar para ayudar a los perseguidos y ofrecerles la salida del país (Himitian, 2013: 71-72). Tras el golpe militar, y mientras la represión se cebaba con miles de ciudadanos, el entonces nuncio apostólico en Buenos Aires, monseñor Pio Laghi, tenía buen trato con los militares, especialmente con el Almirante Emilio Eduardo Massera, miembro de la Junta militar, al mando de la Marina, la Junta Militar argentina estuvo compuesta en un principio por Jorge Rafael Videla por el arma del Ejercito, Emilio Eduardo Massera, almirante de la Armada y Orlando Ramón Agosti del arma Aérea. Estuvieron al frente de la Dictadura entre 1976 y 1978. Las desapariciones fueron el constante goteo de los enfrentamientos sociales y políticos de Argentina en dicho período de tiempo (CRENZEL, 2008).
Bergoglio se jugó sistemáticamente su vida, al estar al frente, dando asilo en el colegio, tras la pantalla de ofrecer ejercicios espirituales a todos los que se lo pedían. Se trataba de una ayuda desinteresada, muchas veces al margen de la autoridad eclesiástica y sustentada por los cristianos de a pie. En este caso, la responsabilidad era mucho mayor pues estaba al frente el Provincial de la institución religiosa. Bergoglio llegó a tener contactos con Massera y con Jorge Rafael Videla, presidenta de la Junta militar argentina (MUSSO, 2025: 135-144).
Más tarde, el trabajo en el campo universitario y entre 1980 y 1986 es de nuevo rector del colegio de San José, además de párroco en San Miguel. En marzo de 1986 se traslada a Alemania para ultimar la tesis doctoral; a continuación, la obediencia le lleva al colegio del Salvador en Buenos Aires y después a la iglesia de la Compañía de la ciudad de Córdoba, como director espiritual y confesor. Este es el exilio interior. Claramente fue orillado y su destino como relegado, desde 1990-1992. No siempre todos ven las cosas de manera uniforme. Sería el cardenal Antonio Quarracino quien le llama como su estrecho colaborador en Buenos Aires. Así, el 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II le nombra obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibe en la catedral la ordenación episcopal de manos del primado Quarracino, del Nuncio Apostólico monseñor Ubaldo Calabresi y del obispo de Mercedes-Luján, monseñor Emilio Ogñénovich. Como lema elige Miserando atque eligendo y en el escudo incluye el cristograma IHS, símbolo de la Compañía de Jesús. Es nombrado enseguida Vicario episcopal de la zona de Flores y el 21 de diciembre de 1993 se le encomienda también la tarea de vicario general de la arquidiócesis. Por lo tanto, no sorprendió que el 3 de junio de 1997 fuera promovido como arzobispo coadjutor de Buenos Aires. Antes de nueve meses, a la muerte del cardenal Quarracino, le sucede, el 28 de febrero de 1998, como arzobispo, primado de Argentina, siendo el primer jesuita que desempeñaría dicho cargo en la archidiócesis (Biografía, s.f.). Como nuevo arzobispo de Buenos Aires, archidiócesis de más de tres millones de habitantes, planteará un proyecto misionero centrado en la comunión y en la evangelización. Cuatro son sus objetivos principales: comunidades abiertas y fraternas; protagonismo de un laicado consciente; evangelización dirigida a cada habitante de la ciudad; asistencia a los pobres y a los enfermos.
De ahí que, en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II le crea cardenal, asignándole el título de san Roberto Bellarmino. Gran canciller de la Universidad Católica Argentina es autor de los libros Meditaciones para religiosos (1982), Reflexiones sobre la vida apostólica (1986) y Reflexiones de esperanza (1992). Con este espíritu en 2002 declina el nombramiento como presidente de la Conferencia episcopal argentina, pero tres años más tarde es elegido de nuevo y reconfirmado por otro trienio en 2008. Entre tanto, en abril de 2005, participa en el cónclave en el que es elegido Benedicto XVI. Hasta el inicio de la sede vacante era miembro de las Congregaciones para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, para el clero, para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica; del Consejo pontificio para la familia y de la Comisión pontificia para América Latina (Biografía del Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, s.f.). En 2013, tras la renuncia inesperada de Benedicto XVI, asume el solio pontificio para un pontificado abierto, lleno de esperanza y amor a los perseguidos, refugiados y los más pobres y descartado de la sociedad hasta su fallecimiento el lunes de Pascua 21 de abril de 2025.
2. El curso de los acontecimientos. El fallecimiento.
El papa Francisco ha fallecido a las 7.35 horas del lunes 21 de abril, a los 88 años, según ha anunciado el cardenal Kevin Joseph Farrell, cardenal camarlengo, con un comunicado, a las 9.47 horas. El Santo Padre ha fallecido en su apartamento en la Casa Santa Marta, en la Ciudad del Vaticano. Estas fueron las palabras del anuncio: “Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino” (Especial Papa Francisco, s.f.). Sus últimas palabras escritas para el Domingo de Resurrección, para la bendición urbi et orbi, leídas por un ayudante de la Casa pontificia decía así: “Renovemos nuestra esperanza y nuestra confianza en los demás, incluso en quienes son diferentes a nosotros o vienen de tierras lejanas, trayendo costumbres, formas de vida e ideas desconocidas. Porque todos somos hijos de Dios”. Profundo sello de opción preferencial por el hombre, desde la esperanza y la confianza, puesto que todos somos iguales ante Dios, por ser hijos suyos. Además, advertía que “no puede haber paz sin libertad religiosa, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto a las opiniones de los demás”. Igualmente, hizo hincapié en la llamada “a todos los que ocupan puestos de responsabilidad política en nuestro mundo para que no cedan a la lógica del miedo, que sólo lleva al aislamiento de los demás, sino que utilicen los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y fomentar iniciativas que promuevan el desarrollo” (Muere el papa Francisco, el primer latinoamericano en liderar la Iglesia católica - BBC News Mundo, s.f.). Se trata de un discurso también de despedida, junto querer pasear en el coche por la Plaza de san Pedro para despedirse de su diocesis como Obispo de Roma (urbi) y del mundo (orbe), ("Urbi et Orbi" - Pascua 2025, s.f.).
Otro hecho determinante fue cuando Jorge Mario Bergoglio era un Pontífice que buscaba la cercanía con el gran público también a través de entrevistas, libros, prólogos, autobiografías. Un Romano Pontífice del que, quizás, más que las muchas palabras y escritos, se recordará por una imagen insólita: él, solo, cojeando, bajo la lluvia, en el silencio general del confinamiento roto por el sonido de fondo de una ambulancia, mientras cruzaba la Plaza de San Pedro en plena pandemia. Fue la Statio Orbis, el intenso momento de oración del 27 de marzo de 2020 (Vatican News, 2022), con el mundo encerrado mirando pasar a un anciano que parecía llevar sobre sus hombros todo el peso de una tragedia que trastocó la vida y las costumbres cotidianas. La humanidad estaba angustiada, pero el Santo Padre habló de esperanza, y de fraternidad: “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo todos llamados a remar juntos” (Biografía del Papa Francisco - Conferencia Episcopal Española, s.f.). En medio de la pandemia que sumió al mundo en la incertidumbre, su oración y bendición Urbi et Orbi fueron un faro de esperanza, un recordatorio de que, aunque todo pareciera oscurecido, Dios nunca nos abandona (A cinco años de la Statio Orbis: La esperanza en medio de la tormenta, s.f.).
Fue una percepción vivida con la intensidad del momento, en que el mundo se asomaba al abismo de la existencia, se miraba alrededor pero no se encontraban aquellas respuestas para la existencia del género humano. ¿Dónde estaba Dios? Se encontraba en medio de la plaza del mundo, crucificado, humillado y abandonado. Fue Francisco el que llamó la atención de la angustia vital con la ola de esperanza y la fraternidad humana.
3. Exequias, ritos y estaciones.
A las 20,00 horario de Roma, se procede a los ritos de leer la constancia del fallecimiento y la colocación del cuerpo del papa Francisco en un féretro. Estos actos fueron validados por Cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Romana Iglesia, según informó la Santa Sede. Todo este ceremonial fue modificando sobre la publicación del año 2000, por parte del mismo Francisco para agilizar los procesos en 2024. Introdujo algunas modificaciones que clarificaban estas celebraciones (Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice (2024). Los cambios más significativos son: a) Verificación de la muerte: Ahora se realizará en la capilla privada del Papa, en lugar de su habitación. b) Uso de ataúdes: Se elimina la tradición de los tres ataúdes (ciprés, plomo y roble), optando por un único féretro de madera con interior de zinc. c) Exposición del cuerpo: El cuerpo del Papa será expuesto para la veneración de los fieles directamente en el ataúd abierto, sin el uso de un catafalco elevado. d) Títulos pontificios: Se simplifican los títulos utilizados durante las ceremonias, empleando términos como papa, Obispo de Roma y Pastor universal, en lugar de Sumo Pontífice. En cuanto al lugar de la sepultura se permite la inhumación en lugares distintos a la Basílica de San Pedro, reflejando el deseo del papa Francisco de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.
Las exequias del papa mantienen una estructura de tres estaciones o momentos importantes: la residencia del Santo Padre, la Basílica de San Pedro y el lugar del entierro. Estos momentos sucederán como sigue:
Residencia del Papa: primera estación. La constatación de la muerte ocurre en la capilla privada. El cuerpo se coloca directamente en un ataúd después de la confirmación de la muerte. En primer lugar, constatación de la muerte médica, recogida por el director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano. Se dispone lo necesario para la conservación del cuerpo. Se reviste el cuerpo con la sotana blanca y se traslada a la capilla privada. En segundo lugar, el rito de la constatación de la muerte y colocación en el féretro, en la capilla privada. Asisten el Decano, el Camarlengo, que preside, el Maestro de Ceremonias y pocas personas más. En tercer lugar, el director antes mencionado constata el fallecimiento. Sigue un momento de oración. En cuarto lugar, el cuerpo, revestido con las vestiduras litúrgicas de color rojo, como en la celebración de la misa, con la mitra y el palio, pero sin el báculo papal, es depositado en un ataúd de madera y zinc. Junto al féretro se coloca, en un lugar adecuado, el cirio pascual. En quinto lugar, se enciende el cirio y se asperja el féretro, mientras se canta el salmo 41 (42). En sexto lugar, se procede a recitar el Padrenuestro y otras oraciones. Queda instalada la capilla ardiente para la vela de los más allegados al papa, como son los miembros religiosos y laicos que le han atendido, en su casa durante todo el pontificado. Es un momento duro para todos ellos que ven como desaparece un hombre que dedicó su vida a los demás, tratando de llevar la Buena Nueva a toda la humanidad (TORNEIELLI, 2016: 101-104).
Basílica vaticana: segunda estación. El traslado a la Basílica de San Pedro, cuando establezca la Congregación de cardenales, lo preside el Camarlengo y participan los cardenales. Durante la veneración pública, el cuerpo se exhibirá dentro del ataúd abierto, en consonancia con las prácticas para los obispos diocesanos que se describen en el Caeremoniale Episcoporum (CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, 2019: 1157-1165), (CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO CELAM, 1997: 507-508). Los pasos son los siguientes: En primer lugar, las oraciones por el Papa difunto. En segundo lugar, se comienza la procesión hacia la Basílica de San Pedro y se entonan y cantan los salmos y las letanías. En tercer lugar, llegados a la Basílica Vaticana, el ataúd llevado por los sediarios pontificios, cuerpo que viene del siglo XIV, se coloca junto al altar de la Confesión de San Pedro, orientado hacia el pueblo. Junto a él se coloca el cirio pascual, que representa la Resurrección de Cristo.
En cuarto lugar, se realiza una nueva aspersión e incensación, acompañada del tradicional responsorio Subvenite conocido como Venid en su ayuda, Santos de Dios. En quinto lugar, se hace la proclamación del Evangelio de Jn 17,24-26. Padre, quiero que los que me has dado estén también conmigo donde yo estoy. En sexto lugar, se inician los rezos y oraciones previstas para el responso del Santo Padre fallecido.
Queda para expuesto para la visita de los fieles y se clausura el féretro, referiblemente la noche anterior a la misa exequial.
4. Clausura del ataúd tras el cierre de la visita de los fieles.
Antes de la misa exequial, preferiblemente la noche anterior, en un horario conveniente y según las indicaciones de la Notificación del maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, tiene lugar el rito de la clausura del ataúd, en presencia del cardenal Camarlengo, los cardenales jefes de Orden, el arcipreste de la Basílica papal de san Pedro en el Vaticano, el cardenal ex Secretario de Estado, el vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma, el sustituto de la Secretaría de Estado, el Prefecto de la Casa Pontificia, el Limosnero de Su Santidad, el Vicecamarlengo, una representación de los canónigos de la basílica vaticana y de los penitenciarios vaticanos, el Secretario del Romano Pontífice y los familiares directos del papa fallecido.
El proceso para la clausura del féretro procede de la siguiente manera: 1.- Preside el cardenal Camarlengo, Kevin Joseph Farrell. 2.-El Maestro de Ceremonias, monseñor Diego Giovanni Ravelli, lee el rogitum y se firma por algunos de los presentes. 3.- Oración por el papa difunto. 4.- El Maestro extiende un velo de seda blanca sobre el rostro del Santo Padre. Luego, el celebrante asperge el cuerpo con agua bendita. 5.- El Maestro deposita en el ataúd la bolsa con las monedas acuñadas durante el pontificado del Difunto y el tubo con el rogito, después de haber colocado el sello de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. 6.- Se coloca la tapa de zinc, que lleva la cruz, el escudo del Pontífice difunto y una placa con su nombre, duración de vida y ministerio petrino. Luego, se sella con los sigilos del Camarlengo, la Prefectura de la Casa Pontificia, la Oficina de Celebraciones Litúrgicas y el Capítulo Vaticano conformado por la comunidad de canónigos que atiende la Basílica Vaticana.
A continuación, se cierra el ataúd de madera, que también lleva la cruz y el escudo del Pontífice. Mientras tanto se cantan algunos salmos y la oración mariana del Salve Regina. Todo este rito se llevó a cabo en la tarde anterior a la celebración de la Misa como funeral de Estado.
5. Misa exequial y novendiales.
La fecha del entierro la fijan los cardenales. Salvo motivos especiales, la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis (JUAN PABLO II, 1996: 305-343), (BENEDICTO XVI, 2013: 253-257) establece que sea entre el cuarto y el sexto día después de la muerte. La misa exequial, cuya fecha es fijada por la congregación de cardenales, se celebra en el atrio de la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re. En su ausencia, por el Subdecano o el cardenal de mayor rango y edad. Se utilizan vestiduras litúrgicas de color rojo. La misa exequial es el primer día de los novendiales. Siguiendo una antigua tradición, se celebrarán los novendiales: las misas durante nueve días consecutivos por el eterno descanso del Romano Pontífice difunto. En estas misas se usan vestiduras litúrgicas de color rojo y están abiertas a todos, aunque cada día participan grupos distintos, reflejando el ministerio universal del Papa. Las oraciones se toman del Misal Romano. Así los ritos exequiales se conforman de la siguiente manera: Primero: En la procesión de entrada, el féretro del Santo Padre sigue a la cruz y precede a los ministros ordenados. Frente al altar, en el lugar dispuesto, se deposita el ataúd y, sobre él, el Maestro coloca el Evangeliario. Segundo: Lecturas: Isaías 25, 6a. 7-9; Hechos 10,34-43 en el tiempo de Pascua; Salmo 22 (23); Filipenses 3, 20-4, 1; Juan 21, 15-19. Se pueden utilizar estas cuatro. Tercero: La misa sigue como de costumbre hasta la oración después de la comunión. Cuarto: En la última recomendación del alma y despedida se incluye algún momento significativo. Por una parte, la súplica de la Iglesia de Roma, se cantan las letanías de los santos respondiendo ruega por él. Concluye el cardenal vicario de Roma con una oración. Por otra parte, la súplica de las Iglesias orientales. Terminada la súplica de la Iglesia de Roma, los Patriarcas, Arzobispos Mayores y Metropolitanos de las Iglesias Metropolitanas de rito oriental se acercan al féretro, orientados hacia el altar. Se hace una oración de tipo oriental o bizantino, que incluye la incensación del féretro. Finalmente, el cardenal Camarlengo realizará la aspersión e incensación última (Sede vacante-Conferencia Episcopal Española, s.f.).
Lugar de la sepultura: Basílica Santa María La Mayor: tercera estación.
Francisco fue enterrado en una pequeña capilla adyacente a la capilla Paulina de Santa María la Mayor, donde se conserva el icono de la Salus Populi Romani, patrona de Roma. Presidió el acto el cardenal Camarlengo, Kevin Joseph Farrell. A continuación, sobre el ataúd de madera que contiene los restos del Romano Pontífice se imprimen los sellos del cardenal Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, la Prefectura de la Casa Pontificia, la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. Después, el cuerpo del Santo Padre Francisco es depositado en la tumba, entonando las oraciones fúnebres y cánticos. A la entrada por expreso deseo suyo. Fue recibido por grupos de marginados, refugiados, miembros de los colectivos LGTBIQ+ más conocidos, que son los descartados de la sociedad en el sentido más amplio de la palabra.
6. Sede Vacante y gobierno de la Iglesia.
Durante el período de Sede Vacante, la Iglesia es gobernada de manera interina por el colegio cardenalicio, con las limitaciones claramente establecidas por la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis (JUAN PABLO II, 1996: 305-343). Los cardenales se reunirán para la preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice y despachar los asuntos ordinarios o inaplazables que surjan en el periodo de Sede Vacante, también llamada Apostolica Sedes Vacans. Durante todo este período, los cardenales se organizan en dos tipos de congregaciones:
En primer lugar: las Congregaciones generales: El día de la primera Congregación lo establecen el camarlengo de la Santa Iglesia Romana, cardenal Kevin Joseph Farrell y el primer cardenal de cada orden entre los electores: Decano del Orden de los obispos, cardenal Giovanni Battista Re; Decano del Orden de los presbíteros, cardenal Michael Michai Kitbunchu, y el Decano del Orden de los diáconos, o protodiácono, cardenal Dominique Mamberti. Las Congregaciones generales, que se reunieron diariamente, las presidió el Decano del colegio cardenalicio, el cardenal Giovani Battista Re, y asisten todos los cardenales presentes en Roma, incluidos los mayores de 80 años, quienes no pueden participar en el cónclave. Dos eclesiásticos, elegidos por la Congregación general, ofrecerán dos meditaciones sobre los problemas de la Iglesia y la elección iluminada del nuevo Pontífice. Una de ellas será justo antes del inicio del cónclave. Las funciones son las siguientes: a) Fijar la fecha de la misa de exequias y fecha de inicio del cónclave. b) Asegurar el buen gobierno de la Iglesia en este periodo. c) Gestionar los asuntos ordinarios y extraordinarios que surjan. d) Aprobar decisiones administrativas y financieras necesarias para la gestión del Vaticano. e) Leer, si los hubiere, los documentos dejados por el Pontífice al colegio de cardenales. f) Cuidar que sean anulados el Anillo del Pescador y el Sello de plomo, con los cuales son enviadas las Cartas Apostólicas. g) Asignar por sorteo las habitaciones a los Cardenales electores.
En segundo lugar, las Congregaciones particulares, que están formadas por el cardenal Camarlengo, que es el encargado de la administración de la Santa Sede durante la Sede Vacante y tres cardenales asistentes, elegidos por sorteo cada tres días. Se encarga de los asuntos más inmediatos y urgentes de la Iglesia y de la Sede Apostólica.
7. Servicios relevantes en el gobierno de la Iglesia durante la Sede Vacante.
Mientras está vacante la Sede Apostólica, el gobierno de la Iglesia queda confiado al colegio de los cardenales. Todos los dirigentes de las instituciones curiales y los miembros pierden su cargo, excepto el Penitenciario Mayor, cardenal Angelo De Donatis, y el Limosnero de Su Santidad, cardenal Konrad Krajewski, quienes continúan con sus funciones bajo la autoridad del colegio cardenalicio. Los secretarios son los que se ocupan del gobierno ordinario de las instituciones curiales, según establece la Constitución apostólica Praedicate evangelium (FRANCISCO, 2022: 375-455). Dentro del colegio cardenalicio, existen una serie de servicios que tienen una mayor relevancia y que van a estar presentes con diferentes funciones durante este período de fallecimiento del Santo Padre hasta la elección de su Sucesor para el gobierno de la Iglesia: Camarlengo: cardenal Kevin Joseph Farrell. Decano del colegio cardenalicio: cardenal Giovanni Battista Re. Vicedecano del colegio cardenalicio: cardenal Leonardo Sandri. Decano de la Orden de los Diáconos (Protodiácono): cardenal Dominique Mamberti. Decano del Orden de los Obispos: cardenal Giovanni Battista Re. Decano del Orden de los Presbíteros: Michael Michai Kitbunchu. Sin perder de vista la actuación del Maestro de ceremonias: monseñor Diego Giovanni Ravelli.
8. Visión de un pontificado reformador (2013-2025).
Los gestos y las palabras son signos evidentes de entender un pontificado; los gestos son actos o hechos que implican un significado, las palabras, suele decirse que son voces significativas. Sin duda, cada pontificado se expresa con los rasgos de su propia personalidad para desarrollar la misión del ministerio petrino, del mismo modo que cada persona se caracteriza por la forma de afrontar las circunstancias a través de las cuales tiene que conducir al pueblo de Dios, en su peregrinación. Las circunstancias son un factor esencial para comprender su misión. Cada papa ha sido diferente, pues cada uno conforma una personalidad distinta. San Juan XXIII, llevó a la Iglesia al diálogo con un mundo separado de la transcendencia. Convocó el Concilio Vaticano II y san Pablo VI tuvo que encauzarlo adecuadamente y culminarlo con sobresaliente. Sin duda, Juan Pablo I, apareció como la sonrisa de Dios, pero su pontificado fue mínimo: treinta y tres días. A la figura de san Juan Pablo II, que atrapaba a todos con su aspecto resolutivo y mantenía su apuesta del teatro, en el cual desarrollo su vocación, no se le aceptó bien su actitud sobre la moral sexual o su defensa a ultranza de la vida o su oposición respecto a la teología de la liberación, proveniente de los gabinetes intelectuales europeos, pero puesta en práctica por las comunidades de base en América Latina.
En el caso del papa Francisco hay que reconocer su peculiar forma de expresarse a través de los gestos: la aparición en la Loggia central de la Basílica para dar su primera bendición sin la estola pala y la muceta roja ya daban señales que lago era distinto. El dar las buenas tardes y pedir la bendición del pueblo de Dios, reunido allí, en la Plaza de San Pedro y terminando después de un breve silencio que no se olviden de rezar por él, marcaban signos relevantes sobre lo que se venía encima. Dejar los apartamentos pontificios fue otro aspecto muy notorio de la personalidad del nuevo papa y que quería dar esa nueva impronta a su pontificado. Otro aspecto para tener en la memoria fue el esforzarse en ir recuperando poco a poco aquellas expresiones de buena educación como eran gracias, permiso, perdón para alimentar la armonía cotidiana. Esto daba la sensación de que habíamos entrado en otra dimensión, con respecto a la Iglesia, sus maneras y sus formas, a veces, un tanto desfasadas (Gestos y palabras en el magisterio de Francisco - CISAV, s.f.).
Las actitudes de Francisco, papa reformador (MENOR, 2025; 2-3), hay que situarlos junto a otros de mucha más resonancia, como el viaje a Lampedusa (ONTOSO, 2025: 6-7), y el anunciado y no realizado a la isla del Hierro, en Canarias, para manifestar su cercanía con los más débiles, los inmigrantes, los refugiados, desde el inicio del Pontificado; sus entrevistas con personalidades, los encuentros en forma de ruda de prensa en el avión con los periodistas y su determinación para afrontar temas que eran muy controvertidos, como la comunión para los divorciados en segunda unión, los homosexuales (PIQUE, 2014: 291-310), las uniones civiles o incluso las personas trans, no binarias, etc. Estas y otras acciones son verdaderos gestos en los que se revela una sensibilidad profunda y una tensión para afirmar la dignidad de todas las personas, de todas y de cada una, pero especialmente la de las descartadas o en desventaja, de los excluidos y las personas de las periferias. No paraba de repetir que la Iglesia es de todos, que todos eran acogidos en la misma. Para todas esas personas y para todos los hombres sigue habiendo una Buena nueva, anunciada por la Iglesia mediante esos signos a veces muy pequeños como el abrazo, la sonrisa, la visita al lecho de dolor, al que se encuentra solo, la ducha y la comida para los sintecho. Era todo un programa basado en el Evangelio de Jesucristo. Un hombre de dialogo y del encuentro (RUBIN, AMBROGETTI, 2013: 113-114). En todo gesto lleva unido el acto que exhibe una intencionalidad, porque la lleva impresa; la palabra, a su vez, es vox significativa y por ello mismo, es una intencionalidad expresiva. No sería adecuado interpretar el sentido de los gestos del papa Francisco, sin escuchar sus palabras; ni tampoco, construir con su discurso una determinada doctrina o una mera ortodoxia abstracta, sin conexión con sus gestos y, sobre todo, con la fe. Las palabras tienen una conexión inmediata con lo verdadero, al menos permiten la pregunta: ¿es verdad o no?, por su parte los gestos, por su inserción en la experiencia concreta ayudan a la verificación de la palabra. El papa Francisco recurrentemente invitaba a verificar en la experiencia, a tocar la mano del pobre, al abrazo y la acogida del necesitado, que significan tocar la carne de Cristo, a acoger al extraño, alimentar al hambriento (Gestos y palabras en el magisterio de Francisco - CISAV, s.f.). Era una clara actuación por el hombre y su dignidad. De alguna manera Francisco ha reequilibrado en cierto modo esta especie de distancia o falta de concordancia que se había planteado entre palabras y gestos, dando precedencia a los gestos sobre las palabras, porque las palabras pueden entenderse desde dentro del mismo Evangelio. Ha puesto de nuevo en primera línea, el lenguaje parabólico de los Evangelios en lugar de la dimensión dogmática. En el modo de actuar del Santo Padre Francisco hay una especie de desarme dogmático, que no se trata de una negación dogmática, sino una precedencia al gesto que luego permite acoger también la palabra.
Respecto a la mujer, Francisco decidió incorporar cambios progresivos que desde el exterior del entramado de la Sede Apostólica pudieran verse como minúsculos, pero que presentaron grandes avances para quienes observaban dentro de la Iglesia. El nombramiento de Simona Brambilla como prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica marca un antes y un después en la Curia romana. Esta junto al cardenal Ángel Fernández Artime, nombrado Proprefecto. Por primera vez, una mujer encabeza un Dicasterio, lo que sería equivalente al puesto de ministra de un gobierno. Pero son muchas más las mujeres a las que el papa les ha dado puestos de relevancia. Otro caso es el de Raffaella Petrini, nombrada presidenta de la Comisión pontificia para el Estado Ciudad del Vaticano, es decir, la primera mujer presidenta del Gobernatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano. El Dicasterio de los Obispos, tiene hay otras dos mujeres: una monja francesa, Sor Yvonne, y una consagrada argentina, María Lia Zervino. Cada una con una aportación diferente. El Dicasterio de Laicos, Familia y Vida, dos de los cuatro altos cargos son mujeres: subsecretarias Linda Ghisoni y Gabriella Gambino. Y en el del Desarrollo Humano Integral, la número dos es Alessandra Smerilli, una religiosa y economista italiana. Otra de las mujeres con más visibilidad en los últimos años es la francesa Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo de los Obispos. Fue la primera mujer en tener derecho a voto en la asamblea. La revista Forbes llegó a incluirla en la lista de las cincuenta mujeres más influyentes del año. La gran mayoría de mujeres en la Curia son religiosas. Aunque también las hay laicas, como la argentina Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina; o como Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos (Mujeres en el Vaticano. Cinco mujeres en las altas esferas, s.f.). En 2016, se convirtió en la primera mujer en ostentar este cargo. Su trabajo representa un verdadero instrumento de servicio al Santo Padre y a los Obispos y, sobre todo, implica una responsabilidad eclesial que debe vivirse en espíritu de fe auténtica, al servicio del pueblo de Dios.
En cuanto al tema de los abusos, Francisco se enfrentó con mucha energía, desde el principio. De aquí que, la posición marcaba claramente la línea trazada ya el cardenal Joseph Ratzinger cunado era prefecto para la Congregación para la Doctrina de la fe y más tarde al asumir el pontificado en 2005. Era tal la acumulación de expedientes sobre abusos a menores por parte de sacerdotes, religiosos y laicos que no quedaba más remedio que poner manos a la obra. Si Benedicto XVI abrió la puerta y estableció los cimientos para resolver el asunto que no dejaba de ser una lacra para la Iglesia. Fue Francisco el que le tocó abrir la caja de pandora y dar un golpe en la mesa para combatir esta realidad tan horrenda. El 20 de agosto de 2018 fue cuando el papa hacía pública una carta donde daba cuenta de los abusos sexuales, de poder y de conciencia que habían sido cometidos por un gran número de personas consagradas y pertenecientes al clero diocesano. La impunidad durante muchos lustros una ley otorgada en una Iglesia que actuaba como una auténtica secta. No quedaba más remedio que cortar por lo sano y un profundo cambio de paradigma. El Santo Padre decidió acabar con la cultura del silencio, donde las víctimas se sentían desprotegidas y en manos de los victimarios. El planteamiento pasaba por una nueva estrategia y convocar una cumbre de todas las conferencias episcopales en Roma. Quedó fijada para febrero de 2019. Pero las cosas no se hicieron esperar, la Santa Sede decidió reducir al estado laical al cardenal norteamericano Theodore McCarrick, después de haberle retirado el birrete cardenalicio por sus abusos a menores. La tormenta se había desatado y ya no pararía hasta dejar el campo bien despejado. Otro caso sería el del español Juan Cuatrecasas víctima de la pederastia en la Iglesia, en un colegio del Opus Dei en Bilbao. También bien llamativo fue el de los obispos chilenos. Fue una dimisión masiva sin precedentes, los 34 obispos de Chile ofrecieron su renuncia al papa Francisco por el caso del obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrir abusos sexuales. Francisco entregaría un documento bien explícito en el que acusaba a la jerarquía eclesiástica chilena de negligencia en esos casos y al concluir las reuniones, le dio una carta a cada uno de los obispos. Y así seguirían otros casos sucesivamente. Evidentemente a la comunidad cristiana todavía le quedaba mucho camino por recorrer para poder superar con creces la cuestión de la pederastia clerical dentro de las filas de la Iglesia.
Lo más determinante fue el cambio de mentalidad producido en el mismo seno de la Iglesia. Las Órdenes y Congregaciones religiosas masculinas y femeninas, fueron las que primero pusieron los medios necesarios para afrontar estas circunstancias. Todas asumían una fuerte autocrítica sobre su actuación. El hecho de la ocultación de la verdad salto al vacío. El papa pondría de manifiesto que en ningún caso sería encubierto ni podía ser infravalorado, pues tal postura sobre los abusos llevaba a favorecer la extensión del mal y con una carga agregada de escándalos (ONTOSO, 2025:8). La situación de plena emergencia llevó a la publicación de diversos documentos sobre la protección de menores y personas vulnerables. La publicación vio la luz el 29 de marzo de 2019. Se trataba de Carta Apostólica en forma Motu Proprio del Sumo Pontífice Francisco sobre la protección de los menores y de las personas vulnerables (FRANCISCO, 2019), (Carta apostólica en forma de Motu Proprio Sobre la protección de menores y personas vulnerables, s.f.) así como a la ley N. CCXCVII sobre la protección de los menores y de las personas vulnerables del Estado de la Ciudad del Vaticano (Ley N.CCXCVII de Protección de menores y personas vulnerables del Estado de la Ciudad del Vaticano, s.f.) y a las Directrices sobre la protección de los menores y de las personas vulnerables para el Vicariato de la Ciudad del Vaticano (Directrices para la protección de los menores y de las personas vulnerables para el Vicariato de la Ciudad del Vaticano, s.f.). Los documentos plantean muy claramente la forma de actuar para una mejor trasparencia, a agilizar los procesos civiles y canónicos y aclarar los procedimientos para el cese de aquellos obispos involucrados en los encubrimientos de abusos de menores (ONTOSO, 2025:8). Sin ninguna duda, otro de los temas agarrados con fuerza por el papa Francisco fue la cuestión económica y financiera de la Santa Sede e igualmente la situación que arrastraba el IOR, el Banco Vaticano, denominado Instituto para las Obras de la Religión. No quedaba otra opción que implementar una serie de reformas económicas y financieras en la Sede Apostólica y en el estado de la Ciudad del Vaticano, enfocadas en la transparencia, la austeridad y la gestión responsable de todos los recursos. Estas reformas buscaban abordar problemas de corrupción y escándalos financieros, como los relacionados con el IOR, y fortalecer la Iglesia como una institución con una mayor responsabilidad y ajustada a una ética válida y responsable. Frente a una dispersión y una opacidad que tenían las cuentas vaticanas, reflejo de un campo abonado para la corrupción, Bergoglio buscó la centralización de la gestión, incrementando los controles financieros y verificar una mayor trasparencia.
Terminado el pontificado de Francisco las cuentas, seguían incompletas y deficitarias, a pesar de todos los esfuerzos realizados por el papa. Según exponía el último balance publicado, que correspondía al ejercicio de 2023, los gastos generados por la Curia romana y la administración de la Santa Sede se situaban en 46,5 millones de déficit. Aquí nos encontramos con un presupuesto donde los gastos suponen 484,4 millones de euros respecto a unos ingresos cifrados en 437,9 millones de euros. Además de la supervisión, se centralizó la gestión económica por medio de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), que fue creada por san Pablo VI en 1967 y reforzada por Francisco, de manera centralizada y bajo criterios profesionales.
Por otra parte, tanto el Consejo de Economía como la Secretaría de Economía, van juntas dentro del proceso de las reformas del papa Francisco. Esto era preciso para centralizar en ambos instrumentos el control efectivo de las cuentas, que se encontraban dispersas por las distintas Congregaciones, Dicasterios y Tribunales. Ante esta situación hubo que recomponer las competencias de cada organismo administrativo, bien relevando o bien asignando. Solo debería existir una entidad de control económico. En el Consejo de Economía además de ocho cardenales, en los siete laicos figuran dos mujeres españolas, entre otras, que son María Concepción Osacar Garaicoechea y Eva Castillo Sanz, con un mandato de cinco años para definir las grandes líneas económicas (Las reformas económicas de Francisco: más control y transparencia en las intrincadas finanzas del Vaticano, s.f.). Su avance para conseguir reducir gastos y sanear las cuentas, le llevó a tener resistencias en algunos de los sectores de la Curia romana, pero a pesar de todo Francisco aplicó las tijeras y desde 2021 ajustó a la baja el salario de los cardenales e imponer el pago de los alquileres de sus apartamentos (Vatican News, 2024).
Sin duda, la apuesta de Francisco por imponer auditorías externas, demostró que las normas impuestas por Benedicto XVI y Francisco no se cumplían, bien porque no se quería o bien no se sabía cómo hacerlo. Los expertos llegaron a la conclusión que ciertos departamentos mantenían sus propios equipos de contabilidad, que funcionaban al margen del sistema central. Por tanto, se debía imponer el nuevo sistema centralizado y no como algo sugerido o recomendado. Evidentemente todos los miembros de la auditoría externa concluyeron que preciso avisar al Santo Padre (FRATTINI, 2025: 178-202). Y así se hizo.
9. Conclusión
Estamos en un nuevo ciclo de la historia eclesial y de los pontificados. Si tenemos que plantear una conclusión sobre el pontificado de Francisco, comienza desde sus inicios y cuando sale sin la indumentaria propia al Balcón central de la Basílica, algo se perfilaba como novedoso o al menos diferente. Era aquel memorable 13 de marzo de 2013, en la Capilla Sixtina, donde dio su Acepto. Cuando pasadas las siete de la tarde, Jorge Mario Bergoglio asumía la potestad de Vicario de Cristo, otorgado por el Colegio cardenalicio, que se había reunido en Conclave. La fumata blanca salió por la chimenea instalada en la Capilla y se vislumbraba sobre el mismo tejado. Iba a ser un pontificado distinto a los anteriores desde muchos aspectos y parecía que una nueva primavera florecía en los jardines vaticanos y en la Iglesia. Una ola de reformas sacudiría a la propia Santa Sede.
En primer lugar: Francisco fue dinamizador de una Iglesia de las periferias. Era el primer papa argentino de la historia que partía del convencimiento de que una Iglesia autorreferente y autosuficiente es una Iglesia que lucha por si propia existencia.
En segundo lugar: Estar convencido de una necesidad ecológica en el mundo. Es decir, conversión de los ojos y oídos porque permanecemos ciegos y sordos. Conversión de la cabeza y del corazón, para poder apreciar y discernir la raíz del mal que anida en nosotros que afecta a la creación, con diagnóstico y terapia para asumir. Conversión de manos, no para destruir sino para compartir, proteger y bendecir.
En tercer lugar: Vivencia de la crisis migratoria global. Fue cuando decidió visitar al inicio del pontificado la isla italiana de Lampedusa para llorar a los que perdieron la vida en un Mar como el Mediterráneo que baña las cotas de Oriente y Occidente, del norte europeo y el sur africano. En 2016, al regresar de un viaje a Lesbos (Grecia), se trajo a tres familias sirias musulmanas. Entonces surgió la polémica por no dar prioridad a familias cristianas. No se hizo realidad el viaje a Canarias.
En cuarto lugar: Defensor de la paz mundial. Uno de los aspectos que han de tenerse en cuenta son el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba u Estados Unidos. La organización de una oración interreligiosa entre Israel y Palestina. Al día siguiente de la invasión de Ucrania por las tropas rusas, el 24 de febrero de 2022, el Santo Padre Francisco acudió solo a la embajada rusa ante la Santa Sede para expresar su gran preocupación por la paz y la dignidad de los pueblos. Diálogo para reconciliarse.
En quinto lugar: El papa de la sinodalidad. Si hay algo de novedoso en el pontificado de Francisco fue que ante la excesiva centralización eclesial para optar por iniciativas para llegar a una acción más misionera y más colegiada: la sinodalidad. En el año 2021, anunció un sínodo mundial de dos años de duración. Para hacer una Iglesia mucho más acogedora y participativa y menos clerical y uniformada.
En sexto lugar: Persecución de los abusos en la comunidad cristiana. Lleva a cabo la convocatoria de una cumbre especial sobre los abusos cometidos en el seno de la Iglesia para febrero de 2019, en Roma. Más tarde, publicaría el Motu Proprio Vos estis lux mundi (FRANCISCO, 2023: 394-404). Marca un hito sin precedentes en la lucha contra todo tipo de abusos, obligando a los clérigos y religiosos, a denunciar cualquier tipo de abuso del que tengan conocimiento.
En séptimo lugar: la lucha contra el clericalismo. Especial dedicación puso en la adecuación en el nombramiento de laicos, en puestos decisivos como fue el caso de Paolo Ruffini, elevado a la categoría de prefecto del Dicasterio para la Comunicación en el año 2018 y fue igualmente el primer jefe laico de un gran Dicasterio en la historia de la Santa Sede y que conlleva la voluntad de reforzar la vocación de los laicos en la propia Iglesia.
En octavo lugar: El papel de la mujer. Era un tema muy querido por el papa Francisco, quien incluso subrayó la necesidad de desarrollar una teología de la mujer. Más tarde, concedió el Premio Ratzinger a la francesa Anne-Marie Pelletier, biblista especializada en esta cuestión. El nombramiento de Nathalie Becquart perteneciente a la Congregación de Xavières como subsecretaria del Sínodo de los Obispos en 2021 es sin duda uno de los más significativos.
En noveno lugar: Reforma de la Curia y trasparencia financiera. Otro tema recurrente de Francisco fue tanto la reforma de la Curia romana como la trasparencia económica y financiera de la Santa Sede y la gestión de las finanzas vaticanas. En la línea lanzada por el papa estaba la lucha contra la corrupción y el blanqueo de dinero, así como la simplificación y clarificación de todos los procesos de toma de decisiones.
En décimo lugar: Dialogo con las religiones y el ecumenismo. Tras el discurso mal entendido de Benedicto XVI en Ratisbona, las relacione con el islam quedaron en punto muerto. Las entrevistas de Abu Dabi en Emiratos Árabes Unidos, donde selló un acuerdo histórico con el gran imán de Al-Azhar, Al-Tayyeb. Juntos firmaron un documento sin precedentes titulado Sobre la fraternidad humana (FRANCISCO, AHMAD AL-TAYYEB, 2019, 349-356) (Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi, 4 de febrero de 2019, s.f.). La famosa encíclica Fratelli tutti, que representa un paso decisivo en el diálogo interreligioso. En ella cita varias veces a Ahmed Al Tayyeb. En 2022, durante un viaje a Bahréin, se reunió por sexta vez en cinco años con el mismo Imán. No podemos olvidar la reunión con el ayatolá Al-Sistani en Irak, el Santo Padre demostraba su voluntad de diálogo con el islam Chií. Lo hizo con el Patriarca ortodoxo de Moscú; igualmente con el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, con quien se ha reunido una docena de veces y que le inspiró la encíclica Laudato si, y con el arzobispo de Canterbury, Justin Welby. El nuevo papa es elegido a la cuarta votación del Cónclave, sin contar la única del primer día, ha sido el 8 de mayo de 2025, que ha recaído en el cardenal Robert Francisco Prevost Martínez, OSA, siendo León XIV, 267 Romano Pontífice de la Santa Romana Iglesia.
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[1] Enrique Somavilla Rodríguez, OSA, es doctor en Teología Dogmática, Derecho Civil y Ciencias Económicas; licenciado en Teología Sistemática, máster en Doctrina Social de la Iglesia; máster en Relaciones Internacionales y Protocolo, máster en Derecho de la Unión Europea. Es Profesor Ordinario de Teología en el Centro Teológico San Agustín (afiliado a la Pontificia Universidad de Salamanca), donde ha impartido diversas asignaturas: Análisis Político y Económico; Sacramentos de Iniciación cristiana, Misterio de Dios, Cristología, Ecumenismo, Iglesias Orientales, Doctrina social de la Iglesia. Profesor Agregado en el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid (Centro Agregado a la Facultad de Teología del Norte, sede de Burgos) de Teología cristiana de las religiones: relaciones interreligiosas y Teología de la Comunicación. En el Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, Centro Adscrito a la Universidad CEU-San Pablo de Madrid, es Rector y profesor de Derecho Eclesiástico del Estado, Fundamentos de Derecho moderno y contemporáneo y Teoría del Derecho.