Ceremonial borgoñón: un repaso bibliográfico

Burgundian Ceremonial: a bibliographical review

 

Ana María Lobeto Álvarez

Consejería de Educación del Principado de Asturias

alobetoalvarez@gmail.com

 

Recepción: 22/05/2024 Revisión: 02/06/2024 Aceptación: 11/06/2024 Publicación: 21/06/2024

DOI https://doi.org/10.5944/eeii.vol.11.n.20.2024.41477

 

Resumen

Las Casas Reales europeas de época bajomedieval utilizaron el ceremonial como la puesta en escena de un programa propagandístico, responsable del traslado de la imagen que mejor podía convenir a la institución y que mejor se adaptaba a la cultura propia. Todas bebieron de la misma fuente: el ceremonial del Imperio bizantino, transmitido por el Imperio carolingio en Europa y el visigodo en la península ibérica. Los juramentos de homenaje y fidelidad, las coronaciones, las entradas reales, y todos los actos personales que al ser protagonizados por la figura del monarca adquirían carácter oficial -bautizos, matrimonios, muertes-, se celebraban a través de ceremonias en las que el uso de los símbolos y la precedencia acordada para el resto de los participantes en el acto se conjugaban del modo establecido en las ordenanzas correspondientes.

La etiqueta se convirtió en el aliado imprescindible del ceremonial y el protocolo, pues la regulación concreta de la forma de servir los alimentos o de proceder al vestido de las figuras reales, fue adquiriendo grado mayor de complejidad según aumentara la significación o el realce del soberano y de las personas más cercanas a él. Cada Casa Real creó y aplicó sus propias etiquetas, siendo la borgoñona y, posteriormente, la que resultó de la adaptación de ésta en la corte de los Austrias, las más complicadas de la historia de la monarquía en Europa central y occidental.

El objeto de este artículo es poner en evidencia los rasgos generales del ceremonial borgoñón a fines del siglo XV y principios del siglo XVI, a partir de un repaso general sobre una parte de la bibliografía publicada sobre esta cuestión. Se atiende especialmente a ese marco cronológico por ser el propio de figuras como María de Borgoña, su hijo Felipe de Austria y su nieto Carlos I de España y V de Alemania.

Palabras claves: Ceremonial borgoñón. Etiquetas de palacio. Orden del Toisón de Oro.

Abstract

The European Royal Houses of the late medieval period used the ceremony as the staging of a propaganda program, responsible for the transfer of the image thar could best suit the institution and that best adapted to its own culture. They all drank from the same source: the ceremonial of the Byzantine Empire, trasmitted by the Carolingian Empire in Europe and the Visigoth Empire in the Iberian Peninsula.

The oats of homage and Fidelity, the coronations, the royal entrances, and all the personal acts that, whwn carried out by the figure of the monarch, acquired an official carácter -baptims, marriages, deaths- were celebrated through ceremonies in which the use of the symbols and the precedence agreed upon for the resto f the participants in the event were combined in the maneer established in the corresponding ordinances.

Etiquette became the essential ally of ceremonial and protocol, since the specific regulation of the way serving food or of dressing royal figures acquired a greater degree of complexity as the significance or prominence of the sovereign increased, and the people closest to him.

Each Royal House created and applied its own labels, with the Burgundian one and, later, the one that resulted from its adaptation at the Austrian court, being the most complicated in the history of the monarchy in central and western Europe.

The purpose of this artiche is to highlight the general features of the Burgundian ceremonial at the end of the 15th century and the beginning of the 16th century, base don a general rewiew of parto f the bibliography published on this issue. Special attention is paid to this chronological framework because it is that of figures such as Mary of Burgundy, her son Philip of Austria and her grandson Charles V.

Keywords: Burgundial ceremonial. Palace labels. Order of the Golden Fleece.

 

Sumario

1. Introducción

2. El ceremonial borgoñón

2.1 Contexto cronológico, geográfico e histórico de la dinastía de la Casa de Borgoña

2.2 El Uso de Borgoña: breve historia, ceremonias de palacio y en las ciudades

2.3 Noticias de Laurent Vital sobre la Orden del Toisón de Oro

3. Conclusiones

4. Bibliografía

 

 

 

Summary

1. Introduction

2. The Burgundian ceremonial

2.1 Chronological, geographical and historical context of the dynasty of the House of Burgundy

2.2 The Use of Burgundy: brief history, palace and city ceremonies

2.3 News from Laurent Vital about the Order of the Golden Fleece

3. Conclusions

4. Bibliography

 

1. INTRODUCCIÓN

Carlos V, tras vencer en la batalla de Mühlberg en 1547, presentó a su hijo Felipe como su sucesor en los Países Bajos e instauró de forma oficial el protocolo borgoñón como el propio del Imperio español, al considerar que era el uso más correcto y adecuado para la alta categoría de sus representantes y la solemnidad que procedía en sus actos. Fue esta una decisión que repercutió en el estilo de ceremonial que iba a estar vigente en España en los siglos posteriores y por su trascendencia, no fue tomada de modo ligero. Según explica Carmelo Lisón Tolosana, fueron muchas las dificultades encontradas en Castilla en los inicios de su reinado: aspectos como la necesidad de ser proclamado en las sucesivas Cortes, el carácter poco refinado de los caballeros castellanos y la escasa cultura de la nobleza, además del recibimiento poco amistoso con motivo del desembarco, fueron motivando esta decisión[1].  La elección del Uso de Borgoña implicó un ceremonial más ostentoso o, como explican algunos autores, “una etiqueta más digna de tan alto cargo y que imponía una mayor distancia y respeto” (ALBALADEJO MARTÍNEZ, 2009-2010: 9-19). Oficializó entonces una etiqueta que se adaptó a la preexistente creando el protocolo y ceremonial de los Austrias, algunas de cuyas manifestaciones han llegado hasta la actualidad: por ejemplo, a través de condecoraciones como la Orden del Toisón de Oro,  tradiciones como el uso de la pila de Santo Domingo de Guzmán en las ceremonias de bautizo de los recién nacidos en la Familia Real, sin olvidar los símbolos borgoñones que durante varios siglos estuvieron incluidos en el escudo de la monarquía española.

¿Cuáles eran los rasgos que identificaban al ceremonial borgoñón? ¿Cómo eran sus actos, quiénes eran sus protagonistas, cuál el efecto producido en los destinatarios? ¿Cómo confluyó en la persona de Carlos, educado por Erasmo de Rotterdam en la corte de Flandes como un príncipe cristiano?  

La metodología usada en este artículo es de carácter expositivo y parte de la lectura y análisis de una selección de fuentes secundarias historiográficas publicadas hasta la fecha sobre esta cuestión, complementadas con una breve muestra de obras de historia del arte. La historiografía pone en evidencia que los castellanos se sintieron impresionados con el uso borgoñón. Por ejemplo, Dolores del Mar Sánchez expone con claridad esta visión cuando escribe:

“La etiqueta borgoñona llegará a España en la época de los Reyes Católicos, pero no son ellos los que la traen sino Felipe el Hermoso, descendiente de Felipe III el Bueno, y su enlace con Juana la Loca. En la ceremonia de consolidación de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, como Príncipes de Asturias, agasajará a sus suegros con un banquete borgoñón que impresionará positivamente a los Reyes, por lo ruidoso y festivo, tan diferente del uso castellano de las Coronas de Castilla y Aragón” (SÁNCHEZ GONZÁLEZ, 2015: 4).

Y, si bien queda fuera de toda duda el carácter solemne y magnífico del ceremonial borgoñón, un análisis sosegado de los usos castellanos podría contribuir a una consideración más elevada de estos.

 

2. EL CEREMONIAL BORGOÑÓN

2.1 Contexto cronológico, geográfico e histórico de la dinastía de la Casa de Borgoña

Carlos nació en la ciudad flamenca de Gante el 24 de febrero de 1500, donde vivió durante toda su infancia, por haber sido elegida por sus padres, Felipe y Juana, como residencia. El Imperio de los Habsburgo o “Sacro Imperio Romano Germánico” concentraba en 1500 un conjunto de territorios que hoy podemos identificar con buena parte de Europa central y oriental. El Imperio como tal se había formado en el año 962 bajo la dinastía sajona, a partir de la antigua Francia oriental (una de las tres partes en las que se dividió el Imperio Carolingio). Desde entonces hasta finales del XV, sus fronteras se fueron modificando, manteniendo la tradición imperial que convertía a la persona que asumiera la dignidad de emperador en la cabeza visible de un complejo entramado político e institucional, para el que el protocolo y el ceremonial eran instrumentos muy valiosos por su carácter unificador.

En 1477, veintitrés años antes del nacimiento de Carlos, se habían casado sus abuelos: Maximiliano, archiduque de Austria, heredero del Imperio, y María de Valois-Borgoña, hija de Carlos el Temerario, duque de Borgoña. El ducado de Borgoña (que hoy podemos hacer coincidir con la provincia del mismo nombre, al norte de Francia), tenía su capital en Dijon, y tras la Guerra de los 100 años se convirtió en un rival importante para el rey de Francia.  María no pudo disfrutar de los territorios que correspondían al ducado, pues le fueron arrebatados por el rey Luis XI de Francia a la muerte de su padre en la batalla de Nancy. Sin embargo, sí pudo aprovechar la rica tradición ceremonial representada por el “Uso de Borgoña”, que a partir de ese momento pasaría a la corte de los Habsburgo[2].

El retrato del pintor flamenco Michael Pacher representa a una joven bella, elegante, que muestra una actitud arrogante y muy sofisticada, a lo que contribuye sin duda el tocado en forma de cono que cubría su cabeza, el color oscuro de los tejidos, el diseño de sus complementos. Se realizó el cuadro en torno a 1490, ocho años después de su muerte, y como en el resto de su obra, el artista anuncia la explosión del Renacimiento, que viviría Europa a partir del siglo XV.

Ilustración 1  Retrato de María de Borgoña, de Michael Pacher (c. 1490). Fuente: https://www.wga.hu/html_m/p/pacher/various/4mary.html  Consultado el 15-05-2024

En cinco años de matrimonio, María dio a luz dos hijos, Felipe y Margarita. Ambos iban a ser eficaces instrumentos en las políticas matrimoniales desarrolladas en la época, y casados con Juana y Juan, hijos de los Reyes Católicos. De estos dos matrimonios, fue el que contrajeron Felipe y Juana en 1497 el que más nos interesa, pues de su fruto nacería Carlos, en Gante, en el año 1500.

La ciudad, a medio camino entre Brujas y Bruselas, formaba parte de la región de Flandes y había dependido desde 1384 hasta 1477 de los duques de Borgoña[3]. La región de Flandes era, ya a lo largo del siglo XV, la más desarrollada de Europa, como se desprende de la alta densidad demográfica, una agricultura que aplicaba técnicas vanguardistas para la época y un gran desarrollo de la industria -especialmente de los tejidos de lana, pero también de la metalurgia-. El desarrollo llevaba aparejado el impulso al comercio y la banca y, con éste, la promoción de una nueva burguesía que basaba su poder en la economía.

Cuando Felipe y Juana se trasladaron a Gante, eligieron como residencia el palacio de Prisenhof, palabra abreviada que en flamenco significa “la corte de los príncipes”. La ciudad fue incorporando a su vida cotidiana influencias procedentes de la corte principal de Bruselas, que fueron los que Carlos vivió desde su nacimiento:  el papel de los condes, los símbolos utilizados y las ceremonias celebradas, todos ellos elementos propios del ceremonial borgoñón.

 

2.2 El Uso de Borgoña: breve historia, ceremonias de palacio y en las ciudades

¿Cuáles fueron los motivos de la creación del Uso de Borgoña? No olvidemos que este ducado fue un territorio ambicionado por sus vecinos franceses y alemanes, por lo que necesitaba afirmar la legitimidad del poder de su príncipe (LECUPPRE-DESJARDIN: 2012, 103-121), siendo este uno de los principales esfuerzos entre 880 y 1478. Se trataba de un señorío formado por un amplio territorio, pero sin capital efectiva, en el que la corte y la cultura caballeresca habían jugado un importante papel unificador. El ducado se veía presionado de forma constante por los vecinos reinos de Francia y de Alemania y necesitaba reforzar su imagen y la de las personas que detentaran el poder, para lo que, como ya hemos visto anteriormente, el protocolo se podía convertir en un valioso instrumento.  Es por ello que se creó un ceremonial, caracterizado según el embajador Joaquín Martínez Correcher por la fastuosidad, la creación de una atmósfera divina alrededor del soberano, el establecimiento de un orden riguroso en los palacios y la homologación de los usos para todos los territorios, por distantes que éstos estuvieran (MARTÍNEZ CORRECHER: 1995, 75). Sobre todo, el protocolo y la etiqueta se convertían en un “instrumento de propaganda y de autoridad... para reforzar la jerarquía e imponer un orden” (NOEL, 2004: 141), objetivos tan necesarios en las naciones que se estaban gestando en los albores de la Edad Moderna.

El uso, etiqueta o protocolo de Borgoña fue creciendo y perfeccionándose a lo largo de los siglos antes señalados. María Albaladejo Martínez nos cuenta que las primeras ordenanzas se redactaron en el siglo XI tomando como base la etiqueta de Bizancio. En 1469, quedaron establecidas de forma escrita en una obra que condesaba los “modos y servicios dirigidos a su hijo Carlos el Temerario” (ALBALADEJO MARTÍNEZ, 2008: 12). Estas reglas fueron las  transmitidas por María, hija de Carlos y esposa de Maximiliano, a la corte de los Habsburgo, y no sólo consistieron en las normas acerca del modo de comportarse con los soberanos, el servicio de la mesa o el desarrollo de los banquetes, sino que comunicaron tal sensación de riqueza y lujo que, cuando Felipe de Habsburgo asumió en 1494 el gobierno de sus territorios, aprobó otras ordenanzas (por ejemplo, en 1497), en donde quedaba constancia del deseo de mantener esa etiqueta.

La imagen que aparece a continuación corresponde a una moneda en bronce dorado, en cuyo anverso, se retrata a Maximiliano de joven. Forma parte de la colección del Museo del Prado.

Ilustración 2. Maximiliano I de Austria-María de Borgoña de Giovanni Filangeri Candida (c. 1479). Fuente: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/maximiliano-i-de-austria---maria-de-borgoa/71f9646d-bac0-45a2-ba28-dc70a4899429. Consultado el 15-05-2024

 

No debía ser fácil adaptar las normas a la corte y ejecutarlas. Si retomamos el caso de la infancia de Carlos, debemos poner en evidencia el papel de su tía Margarita de Austria, hija de María y viuda por partida doble del príncipe Juan de Castilla (fallecido en 1502) y del duque Filiberto de Saboya (en 1504). Margarita fue la responsable de aplicar estas normas de etiqueta en la corte y palacios de Países Bajos, donde actuó como regente a la muerte de su hermano en 1506. Estableció su corte en Malinas a partir de 1507 y la organizó de forma que se convirtió en el modelo de corte renacentista de la época. Fue allí donde crio a sus cuatro sobrinos, a cuya esmerada educación orientó sus esfuerzos, dejándoles una gran impronta en forma de afición al arte, amor por la música y facilidad en el estudio de las lenguas.

 

2.2.1. El ceremonial de palacio

El espacio principal donde se aplicaban los Usos y Etiquetas era, lógicamente, las ciudades principales y los palacios reales. Podemos citar los casos del palacio de Malinas, donde vivía Margarita; el de Prisenhof, en Gante, y el de Coudenberg, en Bruselas.

El palacio de Prisenhof, en Gante había sido utilizado por los condes de Flandes desde 1366 y reconstruido por completo por Felipe III “El Bueno” de Borgoña (1396-1467) cuando se ampliaron los fosos del castillo hasta los antiguos fosos de la ciudad, lo que le daba un aspecto de isla en medio de un lago artificial. En 1499, un año antes del nacimiento de Carlos, se construyó una nueva muralla alrededor del castillo. Durante todos esos años, no sólo se utilizó como residencia, sino que en sus dependencias tenían lugar las festividades de los dos capítulos de la Orden del Toisón de Oro que se celebraban en la ciudad, aspecto en el que incidiremos un poco más adelante.

Krista de Jonge nos describe algunas de las ceremonias que se celebraban en la corte de Bruselas, que repartían las secuencias entre el palacio y las calles de la ciudad, unas protagonizadas por el soberano, otras contempladas por este. Por ejemplo, La “Joyeuse Entrée” consistía en la escenificación del encuentro solemne entre el soberano y la ciudad, que se producía en una hora ya anochecida para que la luz de las antorchas contribuyera a dar aún un mayor esplendor: el príncipe entraba por la puerta de Lovaina, precedido por los representantes de las corporaciones y los regidores. En la Grand Place eran recibidos por los magistrados y a continuación subían al palacio. Las fachadas profusamente adornadas, la representación de cuadros vivientes sobre estrados, los juegos artificiales y la música, la algarabía de las gentes en las calles... todo contribuía a un ambiente festivo en el que el mensaje comunicativo descansaba en el reconocimiento público de los derechos y privilegios de la ciudad, otorgados por el soberano (DE JONGE, 2003:63)

Un ejemplo de ceremonia en la que el soberano ejercía de espectador era la procesión dedicada a Nuestra Señora, u Ommengang, cuyos protagonistas eran los representantes de las instituciones de la ciudad integrantes de la élite social y económica: clero, cofradías religiosas, militares, corporaciones, magistrados. La comitiva se desplazaba desde la iglesia de Notre Dame du Sablon, en la Ciudad Alta, hasta la Grand-Place de la Ciudad baja, acompañados por carrozas en las que se representaban cuadros vivientes e, incluso, por elementos espectaculares, (un elefante llegó a desfilar en 1563). Dos semanas antes del desfile, se celebraba el “Gran Juramento de la Ballesta”, que tenía en el tiro anual al pájaro en la iglesia del Sablon, una de las escenas protagonistas (DE JONGE, 2003:64).

Las ceremonias, celebrando una parte importante de sus funciones en la calle, lograban sus objetivos: no solo la nobleza, sino también el pueblo -en el que incluimos esa incipiente burguesía que se estaba convirtiendo en un grupo social poderoso y con influencia- captaban el mensaje de poder y magnificencia que los ideólogos burgundios se empeñaron en transmitir.

 

2.3 Noticias de Laurent Vital sobre la Orden del Toisón de Oro

En este contexto, un elemento cobró un protagonismo especial: la Orden del Toisón de Oro, que nació como una orden de caballería, creada por Felipe el Bueno en enero de 1430, en Brujas, con ocasión de su boda con Isabel, hija del rey de Portugal. Tiene por tanto un origen borgoñón y llegó a Castilla de la mano de Felipe de Austria.

La siguiente imagen es muy conocida. Representa a Felipe “el Bueno”, padre de Carlos el Temerario y abuelo de María de Borgoña, portando el collar de la Orden. Vivió entre 1396 y 1457, fue hijo de Juan I sin Miedo y firme defensor de los intereses ingleses. Logró el control de un inmenso territorio.

Ilustración 3. Retrato de Felipe el Bueno, por Roger van der Weyden (1450).Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Retrato_de_Felipe_III_de_Borgo%C3%B1a. Consultado el 15-05-24

 

La palabra “Toisón” es francesa, y significa “vellón”, o conjunto de lana de un carnero u oveja que se esquila. La palabra tiene relación con el “Vellocino de oro”, mito griego referido a la piel del carnero custodiada por un terrible dragón en la Cólquide, región del mar Negro, que según la leyenda fue recuperada por Jasón, capitán de los Argonautas, con la ayuda de los talismanes mágicos de Medea, hija del rey. El mito griego fue utilizado por los ideólogos borgoñones para representar a la ciudad santa de Jerusalén, entonces cautiva de los musulmanes, convirtiéndose la creación de la Orden en una metáfora de la Cruzada que el Duque de Borgoña deseaba organizar apoyado en sus caballeros. Éste era otro instrumento para cohesionar los territorios, caracterizados por la diversidad de lenguas, gustos y gentes, pues reuniendo a los nobles como hermanos de armas en una misma cofradía, aseguraba la solidaridad y la paz entre ellos y fortalecía la fidelidad hacia su persona. La Orden fue creada bajo la protección de la Virgen y de San Andrés, constaba de 94 artículos y estaba formada por 24 caballeros, primero, y 31 después, de los que siete eran borgoñones. El centro de la Orden se instaló en la capilla de Felipe, situada en Dijon, cerca del palacio (MARTÍNEZ MUÑIZ: 2000, 61-62.

La divisa de la Orden era un collar, cuya descripción aparece detallada con ocasión de la entrega de la Condecoración por parte de Felipe II a su hijo, el príncipe don Carlos, en 1559: “Confiesso haber recibido el collar del Toisón, que tiene 26 piezas de fusiles y otras 26 piezas de eslabones esmaltados de blanco y azul, con sus llamas y con el Toisón, que pesó todo dos marcos y una onza y diez esterlines y también un libro de los Estatutos de dicha Orden(DOMÍNGUEZ CASAS: 1994, 48).

La Orden se convirtió en un eficaz instrumento de propaganda y cohesión, pues los soberanos borgoñones ofrecieron la condecoración a los reyes que eran sus aliados, para reforzar el vínculo contra el rey de Francia: ejemplo de estos soberanos fueron Alfonso V de Aragón y Nápoles (1445), Juan II de Navarra y Aragón (1461), Eduardo IV de Inglaterra (1468), Fernando V de Castilla y II de Aragón (1473), Fernando I de Nápoles (1473). Sus blasones, rodeados por el collar del Toisón de Oro, debían decorar el respaldo de los asientos respectivos en la sillería del coro del templo donde tenían lugar las ceremonias religiosas de los Capítulos (DOMÍNGUEZ CASAS: 1994, 42). De esta manera, se cruzaban los símbolos respectivos y intensificaba la fuerza comunicativa.

El primer monarca español que formó parte de la Orden fue Alfonso V el Magnánimo, rey de Aragón desde 1416 y de Nápoles desde 1442, que fue elegido en el capítulo celebrado en Gante en 1445 bajo la presidencia de Felipe el Bueno. Su hermano Juan II fue elegido en 1461 y Fernando de Aragón en 1473, ya bajo la presidencia de Carlos el Temerario.  En las Crónicas de los Reyes de Castilla, leemos que ocho días después de esa elección, dos caballeros borgoñones fueron designados para entregar el collar en España. Se encontraron con el entonces príncipe consorte de Castilla en Dueñas, celebrándose la ceremonia de investidura en la iglesia de Santa María (DOMÍNGUEZ CASAS: 1994, 43).  Podemos leer el episodio en: “De la venida de Vizcaya de los Embaxadores del Duque Carlos de Borgoña, el qual con singular amor embió al Príncipe Don Fernando su divisa del Tusón de Oro”, en la Crónica de Enrique IV. Memorial de diversas hazañas, de autor anónimo[4].

 

2.3.1. Las ceremonias del Toisón

Nos interesa especialmente la descripción de las ceremonias que hace Laurent Vital, refiriéndose al año de 1516, anterior a la partida de Carlos hacia España, cuando ya era rey por la muerte de su abuelo en enero.  Los actos tuvieron un doble motivo: realizar un funeral en memoria de los caballeros de la Orden fallecidos, y conceder nuevos collares. Se sucedieron durante tres días -25, 26 y 27 de octubre de 1516-, y tuvieron lugar en la iglesia de Santa Gúdula, en Bruselas y también en el propio palacio. La lectura de Vital nos permite conocer aspectos como la indumentaria de los celebrantes, su orden de precedencia y el desarrollo de la ceremonia, que vamos a comentar[5].

El atuendo ceremonial era de mucha magnificencia. En la primera jornada, de camino a la iglesia de Santa Gúdula, todos los caballeros:

 “iban vestidos de terciopelo carmesí, ceñidos por encima y arrastrando hasta el suelo, forrados de raso blanco, con capucho con borla igualmente de terciopelo y echado a la espalda a manera de cofia, según la moda de tiempos pasados; y encima de los vestidos llevaban mantos de la misma tela, que se abrochaban por encima del hombro derecho y quedaban abiertos por un costado, los cuales mantos estaban ricamente bordados con hilo de oro hecho a aguja por bordadores, teniendo sembradas mosquetes, cruces de San Andrés y vellones del Toisón todo a lo largo de esa bordadura; y encima de los mantos llevaban alrededor del cuello los collares de la Orden” (VITAL: 1992, 60).

El cronista describe con detalle el orden de precedencia de los caballeros en su trayecto hacia la iglesia. A la cabeza de la comitiva iban un grupo de señores y cortesanos, a los que seguían los reyes y heraldos de armas y los oficiales de la Orden, esto es: canciller, tesorero, escribano y el oficial del Toisón de Oro. Continuaba un segundo grupo formado por los caballeros de la Orden, colocados en filas de dos en dos, a los que seguían los maceros y el rey, que era la única persona que desfilaba sola. Tras el soberano desfilaban los títulos nobiliarios, todos ellos a caballo.

En la iglesia se celebró una ceremonia muy especial, con el rey y los caballeros sentados en sillones adornados con sus blasones de armas, separados del altar mayor por una estructura donde se situaban treinta cirios, blasonados con las armas de los caballeros de la Orden, colocados sobre un hachero.  El jovencísimo rey Carlos actuaba en calidad de jefe de la Orden y presidía la ceremonia. Un momento especial fue el momento de la ofrenda al altar mayor, que Carlos hacía en nombre de su abuelo Maximiliano. La ceremonia duró una hora y se acompañó de una plática que el escribano de la Orden dio sobre sobre la nobleza y virtud de los caballeros.

Tras la ceremonia religiosa, tuvo lugar un banquete en el palacio. Laurent Vital insiste en el carácter ceremonioso y lujoso que caracterizaba al uso borgoñón:

·         La sala esta profusamente decorada, y “tapizada con una hermosa tapicería representando la historia del Toisón, hecha de oro, plata y seda”.

·         Los comensales se distribuyeron en tres mesas: en una se sentaban los oficiales de la Orden; en otra, los caballeros, y en la del medio, el rey. La mesa del soberano estaba convenientemente dignificada, rodeada por una celosía, elevada sobre un estrado y adornada con un rico dosel.

·         Los platos fueron numerosos y muy elaborados.  Abundaron las carnes de cazuela, que fueron ofrecidas en varias ocasiones. Los comensales fueron muy agasajados, recibían los manjares en fuentes de plata portadas por cortesanos que eran acompañados por el sonido de las trompetas. Además de la carne, se sirvieron todo tipo de mermeladas, pasta, gelatina, tartas, flanes, galletas, frutas, almíbares, mazapanes, y por supuesto, diversos tipos de vino y de cerveza.

·         El banquete fue amenizado con música y cantores.

El segundo día tuvo una ceremonia religiosa, la misa de réquiem.  En la tercera y última jornada, los caballeros, en el mismo orden que se describió para la primera jornada, acudieron a la iglesia mayor a oír una misa cantada en honor de la Virgen María, patrona de la Orden junto a San Andrés. El vestuario también fue especial, pues “el Rey y los caballeros se vistieron con largos mantos de damasco blanco, forrado de raso blanco y ceñidos por encima, llevando la capucha roja con borla echada a la espalda, cofia de lo mismo y el collar de oro en el cuello” (VITAL: 1992, 64).

La historia de la relación del Toisón de Oro con la Corona española merece, sin duda, una atención más detallada, pero, en el marco de este artículo, conviene referirnos también al capítulo de la Orden que se celebra en Barcelona en el año 1519, poco después de la llegada de Carlos a España. Ha sido estudiado por Rafael Domínguez Casas, quien en un artículo publicado en 2001[6], realiza un exhaustivo repaso histórico y bibliográfico a la Orden del Toisón a partir de las crónicas de Georges Chastelain (1415-1475) y sobre todo, Olivier de la Marche (1425-1502). El interés del artículo reside sobre todo en el comentario artístico de los sitiales.

Este fue el único capítulo celebrado fuera de los dominios del duque de Borgoña. Pensemos por un momento en el larguísimo proceso temporal que se necesitaba para ponerlo en marcha: el rey inicia los preparativos el 22 de diciembre de 1517; las cartas de convocatoria se reciben en Utrecht el 10 de febrero y se envían a los destinatarios. Mientras, se prepara el traslado a España de los ornamentos necesarios (hábitos, collares, otros elementos). El rey decide celebrar la reunión el segundo domingo de octubre y teniendo en cuenta que Carlos había decidido ampliar el número de caballeros, se debe diseñar y crear un nuevo collar de ceremonia para el rey de armas: la Potence, que hoy se encuentra en la Cámara del Tesoro del Museo de Viena. Domínguez Casas se refiere a vicisitudes provocadas por la pérdida de los sellos de la Orden y los preparativos para las modificaciones pertinentes en la sillería gótica del coro de la catedral de Barcelona, cuyos sitiales fueron pintados por Juan de Borgoña, destacando la complicada heráldica del sitial del rey. Remitimos a la lectura del artículo para conocer la descripción pormenorizada que hace el historiador y nos hacemos eco de una de las conclusiones a las que llega: cómo Carlos utilizó el capítulo como un “instrumento de integración de sus variadas posesiones”, apostando por un ceremonial y puesta en escena espectacular y anunciando un tiempo nuevo que bebía en las raíces medievales, pero auguraba profundos e intensos cambios.

 

3.CONCLUSIONES

Este artículo ha tratado de poner en evidencia el valor e importancia del ceremonial borgoñón, partiendo del comentario de algunas de las ceremonias más importantes que se celebraban en los Países Bajos, además de las correspondientes a los capítulos de la Orden del Toisón de Oro, uno de ellos celebrado en Barcelona.

El papel de María de Borgoña adquiere gran importancia, pues hereda la tradición cultural y ceremonial del linaje de su padre, Carlos el Temerario, y lo transmite a su hijo Felipe. De su mano, el Uso de Borgoña adquiere un valor europeo, de difusión y a la vez de integración. Lo podemos considerar un perfecto ejemplo de instrumento de comunicación política, de puesta en valor de la importancia de un territorio -en este caso, el ducado de Borgoña-, permanentemente afectado por las ambiciones extranjeras. Su debilidad se convierte en su principal fuerza.

A los estudiosos de la historia de España nos interesa especialmente, pues, llegó de la mano de Felipe de Austria y fue elegido por Carlos como el Uso que iba a estar vigente en el Imperio. Las razones de esta elección serán desarrolladas en otro trabajo, pero está claro que la elección venía sobre todo motivada por la mayor efectividad de este ceremonial, ideado en el siglo XV en una corte, la borgoñona, que fue considerada la más sofisticada y lujosa de Europa.

 

4. BIBLIOGRAFÍA

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DOMÍNGUEZ CASAS, R. (1994): “Los símbolos borgoñones en el escudo de la monarquía española. De Alfonso V a Felipe I de Castilla” en Reales Sitios, nº 122, pp. 41-48.

DOMÍNGUEZ CASAS, R. (2001): Arte y simbología en el capítulo barcelonés de la Orden del Toisón de Oro (1519), Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcr78b1

DE JONGE, K. (2003): “La Corte de Bruselas bajo los Duques de Borgoña y la Casa de Austria (siglos XV-XVII)” en Reales Sitios, nº 158, 4º trimestre, pp. 63-70).

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LECOUPPRE-DESJARDIN, E. (2012): “Proclamar la autoridad, afirmar el poder, seducir al pueblo: una reflexión sobre la comunicación política en los antiguos Países Bajos borgoñones” en Edad Media. Rev. Hist., 13, pp. 103-121.

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[1] LISÓN TOLOSANA, C. (1992): La imagen del Rey. Monarquía, realeza y poder ritual en la Casa de los Austrias. Madrid: Espasa Calpe.

[2] La figura de María de Borgoña ha sido estudiada por historiadores como Ives Cazaux y Carl Vossen. Su papel en esta historia es muy importante, por ser ella la transmisora de los usos borgoñones.

[3] A partir de ese año pasó a la dinastía de los Habsburgo y con Carlos I, se incluyó en el Imperio español.

[4] ROSELL, C. (1953): Crónicas de los reyes de Castilla desde Alfonso el Sabio, hasta los católicos don Fernando y doña Isabel. Tomo tercero, p. 186.

             [5]  Seguimos para su comentario, la obra Vital, L. (1992): Relación del primer viaje de Carlos I con su desembarco en Asturias; presentación de Ignacio Gracia Noriega. Oviedo: Grupo Editorial Asturiano (pp. 60-64).

 

[6] DOMÍNGUEZ CASAS, R. (2001): Arte y simbología en el capítulo barcelonés de la Orden del Toisón de Oro (1519), Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado en www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcr78b1 el 15 de mayo de 2024.