Ceremonias funerarias: una mirada desde el poder blando. Comparativa de los Funerales de Isabel II de Inglaterra, Benedicto XVI y Constantino II de Grecia.

Funerary Ceremonies: a View from Soft power. Comparative Analysis of the Funerals of Queen Elizabeth II, Pope Benedict XVI and Constantine II of Greece.

 

Paula Cocera Arias[1]

Universidad Rey Juan Carlos

pcoceraarias@outlook.es

Recepción: 07/07/2023 Revisión: 21/11/2023  Aceptación: 04/12/2023 Publicación: 15/12/2023

DOI: https://doi.org/10.5944/eeii.vol.10.n.19.2023.38031

 

Resumen

La teoría del soft power eleva las cuestiones sociales y culturales al mismo nivel que las económicas y militares y, en el caso de ceremonias institucionales, está notablemente ligado al protocolo actual. Así, el presente artículo, una comparativa de las exequias de Isabel II de Reino Unido, Constantino II de Grecia y Benedicto XVI; hace hincapié en los factores del protocolo ligados al poder blando y estudia como ambas herramientas van de la mano en funerales de quienes eran, o habían sido, jefes de Estado. De este modo, de las singularidades de sus estatus y cargos ocupados emergen las peculiaridades y, con ellas, la posibilidad de leer tanto las ceremonias como su protocolo en clave política.

Palabras claves: Funeral de Estado, Isabel II de Inglaterra, Benedicto XVI, Constantino II de Grecia, Protocolo Internacional, Poder Blando.

 

Abstract

The theory of soft power raises social and cultural issues to the level of the economic and military ones. Therefore, in the case of institutional ceremonies, soft power is connected to the current protocol. Thus, this article, a comparative analysis of the funerals of Queen Elizabeth II, Benedict XVI and Constantine II of Greece, highlights the elements of today’s protocol linked to soft power and studies how both tools go hand in hand in funerals of who were or had been heads of State. Owing to their differences, singularities emerge and, with them, the possibility of analyzing them from a political perspective.

 

Keywords: State Funeral, Elizabeth II, Pope Benedict XVI, Constantine II of Greece, International Protocol, Soft power.

 

Sumario

1. Introducción

2. La teoría del soft power en el análisis del ceremonial institucional contemporáneo

2.1. Tres componentes generales

2.2. Aplicaciones y límites del poder blando

2.3. El protocolo y el ceremonial como elementos del poder blando

3. Los funerales de Isabel II de Inglaterra, Benedicto XVI y Constantino II de Grecia como acciones de poder blando

3.1. Funeral de Isabel II

3.1.1. Elementos simbólicos

3.1.2. Asistencia y precedencias

3.2. Funeral de Benedicto XVI

3.2.1. Elementos simbólicos

3.2.2. Asistencia y precedencias

3.3. Funeral de Constantino II de Grecia

3.3.1. Elementos simbólicos

3.3.2. Asistencia y precedencias

4. Conclusiones: el poder blando como eje de las ceremonias funerarias

5. Bibliografía

 

1. Introducción

En el presente artículo se realiza una comparativa de tres ceremonias funerarias de quienes eran o habían sido jefes de Estado en Europa: Isabel II del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, el papa Benedicto XVI y Constantino II de Grecia. En esta comparativa se pone el foco en un ámbito concreto, los elementos simbólicos, así materiales como inmateriales, y cómo estos son una fuente de poder blando –soft power– en el panorama internacional. Asimismo, no solo se tienen en cuenta los símbolos como elementos tangibles, sino también todas aquellas acciones o decisiones que conlleven un mensaje político como, por ejemplo, quiénes han sido invitados o no, quienes asistieron y cuáles fueron las precedencias en los distintos espacios, entre otros aspectos.

1.1 Metodología

El tema de estudio son tres funerales de quienes eran o habían sido jefes de Estado: Isabel II de Inglaterra, Benedicto XVI y Constantino II de Grecia. Así, el estudio de estos actos brinda una oportunidad única para investigar cómo los diferentes países se proyectan tanto a nivel nacional como internacional en un mismo contexto temporal, al contar con pocos meses de diferencia entre los actos.

De este modo, las preguntas de investigación planteadas son las siguientes: ¿Qué medios utilizan los países para transmitir su imagen, cultura e historia en actos como estos? En el caso de los funerales que no son de Estado, ¿también se pueden considerar actos de poder blando? Para responderlas, se procede a realizar un análisis de literatura que va a nutrir el marco teórico, en el que se consultarán otros artículos, libros y documentos que traten el núcleo del estudio: el soft power, protocolo y ceremonial y el simbolismo. Posteriormente, se procede a la visualización y análisis de los funerales y artículos de noticias, en el que se aplicarán los conceptos previamente mencionados.

Así, el objetivo principal es analizar desde el punto de vista protocolario los actos presentados como formas de poder blando. En primer lugar, se expondrá un marco teórico, que conjugará los tres componentes generales del poder blando, sus aplicaciones y límites, así como la literatura que ya ha relacionado el soft power con el ceremonial y el protocolo. Después se presentarán las tres ceremonias de forma separada donde se tratarán cuestiones generales relacionadas con el modelo de Estado, la religión y el papel del difunto; el espacio y las cuestiones relativas al itinerario que dotan de contexto general a cada una de ellas para poder ser analizadas, finalmente, la simbología y las asistencias.

 

2. la teoría del soft power en el análisis del ceremonial INSTITUCIONAL CONTEMPORÁNEO

Frente al crecimiento de la importancia de los flujos de información y la opinión pública para medir el grado de poder e influencia de un país, han surgido múltiples reflexiones que contemplan una nueva manera de hacer política que tenga en cuenta algo más que la capacidad militar y económica y que ha conducido a que cuestiones como los valores éticos y culturales tengan importancia a la hora de formular políticas (TORRES SORIANO, 2015).

«Es mejor ser temido, que ser amado», señaló Maquiavelo. Pues bien, Joseph Nye (2004), quien acuñó el término de Soft power o poder blando, afirma que actualmente, lo mejor es ser ambos (Ibidem). Este autor define Soft power como la capacidad de conseguir que los demás hagan lo que tú quieres que hagan mediante la atracción, evitando el uso de la coerción o la fuerza. Una primera corriente, la más estricta, asemejaba el poder blando a la influencia cultural y la segunda, más amplia, lo iguala con el poder no militar, que incluye tanto la influencia cultural como económica (VUVING, 2009).

En el proceso, por tanto, tienen un papel vital los símbolos, pues, tal y como sostiene Ketzer, la política se expresa a través del simbolismo (DOMÍNGUEZ & PÉREZ, 2022). No obstante, se marca una diferencia entre el símbolo y el símbolo político. García Pelayo, sostiene que «la función del símbolo político no se agota en comunicar algo, como el mero símbolo discursivo o lógico, sino que tal comunicación no es más que el supuesto para promover y sustentar el proceso integrador; su función no es sólo dar a conocer unas significaciones, sino transformarlas en acción» (ALEGRE, 2011).

De este modo, el poder blando contrasta con el poder duro –hard power–, al ser la habilidad de afectar el comportamiento ajeno influyendo en sus preferencias sin usar la coerción (VUVING, 2009), pues es más atractivo influenciar a los demás mediante atributos positivos y provocando un sentimiento de admiración, que hacerlo mediante coerciones violentas y amenazas (NYE, 2004). En definitiva, la reputación y la influencia se volverán un eje imprescindible para que los actores puedan conseguir sus metas (TORRES SORIANO, 2015).

También relacionados con el poder blando, y útil a nuestro análisis, debemos distinguir entre los conceptos de diplomacia pública y diplomacia cultural. La primera tiene como objetivo difundir una determinada posición política para fomentar la atracción de otros sectores o actores internacionales mediante la distinción de las ventajas de una relación bilateral o foros internacionales. La segunda, por el contrario, utiliza la historia del país, su cultura y su arte en actos como exposiciones, festivales o conferencias para aproximar la identidad nacional a las demás y promulgar así una imagen positiva (GONZÁLEZ OLVERA, 2022).

Así pues, la complejidad del escenario internacional no permite reducirlo todo a un solo tipo de poder e influencia, sino que para una correcta y exitosa actuación de un país frente a los demás, se debe realizar una equilibrada combinación de todos ellos (TORRES SORIANO, 2015).

 

2.1. Tres componentes generales

El poder blando tiene, al menos, tres componentes generales de los que deriva tanto su poder como su blandura: la benignidad –benignity–, el brillo –brilliance– y la belleza –beauty– (VUVING, 2009).

La benignidad –benignity– hace referencia a las relaciones internacionales, pues se trata de las actitudes positivas presentadas al tratar a la población o a los diferentes países. En consecuencia, esto generará gratitud y simpatía, favoreciendo relaciones pacíficas y benevolentes e incitando la cooperación (VUVING, 2009).

Por otro lado, el brillo –brilliance– está vinculado a las relaciones del agente con su trabajo, su manera de hacer y su éxito; este funciona como una extensión de una de las costumbres humanas, la de aprender del éxito ajeno. En consecuencia, el brillo generará poder mediante la admiración. Esta proviene de la capacidad de resolver problemas y superar retos, por ende, si un país es visto como capaz de algo, será mejor unirse a él que resistirse al mismo. De este modo, al ser exitoso en algo, aprender de ello es tanto efectivo como seguro para los demás países. En consecuencia, cabe la posibilidad de influir a los demás en la medida que estos copien o se inspiren en los valores del país que está ejerciendo el poder blando. Para conseguirlo, se pueden crear mitos o símbolos que lleven con ellos contextos de invencibilidad (VUVING, 2009).

Finalmente, la belleza –beauty– tiene que ver con la relación del actor con sus ideas, valores, causas u objetivos. De esta forma, la belleza es un componente del poder blando teniendo en cuenta la tendencia humana de unir fuerzas entre iguales, ya sea personas con el mismo objetivo o valores, así como el apoyo moral entre actores internacionales. Es decir, la belleza genera poder blando mediante la inspiración. En caso contrario, los valores u objetivos opuestos generarán una tensión y una mala percepción entre los dos o más actores; sin embargo, si se trabaja en la belleza, la cooperación es más probable (VUVING, 2009).

 

2.2. Aplicaciones y límites del poder blando

Como se ha señalado, el poder blando nace del atractivo de la cultura, política y políticas de un país determinado (GUEDÁN, 2005). Los eventos culturales, programas de intercambio, o el idioma del Estado, por otro lado, no serán productoras de poder blando, pero sí generarán entendimiento, imagen del país y presencia internacional, por lo que favorecerán la creación de la benignidad, belleza y brillo transformándose, en un futuro cercano, en acciones de poder blando (VUVING, 2009).

Sin embargo, un factor decisivo en la influencia blanda de un país desde el momento inicial es su modelo de Estado, pues la democracia es la forma de organización más popular, al ser moralmente superior sobre las demás. Con esta base, y de acuerdo con Torres Soriano (2015), serán estos países los que tendrán más facilidad para acceder a los medios productores de este poder y más credibilidad internacional (Ibidem).

Además, también hay factores de menor escala o símbolos que conllevan grandes capacidades de poder blando. En el caso de Estados Unidos, son aquellas marcas como Coca–Cola, o personalidades como Elvis Presley o Marilyn Monroe, como ha estudiado Guedán (2005). Por ende, en el caso de Inglaterra, una de las personalidades con más simbolismo y poder blando era –y sigue siendo– Isabel II, al tratarse de una de las monarcas con el reinado más longevo de la historia y por constituir, en sí misma, un importante símbolo de Estado.

Por otro lado, el poder blando no es ilimitado. Como se ha mencionado, no solamente consiste en ejercer poder sobre los demás, sino en hacerlo sin fuerza o coerción, lo que se convierte en su principal característica. Es por ello, que la cultura popular tiende a atraer a los agentes externos y ser la base de esa influencia, pero lo hará especialmente con aquellos agentes cuyos fundamentos sean parecidos por lo que el poder blando no se puede ejercer si no hay identificación (NYE, 2023).

Asimismo, el resultado de la generación u aplicación de poder blando no es inmediato, pues se trata de una imagen y una reputación que se afianza en el tiempo, sobre unos fundamentos sólidos y una proyección constante de los intereses y de la esencia cultural y nacional del país. Además, aunque cabe la posibilidad de influenciar directamente en metas específicas, generalmente tiene más impacto en metas globales de los países (NYE, 2023).

Finalmente, se debe tener en cuenta su naturaleza autónoma e imprevisible. Es decir, muchas de las manifestaciones de poder blando provienen de la sociedad, que no actúa con el objetivo de atraer a otros actores internacionales a su manera de vivir, siendo por tanto un reflejo de los valores sociales de cada comunidad (TORRES SORIANO, 2015).

 

2.3. El protocolo y el ceremonial como elementos de poder blando

El protocolo, por su parte, se entiende como «aquella disciplina que, con realismo, técnica y arte, determina las estructuras o formas bajo las cuales se desarrolla una actividad humana pluripersonal e importante; con el objeto de su eficaz realización y, en último lugar, de mejorar la convivencia» (DE URBINA, 2001). Otros autores, como Carlos Fuente (2008), definen el protocolo como un «un conjunto de normas o reglas establecidas por ley, decreto, disposiciones o costumbres, así como técnicas específicas tradicionales y modernas que son de aplicación para la organización de actos públicos y privados de carácter formal, ya sean de naturaleza oficial o no oficial y que se ejecutan con solemnidad o sin ella» (Ibidem). Asimismo, el ceremonial se define como «el desarrollo y contenido de los actos, así como conjunto de formalidades para la celebración de los mismos» (FUENTE LAFUENTE, 2008).

De este modo, y desde su origen en la antigüedad, el ceremonial o el protocolo sirven como herramientas de legitimización del poder político (SÁNCHEZ GONZÁLEZ, GÓMEZ REQUEJO, & PÉREZ MARCOS, 2015). El protocolo era un escaparate del poder, que elevaba a los fuertes y distinguía a los débiles, y que nació, por tanto, con el objetivo de ser la plástica del poder, tal y como afirma Fuente (2008) (Ibidem). De igual forma, el sociólogo Durkheim, por su parte, considera que la función principal del ritual es integrar y estabilizar la vida en sociedad, y reforzar la estructura de roles y estatus. No obstante, Kertzer afirma que este también es fundamental para el cambio político, no solo para afianzar situaciones preexistentes (DOMÍNGUEZ & PÉREZ, 2022). Así, tal y como afirman Domínguez y Pérez, «el ritual es una acción envuelta en una red de simbolismo que permite dar sentido a nuestro mundo al vincular el pasado con el presente, y el presente con el futuro» (2022) (Ibidem).

A día de hoy, fruto de la globalización y los proyectos de soberanía supranacional, el protocolo se ha sometido a una pragmatización y a una expansión de sus ámbitos de aplicación con la creación de, por ejemplo, el protocolo de los negocios, cuyo principal objetivo es la armonización de la organización y favorecer una comunicación eficaz, o el de las organizaciones internacionales[2]. Así, los encargados de la escenografía tratan de idear escenarios con un mensaje potente, prescindiendo de lo innecesario, sea en el ámbito que sea (FUENTE LAFUENTE, 2008).

El protocolo es la herramienta que permite organizar un acto en función del mensaje que se quiera transmitir, mediante la utilización de diferentes técnicas protocolarias como las precedencias o símbolos históricos y tradicionales. Como todo en el protocolo, las precedencias se deberán aplicar con cierta flexibilidad, pero se debe tener en cuenta que no son un fin en sí mismas, sino una guía. Así, en el caso de que una persona goce de varios rangos de forma simultánea, se deberá resolver aplicando la precedencia correspondiente según el objetivo del acto (DE URBINA, 2001).

En resumen, el protocolo servirá como catalizador del poder blando frente al duro mediante la aplicación de dichas técnicas y, como dice Sánchez González (2015), «el protocolo ha supuesto una representación teatralizada en la que, sobre un escenario y ante un público asistente, se escenifica una obra de teatro llamada “poder”», siendo estas técnicas las que permiten al público asistente entender y percibir el mensaje que se está intentando mandar de forma implícita (Íbid. Pág 11). De este modo, el protocolo será el encargado de afianzar uno a uno, los tres componentes generales del poder blando: la benignidad, el brillo y la belleza. El primero de ellos, mediante las invitaciones a los actos, saber quién acude y quién no y el por qué; el brillo, por otro lado, se fundamenta en la representación de la historia de la nación mediante los símbolos y/o escenarios y, finalmente; la belleza mediante el ceremonial, la pompa y boato.

 

3. Los funerales de Isabel II de Inglaterra, Benedicto XVI y Constantino II de Grecia como acciones de poder blando

3.1. Funeral de Isabel II

El primero de los casos analizados es el de la reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Isabel II. El Reino Unido es una monarquía parlamentaria donde el jefe del Estado –actualmente Carlos III– es además cabeza de la Iglesia anglicana, la religión mayoritaria del país. El país está dividido administrativamente en cuatro territorios: Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte (MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES, 2022).

Isabel II de Windsor fue la sexta mujer en ascender al trono inglés tras el fallecimiento de su padre el 6 de febrero de 1952, siendo coronada el 2 de junio de 1953 en la abadía de Westminster. Tras 70 años de reinado y habiendo celebrado el jubileo de platino meses antes, la reina falleció el pasado 8 de septiembre de 2022 en Balmoral (ROYAL UK, 2022).

La expresión «London Bridge is Down»[3], pronunciada ese mismo día y encargada de activar el protocolo a seguir después del fallecimiento de la reina, hizo tambalear la nación. Esas palabras suponían la pérdida de la única monarca que la mayoría de los británicos habían conocido, de la personificación de Reino Unido. Como consecuencia, la identidad nacional, su bienestar económico y social y su papel en el panorama internacional se desestabilizaban. Isabel II era inmutable, una referencia humana estable a lo largo de la historia reciente de la nación a pesar del Brexit, la Covid y los escándalos políticos. La reina suponía constancia y confianza, estando presente en el ritmo de la vida británica, monedas, banderas, buzones, etc. (LANDLER, 2022). Asimismo, la pérdida de Isabel II también tuvo consecuencias internacionales, teniendo en cuenta su importancia global en la historia contemporánea, siendo un vivo nudo con la Segunda Guerra Mundial y todo lo que ella conllevó. De hecho, son muchos los que afirman que probablemente nunca se vuelva a lamentar tanto la pérdida de una figura británica internacionalmente; que sea, de algún modo, el último instante de grandeza británica. Por todo ello, se considera que la reina es una pionera como figura de poder blando (LANDLER, 2022). A lo largo de su reinado demostró benignidad –benignity– mediante las visitas a 117 países (SCOTT, 2022); entre ellas, la visita de Estado a Irlanda en 2011, clave en la cooperación entre ambos países después de la declaración de independencia del Reino Unido en 1916 y sus consecuencias. Esta visita, además de ser una fuente de benignidad, lo fue de belleza –beauty–, al proyectar sus valores visitando el Croke Park de Dublín, donde 14 personas perdieron la vida a manos de las fuerzas británicas en la Guerra de la Independencia Irlandesa en 1920 y lamentando profundamente la pérdida de las víctimas (BBC NEWS, 2022). Por otro lado, 25 años más tarde, en 1945, Isabel II decidió participar en el Servicio Territorial Auxiliar de la Segunda Guerra Mundial, pese a la desconformidad de sus padres, los entonces monarcas (ROTHMAN, 2018). Siendo, por tanto, la belleza –beauty– lo que ha caracterizado la vida y el papel de Isabel II. Así, tanto la belleza como la benignidad conducirían al brillo –brilliance–, es decir, al éxito, que se manifestaría nacional e internacionalmente jubileo tras jubileo y, por último, en sus exequias. Prueba de su relevancia, el funeral costó más de £150 millones y fue seguido por más de 5 mil millones de personas (FRANK, 2022).

Como expresaba el protocolo, se celebró un funeral de Estado que, como señalan Domínguez y Pérez, es un acto público, oficial y solemne convocado por las instituciones públicas (2022). Este se llevó a cabo en la abadía de Westminster de Londres[4] el 19 de septiembre de 2022 a las once de la mañana, después de once días de velatorio (BBC NEWS, 2022). Históricamente, la abadía de Westminster ha estado ligada a la familia real británica desde su creación. En el siglo XI, el rey Eduardo el Confesor la mandó construir y, siglos más tarde, Enrique III construiría la iglesia, que fue diseñada no solo como monasterio para las funciones de culto, sino también para coronaciones y entierros de monarcas. Desde entonces, todos los reyes ingleses han sido coronados en ella, excepto dos de ellos: Eduardo V y Eduardo VIII (DEAN AND CHAPTER OF WESTMINSTER, 2018). De este modo, descansan en ella los restos de anteriores monarcas, poetas, científicos y músicos: como Isaac Newton, Aphra Behn, Charles Dickens, Stephen Hawking, o Beatrice Webb. Además, la abadía cuenta con memoriales a ciertas personalidades relevantes de la historia, literatura o ciencia inglesas como, por ejemplo, Jane Austen, las hermanas Brontë o el Cuerpo Médico del Ejército Real (WESTMINSTER ABBEY, 2023). Se podría decir, entonces, que se trata de un verdadero símbolo de la nación británica que relaciona y conjuga historia, monarquía y sociedad civil.

De este modo, la elección del escenario es, así, otra expresión de poder blando, además de la propia monarca. Esto se debe a que es un espacio asociado a la monarquía británica desde su construcción y es testigo de la continuidad del modelo monárquico a través de los tiempos. No solo eso, sino que a lo largo del tiempo se ha trabajado desde Reino Unido para asociar la abadía con la historia del propio país, con el lugar reservado a sus personalidades más importantes. Por todo ello, se trata de uno de los elementos distintivos del poder blando imprescindible para inspirar confianza y admiración de los demás actores internacionales.

Con respecto a la ceremonia, esta dio comienzo de forma posterior a la entrada de los mandatarios y personalidades tanto nacionales como internacionales a la abadía, así como de algunas actuaciones de los cuerpos de seguridad de Reino Unido. En primer lugar, el féretro de la reina llegó a la abadía de Westminster sobre el State Gun Carriage de la Royal Navy, rodeada de 142 miembros del ejército y seguida de sus familiares más cercanos. Entre ellos, el rey Carlos III junto a su hermana la princesa Anna, Andrew –el duque de York– y Edward –conde de Wessex–, acompañado por sus dos hijos William y Harry, entre otros (RTVE NOTICIAS, 2022), esto viene a simbolizar cómo el poder de la corona del Reino Unido está flanqueado por el ejército y el linaje, siendo la monarca la cabeza de ambos. Cabe destacar, además, la importancia que tuvo la etiqueta en este momento, pues el príncipe Harry y el príncipe Andrew no portaban el uniforme militar, a diferencia de los demás miembros presentes en la procesión, al haberse distanciado de las funciones reales (DUGGAN, 2022).

De esta forma, ambos distanciamientos se proyectaron de la misma manera, con el abandono del uniforme militar. No obstante, mientras que el príncipe Harry abandonó las funciones y renunció al título de Su Alteza Real de forma voluntaria (BBC NEWS, 2020), a Andrew le fueron retirados (BBC NEWS, 2022). Así pues, aunque los motivos por los que Harry y Andrew no ostentan el título de S.A.R. sean distintos, dicha diferencia no se percibía. Si bien la familia real británica estuvo envuelta de polémicas a consecuencia de estos dos casos, se les integró de igual forma en la procesión que seguía el féretro al entrar a la abadía, mostrando así la unión de la familia real frente a un acontecimiento de tal importancia, pero manifestando, a su vez, el papel de cada uno. Es decir, presentándose unidos como familia, pero no como institución, de la que Harry y Andrew ya no forman parte. Con ello, se generarían dos de los elementos troncales del poder blando, brillo y belleza, al haber sido capaces de solucionar las crisis en las que los valores, tanto institucionales como familiares, tenían un papel tan importante.

 

3.1.1. Elementos simbólicos

En relación con los elementos simbólicos en el funeral de Isabel II, destacan las piezas puestas encima del ataúd, así como dos momentos simbólicos clave al principio y fin del servicio. Debemos mencionar también el papel de los honores militares una vez fallecida S.M. la reina. El día de su fallecimiento, se le rindieron honores desde distintos territorios, tanto nacionales como de la Commonwealth y, en vez de realizar la clásica salva de 21 cañonazos, se dispararon 96, para honrar cada año de su vida, desde lugares como el Castillo de Edimburgo, el de Cardiff, en Stonehenge o Malta (BBC NEWS, 2022). Además, el día del funeral se le rindieron honores militares desde Hyde Park (EVERETT & MICALLEF, 2022). Por otro lado, y de forma previa a la ceremonia, la campana tenor de la abadía de Westminster se hizo sonar 96 veces durante 96 minutos (CNBC, 2022).

Al entrar a la abadía, se podía observar cómo el ataúd cargaba con los símbolos de la monarquía: la corona, el orbe, el cetro[5] y el estandarte, acompañados por un ramo de flores y una nota manuscrita de Carlos III, su hijo y heredero a la corona (FAULKNER & RUSSELL, 2022). En primer lugar, y como protagonista, se encuentra la Corona del Estado Imperial, que data de 1937, cuando se hizo para la coronación de Jorge VI, padre de la reina y que llevarían, desde entonces, los monarcas entrantes. Con ella, se transmiten los valores de majestad y soberanía, que se portan anualmente en la apertura estatal del Parlamento (MC DERMOT & BREWER, 2022). Por otro lado, el Cetro es otra de las joyas de la corona y tiene un papel protagonista en las coronaciones. En este caso, su origen data de 1661, en la Coronación de Carlos II, por la que se restauraba la Monarquía tras la Revuelta Inglesa, y refleja el poder y gobierno de la Corona. Asimismo, el Orbe del Soberano es otro de los objetos presentes en las coronaciones inglesas y otras coronaciones europeas; un globo de oro surmontado por una cruz, recordando que el poder del soberano es brindado por Dios, al que está sujeto. Al igual que el cetro, data de 1661 (FINNIS, 2022). Además, sobre el ataúd se encontraba un conjunto de flores que también refugiaba significante simbolismo, pues las elegidas fueron tomillo que hacía referencia al recuerdo y mirto, al matrimonio feliz, cultivado expresamente de un brote del ramo de la boda de la reina de 1947, con una nota manuscrita de su hijo «In loving and devoted memory. Charles R.». Todo ello descansaba sobre el Estandarte Real, un símbolo de la dinastía en sí mismo (DAVIES, 2022). De esta forma se representaba el poder soberano de la reina sobre el territorio nacional y parte del globo, en referencia a la Commonwealth. No solo eso, sino que también se proyectaba la longevidad de la reina y su reinado, así como de su dinastía y su cargo, mediante el Estandarte Real.

Al final de la ceremonia en la abadía de Westminster, se pronunció el himno que cerró las exequias en el que se sustituyó la letra de «God save the Queen» por «God save the King», dando, a la vez, por terminado el reinado de Isabel II y comenzado el de su heredero, Carlos III (EL MUNDO, 2022). Además, el gaitero personal de la reina interpretó por primera vez «Sleep Dearie, Sleep». Después de este, las personalidades que habían oficiado la misa, detrás de los reyes de Armas, abandonaron la abadía para dar comienzo a la procesión que trasladó el féretro desde Londres hasta el Castillo de Windsor (EL MUNDO, 2022). Ya en la Capilla de San Jorge en Windsor, y con la ayuda del bargemaster y Serjeants–at–arms¸ los atributos de la monarquía fueron colocados por el Decano en el altar, sancionando que Isabel II dejaba de ser la soberana. A continuación, Carlos III colocó el «Grenadier Guards’ Queen’s Company Camp» una versión reducida del Estandarte Real del Regimiento sobre el ataúd (FINNIS, 2022) y el Lord Chamberlain rompió su bastón de mando; simbolizando el fin del reinado y dando paso al cambio (BBC NEWS, 2022). A partir de entonces, el féretro, vestido con el Estandarte Real y acompañado del adorno floral, la nota manuscrita y el «Grenadier Guards’ Queen’s Company Camp», se ahondó en la Capilla de San Jorge, del Castillo de Windsor, al son de «Sleep Dearie, Sleep», interpretada una vez más por el gaitero personal de la reina. Finalmente, se pronunció el último himno de la ceremonia, el himno nacional (EL MUNDO, 2022). Así, este sería el último adiós de Reino Unido como nación a la Reina Isabel II.

Así pues, todos los elementos simbólicos, tanto materiales como intangibles, tenían un significado. De esta forma, haciendo a los símbolos protagonistas, se conseguía mandar un mensaje o mensajes al escenario internacional sin necesidad de pronunciar palabra, ejerciendo así el poder blando una vez más. En esta ocasión el brillo, materializado en el éxito de la ceremonia y proyectado mediante los símbolos reales, y la belleza, encarnada en los valores monárquicos que se contemplaban gracias al himno, la actuación del gaitero o la participación de Carlos III, entre otros, fueron determinantes. Además, la mayoría de los símbolos o acciones simbólicas no solo atañían a la importancia de Isabel II como reina, sino también al fin de su reinado, teniendo en cuenta lo difícil que fue asimilar a nivel nacional y global la pérdida de la reina y, posteriormente, la aceptación de su hijo como monarca. Con todo, estos atributos de la monarquía ponían de relieve la continuidad de la institución. Del mismo modo, en esta ceremonia no solo se despedía a la titular de la corona, sino que se daba la bienvenida a su heredero, participando, asimismo, de la idea de continuidad.

 

3.1.2. Asistencia y precedencias

El funeral de Isabel II fue un acto multitudinario al que acudieron más de 500 mandatarios, convirtiéndose en el mayor acto internacional organizado en décadas en Reino Unido. Además, fue visto por más de la mitad del planeta (RTVE NOTICIAS, 2022). Por ello, fue considerado como uno de los triunfos diplomáticos por The Guardian (ROBERTS, 2022). Así, mediante la ordenación en precedencias se transmitían múltiples y contundentes mensajes. Para un correcto desarrollo de este, el encargado del seating y, por tanto, de las precedencias, fue el duque de Norfolk, quien atendía a su vez los aspectos de protocolo del funeral más complejos (MENDICK, 2022).

De este modo, el factor más comentado sobre la asistencia al funeral de la reina de Inglaterra fue, irónicamente, las ausencias de mandatarios o representantes de algunos países, que debemos leerlos en clave política. Los Estados de Arabia Saudí, Rusia, Bielorrusia, Birmania, Siria, Venezuela y Afganistán no se encontraban entre los asistentes. Con respecto a Siria y Venezuela[6], se debe a que no hay relaciones diplomáticas entre los Estados; en el caso de Siria, se habría cerrado la embajada en Inglaterra en enero del 2022 (EMBASSY PAGES, 2022). Por otro lado, la ausencia de Rusia y Bielorrusia es fruto del intento común occidental de aislar al país como resultado de la invasión a Ucrania y, de forma parecida, no se invitó a Birmania como muestra de apoyo a la comunidad Rohinyá (PIPER & RAVIKUMAR, 2022). Finalmente, tampoco asistieron representantes de Afganistán a causa de la situación política actual (ARASTEH, 2022). El Salman de Arabia Saudí, por el contrario, no asistiría por decisión propia, pese a haber recibido invitación (THE GUARDIAN, 2022). Estados como Irán, Nicaragua y Corea del Norte, no contarían con representación de igual rango que los demás países, pues Reino Unido optó por invitar Embajadores, en lugar de jefes de Estado o de Gobierno (THE GUARDIAN, 2022).

De esta manera, Reino Unido mostraba al mundo el rechazo hacia las actitudes internacionales o nacionales de algunos países mediante la no invitación, o bien la invitación a responsables de menor rango, proyectando los valores nacionales a nivel internacional en una de las ceremonias más importantes en la historia reciente del país y generando, por tanto, esa belleza característica del poder blando. No solo eso, sino que fue, a su vez, un ejercicio de la ya mencionada diplomacia pública, es decir, un escaparate para afianzar e impulsar algunos acuerdos internacionales como, por ejemplo, el aislamiento de Rusia. Por lo tanto, Reino Unido utilizó el brillo y la belleza para trasladar un mensaje al escenario global de forma benevolente, aunque contundente, sin ejercer la fuerza o la amenaza.

Por otro lado, los demás asistentes, que acudieron como representantes de su país, tenían el rango de jefes de Estado o de Gobierno. Atendiendo a las precedencias, los primeros fueron los monarcas, seguidos de los dignatarios de la Commonwealth y, finalmente, los demás jefes de Estado republicanos.

Así pues, la realeza europea se sentó en los bancos opuestos a la familia de la reina inglesa, encabezados por la monarca más longeva, Margarita de Dinamarca (MENDICK, 2022), y seguida por los demás representantes reales según el criterio de antigüedad de su reinado. No obstante, en las Casas Reales en las que existen monarcas honoríficos o eméritos, el número de años que marcó la antigüedad fue la suma de ambos reinados. Por ejemplo, en España, se contó con un reinado de unos 38 años, al estar Juan Carlos I, el rey honorífico, vivo todavía y presente en la ceremonia. Este criterio se extendió también a los países cuyos reyes eméritos y honoríficos no asistieron, como es el caso de Bélgica. Así pues, las monarquías europeas fueron las primeras en precedencias con respecto a los demás países, ya sea por la cercanía geográfica, o bien por los parentescos, teniendo en cuenta que la mayoría de los presentes eran descendientes de la reina Victoria, a excepción del rey de Países Bajos que, aun así, también tenía vínculo. Conforme a este criterio, las precedencias quedarían de la forma proyectada en la tabla y manifestado en la posterior imagen, con la única excepción de la ordenación entre España y Países Bajos, plasmada en la tabla y que se podría deber, simplemente, a cuestiones logísticas.

 

Precedencias de las monarquías europeas según antigüedad en el funeral de Isabel II

# Precedencias

# según los años de reinado

País

Proclamación emérito/
honorífico

Proclamación rey actual

Años de reinado totales aprox.

Miembro Jarretera

1

1

Dinamarca

14/1/1972

50

2

2

Suecia

15/9/1973

49

3

4

Países Bajos

30/4/1980

30/4/2013

42

4

3

España

22/11/1975

19/6/2014

46

5

5

Noruega

17/1/1991

31

6

6

Bélgica

9/8/1993

21/7/2013

29

7

7

Luxemburgo

7/10/2000

21

8

8

Mónaco

6/4/2005

17

Fuente: Elaboración propia

En las últimas filas de esa misma sección destacaban miembros de las antiguas monarquías griegas, búlgaras o serbias (PELLICER, 2022). En este caso, el parentesco es claro únicamente con la familia griega que, igual que la mayoría de las monarquías europeas, eran descendientes de la reina Victoria. No obstante, ni la familia real búlgara, ni la serbia, tenían un parentesco de tal grado con la reina Isabel II, por lo que se entiende que ocupaban ese lugar como fruto de la cercanía geográfica y, una vez más, con un mensaje de apoyo al modelo de Estado monárquico, pese a que la monarquía ahí haya sido abolida.

Todavía más alejadas, se encontraban otras dinastías no europeas como, por ejemplo, los Bolkiah de Brunéi o Naruhito de Japón (PELLICER, 2022). Es preciso comentar que, tradicionalmente, los emperadores japoneses se mantienen alejados de los funerales como fruto de la creencia cultural de que la muerte es una fuente de impureza según el sintoísmo. No obstante, Naruhito decidió acudir por los lazos relacionales entre ambas Familias Reales (ARASTEH, 2022). Esto hace que se demuestre el poder blando de Reino Unido, al haber conseguido, sin coerción, fuerza o castigo; que los jefes de Estado de Japón, que no habían hecho ningún viaje internacional desde la entronización y se mantenían alejados de los ritos funerarios a causa de su cultura, se desplazaran hasta Reino Unido para estar entre los asistentes del funeral de Isabel II.

 

Un grupo de personas en una pista

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Ilustración 1 Identificación de los asistentes al funeral de Isabel II. Fuente: elaboración propia a partir de FULLER, G. (2022) Poll photo. El funeral de Isabel II en imágenes. AP, Londres.

 

Así, el mensaje que la monarquía inglesa lanzó al panorama internacional mediante las precedencias es el apoyo incondicional al modelo de Estado monárquico, situando a las monarquías frente a los familiares más cercanos de Isabel II y, por tanto, primeros en precedencias internacionales, por delante de las repúblicas o los propios miembros de la Commonwealth. Además, el mensaje va más allá, al incluir prácticamente en el mismo rango a antiguas familias reales o de familias reales de otro continente, mostrando así un apoyo a la institución en todo el globo, independientemente de los parentescos o de la cercanía geográfica, que únicamente se utilizó para la ordenación entre ellos. Asimismo, integrando en la ordenación de las monarquías europeas a los monarcas eméritos u honoríficos, se proyectó la creencia de que un rey lo es desde el momento en el que es proclamado, indistintamente del abandono o desempeño de las funciones (CAMPOS, 2022).

Los siguientes en precedencias fueron los asistentes representantes de países de la Commonwealth que acudieron al funeral en representación de su país como Justin Trudeau, primer ministro canadiense, o los primeros ministros de Australia o Nueva Zelanda (THE GUARDIAN, 2022). La ordenación de estos se hizo, también, según el criterio de antigüedad en el cargo, regla general del protocolo, pero separando los gobernadores generales de los primeros ministros, por lo que algunos países, como Australia, contaban con dos representantes.

También fueron invitados y asistieron diferentes representantes presidenciales de repúblicas, entre los que se encontraba el presidente de los Estados Unidos, de Francia, de Turquía y de Brasil. En representación de China, no obstante, asistió su vicepresidente Wang Qishan (THE GUARDIAN, 2022). Igualmente, cabe destacar la asistencia de Ursula von der Leyen y Charles Michel como representación de las instituciones de la Unión Europea, lo que supuso una sorpresa común después del Brexit. No obstante, la Unión Europea pretende mantener unos lazos estrechos con Reino Unido, motivo principal por el que asistieron en representación de la organización intergubernamental (SANDERSON, 2022).

Como se ha señalado, la ordenación de los jefes de Estado electos iba inmediatamente después de las monarquías y de la Commonwealth, lo que implicaba que estos últimos tenían precedencia sobre muchos líderes mundiales, independientemente de su importancia. Por ende, Joe Biden se sentó en la fila catorce, nueve filas detrás de Justin Trudeau. Además, en este caso Biden no podría ser el último en llegar, como de costumbre, sino que tuvo que estar en su sitio casi una hora antes de que comenzasen las exequias. Esto es debido al alto puesto en precedencias que ocupa en la mayoría de las organizaciones internacionales, siendo un ejemplo la OTAN que, pese a que se ordena por orden alfabético en inglés, siempre se coloca al lado del secretario general junto a Reino Unido y Turquía (RUBIO, 2022)

Ocuparon una posición preminente los anteriores primeros ministros ingleses que seguían vivos y sus cónyuges (MENDICK, 2022). En la primera fila se encontraban John Major, Tony Blair y Gordon Brown y sus correspondientes cónyuges; a continuación, David Cameron, Theresa May y Boris Johnson acompañados también por sus cónyuges y, finalmente, Liz Truss en la tercera fila. De este modo, el criterio de ordenación por precedencias atendía, una vez más, a la antigüedad. Así pues, aunque es habitual la asistencia de pasados jefes de Gobierno y/o Estado a actos institucionales en muchos países, en este caso se muestra la longevidad de la reina y, no solo eso, sino también la durabilidad y supervivencia de su mandato a lo largo de las diferentes etapas políticas del país.

Al mismo tiempo, cabe destacar la asistencia de personalidades religiosas, de diferentes creencias, a pesar de la religión de la monarca, el anglicanismo. Hubo representaciones judías, islámicas, budistas, bajistas, así como el arzobispo católico de Westminster y al arzobispo de Armagh, jefe eclesiástico de la iglesia de Irlanda (RTVE NOTICIAS, 2022). De este modo, teniendo en cuenta que la reina de Inglaterra no solo era la cabeza del Estado, sino también de la Iglesia Anglicana, se demuestra la tolerancia y la inclusión de las demás religiones existentes en Reino Unido, manifestando así que la reina gobernaba para todos, independientemente de la religión que se practicase. Más aún, se mostraba que todas las religiones tenían cabida en el país y, por tanto, al ser integrados de esta manera en una de las ceremonias más importantes de la historia reciente de Inglaterra, se inspiraría a otros países a seguir los mismos pasos.

Finalmente, es necesario reservar un espacio para la presencia de los miembros de la familia real inglesa: Carlos III, sus hermanos, sus hijos y nietos, así como otros miembros de la familia de la reina. El orden en que se sentaron sería equivalente al orden de precedencias. Los primeros, Carlos III y su mujer Camilla, lo hicieron en las sillas del Club de Canadá, elaboradas en honor a los caídos en la Segunda Guerra Mundial y que únicamente pueden ser utilizadas por los dos miembros de la realeza más mayores o el más mayor y su esposa, como era caso (GUNN, 2022) Así, se proyectó una vez más la terminación del reinado de Isabel II e, igualmente, la transmisión del cargo a su hijo Carlos III y a su consorte, Camilla.

Los miembros de la familia real se sentaron en la linterna sur, frente al féretro ubicado en la linterna central (SMITH, 2022). En la primera línea, junto con Carlos III y Camilla, se sentaron la princesa Anna y su cónyuge, el príncipe Andrew y el príncipe Eduardo y su cónyuge. En la segunda se encontraban el príncipe Harry y su cónyuge Meghan, la princesa Beatriz, su cónyuge, la hija del príncipe Eduardo y el hijo. Al otro lado, en primera fila, estaban el príncipe William, su hijo George, su cónyuge Kate y su hija Charlotte –quien no estaría presente sería el príncipe Louis, el menor de los hermanos–. A continuación, Peter Phillips –el hijo de la princesa Anna– y su hermana Zara Tindall, acompañada de su marido (BURACK, 2022).

En el caso de España, como se ha mencionado previamente, a la ceremonia para despedir a la reina asistieron los reyes actuales y los honoríficos, junto con el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares. De este modo, esta sería la primera vez que aparecieron juntos padre e hijo desde que Juan Carlos I se marchó a Abu Dabi en agosto de 2020 (DE MIGUEL, 2022).

No obstante, no sería hasta ese mismo día a primera hora, que la Casa Real española conoció la decisión del protocolo británico de que compartiesen espacio todos los representantes de cada familia en el servicio religioso. Por ende, los cuatro tomaron asiento en una misma fila, encabezados por Felipe VI, seguido por la reina Letizia y, a continuación, los dos reyes honoríficos, Juan Carlos I y Doña Sofía (DE MIGUEL, 2022).

Como consecuencia, la reacción de la opinión pública fue inmediata, y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares –presente en otra zona de la abadía–, indicó que «La representación de España hoy aquí en Londres la ostenta el jefe del Estado, que es Felipe VI, junto con la reina, acompañado por mí como miembro del Gobierno» (DE MIGUEL, 2022). Dando a entender lo que más tarde recalcaría Zarzuela, que la asistencia de los honoríficos era de carácter privado, atendiendo al parentesco de primos lejanos (GIL GRANDE, 2022).

De esta forma, pese que a nivel nacional la asistencia de los reyes honoríficos fuera de carácter privado, atendiendo así a la calidad de honoríficos, de cara a la escena internacional, Don Juan Carlos y Doña Sofía ocupaban ese espacio como los demás reyes eméritos u honoríficos por invitación, ya fuera como fruto del parentesco con la reina, o por protocolo.

 

3.2. Funeral de Benedicto XVI

Tres meses más tarde, despedimos a otra personalidad que también había sido jefe de Estado. En este caso, se trataba de Benedicto XVI, jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano hasta febrero de 2013.

El Estado de la Ciudad del Vaticano es un Pontificado Electivo, es decir, su jefe de Estado es el papa de forma, teóricamente, vitalicia. Además, el término de Santa Sede, utilizado muchas veces de forma indistinta, hace referencia al Gobierno central de la Iglesia Católica y, por tanto, es el órgano encargado de participar en las relaciones internacionales, sancionado en el tratado político de Letrán de 1929, donde Italia reconoce su jurisdicción sobre el Vaticano y su soberanía internacional (DÍEZ DE VELASCO, 1973). Por lo que el jefe de Estado del Vaticano es también la cabeza de la Iglesia Católica. Por otro lado, el equivalente al presidente del Gobierno o primer ministro es el cardenal secretario de Estado (MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES, 2022). Finalmente, cabe destacar que para la elección del papa después de la renuncia o fallecimiento del papa saliente, se celebra el cónclave una reunión de los cardenales de la Iglesia Católica en la que se elige a la nueva cabeza de la Iglesia Católica y de la Santa Sede. Este se lleva a cabo a puerta cerrada (BBC NEWS, 2013).

Así pues, Benedicto XVI, o Joseph Ratzinger fue el primer papa moderno en renunciar a su cargo en febrero de 2013, ocho años después de ser elegido pontífice, el 19 de abril de 2005, con 78 años. De este modo, falleció siendo papa emérito el 31 de diciembre de 2022 (VERDÚ, 2022). No obstante, y aunque mucha gente catalogase a Ratzinger de papa emérito, él era obispo emérito, tal y como señalaba Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (MILLÁN VALENCIA, 2023). Por ende, su funeral no se ceñía a un protocolo concreto, ya que era una situación inédita, por lo que acabó siendo un funeral diferente al de sus antecesores (PÉREZ, 2023).

El funeral, solemne pero sobrio, se llevó a cabo en la plaza de San Pedro del Vaticano el 5 de enero a las 9:30 (MILLÁN VALENCIA, 2023). Este espacio data de 1656, cuando el papa Alejandro VII se la encargó a Bernini, quien se ocupó de diseñar el proyecto. Asimismo, es actualmente el lugar desde el que se visualiza el resultado de los cónclaves, que se llevan a cabo en el Palacio Apostólico, la residencia del papa, situada en la plaza (BARCELÓ, 2021).

De este modo, el funeral estuvo oficiado por el papa actual y siguió el mismo rito que el de un pontífice reinante, realizado mediante el rito Ordo exequiarum Romani Pontificis, establecido por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de 1996 (RTVE NOTICIAS, 2023), aunque no fuera considerado funeral de Estado teniendo en cuenta que era un papa emérito, pero sí tenía carácter oficial. No obstante, el papa Francisco no gozaba de un estado de salud óptimo, por lo que, aunque presidió la celebración, fue Giovanni Battista Re –decano del Colegio Cardenalicio– quien condujo el rito a modo de ayuda (EL PAÍS, 2023).

Así pues, antes de dar comienzo a la ceremonia, se llevó el ataúd en procesión desde el interior de la Basílica hasta la plaza de San Pedro. Ahí, se dejó la Biblia sobre el féretro y personalidades como el arzobispo Georg Ganswein –su secretario– presentaron sus respetos (EL PAÍS, 2023). Seguidamente, fue el rezo del Santo Rosario lo que inauguró la misa, antes de que se interpretase, a coro, el «Salve Regina». En este momento, al ser un funeral abierto al público general, se rogó se evitase levantar carteles y ondear banderas, para no entorpecer la visión y el correcto desarrollo. Hacia el fin de la ceremonia, se procedió a realizar la eucaristía y los asistentes se dieron la Paz (LA VANGUARDIA, 2023). Finalmente, el cardenal Giovanni Battista bendijo el féretro (EL PAÍS, 2023). Al finalizar la ceremonia, el papa Francisco se acercó al féretro y, posando su mano sobre él, realizó una plegaria, simbolizando el cierre de una etapa de convivencia entre dos papas (PÉREZ, 2023).

 

3.2.1. Elementos simbólicos

Al igual que en los otros dos funerales tratados, los elementos simbólicos son múltiples y heterogéneos. Por ello, en primer lugar, trataré aquellos hitos simbólicos presentes en las ceremonias funerarias de los papas reinantes y que diferenció la ceremonia de Benedicto XVI de las demás. A continuación, abordaré los símbolos asociados al féretro y, finalmente, los aspectos simbólicos restantes por orden de aparición en la ceremonia.

De este modo, y en relación con los símbolos que lo distinguen de un papa reinante, se encuentran simplemente algunos detalles, como, por ejemplo, que el cuerpo no iba con el palio al cuello, un símbolo que refleja la condición de papa reinante (EL PAÍS, 2023). A diferencia de los Pontífices que fallecen siendo reinantes, su anillo de pescador no fue destruido después de su fallecimiento. Esta pieza se realiza a título personal de cada papa al llegar al cargo, y se destruye al morir; no obstante, el de Benedicto XVI simplemente fue marcado con una cruz al renunciar a su cargo (MILLÁN VALENCIA, 2023). Tradicionalmente, el anillo es machacado con un martillo tras el fallecimiento del papa y, con él, se fabrica el anillo para el nuevo ocupante del cargo. En este caso, al renunciar al papado, Benedicto XVI entregó su anillo, que se marcó con la cruz evitando la falsificación de documentos y, por ende, inservible. De hecho, pese a la tradición, cuando Francisco llegó al cargo, decidió no usar el oro para mostrar austeridad (MARTÍN, 2023). De este modo, el anillo no fue destruido del todo, sino que simplemente, quedó inutilizable (MÉNDEZ, 2022).

Por otro lado, el féretro del papa Benedicto XVI estaba cargado de piezas simbólicas. En la superficie, a los pies, se encontraba en madera su escudo. Dentro del féretro, se encontraba un ataúd con tres cajas: la interior, hecha con madera de ciprés; una metálica y otra de madera (VOZPÓPULI, 2023). En el interior, se encontraban los palios utilizados, aunque el cuerpo no los portase; así como las monedas del Pontificado: 7 de oro, simbolizando los años; 10 de plata, por los meses y 9 de bronce, por los días; en relación con la duración de su reinado (EL PAÍS, 2023). Dentro del féretro se encontraba también la mitra vaticana y el rogito, un pergamino que relataba la vida del fallecido, leído durante la ceremonia y colocado en un tubo de plomo (RTVE NOTICIAS, 2023). Este destacaba que «luchó con firmeza contra los delitos cometidos por representantes del clero contra menores o personas vulnerables, llamando constantemente a la Iglesia a la conversión, la oración, la penitencia y la purificación» (CAMPRUBÍ PONT, 2023).

De este modo, la mayoría de los símbolos que aparecieron en el funeral eran comunes con los demás papas, lo que implica que, pese a que hubiese factores –como el anillo de pescador– que marcasen la diferencia entre el papa emérito y los reinantes, respecto de los símbolos fúnebres, se le asemejó a los demás. Por otro lado, los símbolos más importantes fueron enterrados con el fallecido, a diferencia de lo que sucede en los enterramientos de los monarcas pues, aunque el funeral de Ratzinger siguiera la tradición común, los símbolos son personales, hechos a medida para cada papa, no como los atributos monárquicos. Así pues, mediante la incorporación de símbolos personales vinculados a la institución, se generaron dos de los elementos característicos del poder blando, el brillo y la belleza, al proyectar sus valores y su éxito u historia, con el objetivo de proyectar internacionalmente la relevancia y el aprecio a Benedicto XVI. Además, son varios los aspectos que se vieron envueltos en simbolismo a lo largo de la ceremonia que se deben tener en cuenta como, por ejemplo, el quitarse la mitra en señal de respeto como norma social o la aparición de varias lenguas en un mismo acto –español, inglés, italiano o portugués– esta última es, de hecho, otra manifestación de poder blando, atendiendo concretamente a la benignidad, al estar integrando en el desarrollo de la ceremonia las relaciones internacionales con países de otras lenguas y, por tanto, favorecer dichas relaciones y, a su vez, proyectar internacionalmente la presencia extendida de la Iglesia Católica, esto es, la globalidad del catolicismo. Además, al culminar la ceremonia, se procedió a hacer uso del incienso como herramienta purificadora (COPE, 2021), tanto al féretro como a los asistentes (LA VANGUARDIA, 2023).

Es preciso señalar también la vestimenta o etiqueta, un factor que mediante atributos visuales muestra la condición de quién lo porta, como pueden ser los trajes rojos de los cardenales (FERNÁNDEZ, 2018) o las camisas negras o moradas interiores. Por otro lado, los invitados preferentes, como los jefes de Estado o embajadores, vistieron de luto riguroso, a diferencia del resto de los asistentes (LA VANGUARDIA, 2023).

Finalmente, fueron muchas las personas que pronunciaban las palabras de «Santo Subito» en la plaza de San Pedro. Esta expresión se utiliza para pedir una rápida canonización, en este caso a Benedicto XVI, pero anteriormente utilizada con San Juan Pablo II (PÉREZ, 2023). Esto venía a poner de relieve la importancia del pontífice para la sociedad.

 

3.2.2. Asistencia y precedencias

En cuanto a los asistentes, fueron aproximadamente 50.000 personas las que acudieron a despedir al papa Benedicto XVI, frente a las 120.000 de aforo que se había previsto (NOOR HAQ, S.; BRAITHWAITE, S. et al., 2023). Esto puede ser porque el funeral se llevó a cabo el 5 de enero, un día antes de la epifanía y muy señalado en el calendario cristiano y europeo, por lo que muchos representantes institucionales o seguidores del papa podrían tener compromisos. Entre los asistentes, se encontraban 400 obispos y 3.700 sacerdotes (PÉREZ, 2023), así como una decena de jefes de Estado y cuatro primeros ministros (RTVE NOTICIAS, 2023). El resto, eran fieles que acudieron como público general, con el único requisito de hacer la cola para entrar (EL PAÍS, 2023).

Entre las personalidades religiosas se encontraban el papa Francisco o Georg Ganswein, el secretario de Benedicto XVI; así como diversos cardenales o sacerdotes, como se ha señalado. De este modo, el orden que se utilizó para las precedencias estuvo encabezado por el papa, seguido del secretario de Estado y los cardenales activos en función de las órdenes –episcopal, presbiteral o diáconos–. A continuación, las diócesis titulares y finalmente los cardenales jubilados. En cualquier caso, la precedencia en caso de igualdad en rango se hizo por edad o antigüedad en el cargo. Siguiendo a los cardenales se encontraban los arzobispos. Finalmente, los obispos de las diócesis sufragáneas (SOMAVILLA RODRÍGUEZ, 2019). Además, entre los cardenales aparecieron personalidades de otras ramas del cristianismo, como por ejemplo de la Iglesia Ortodoxa o personalidades eclesiásticas orientales (LA VANGUARDIA, 2023). Así, se muestra la ordenación y deferencia entre los diferentes representantes religiosos, incluyendo a su vez a otras ramas de la religión y, por tanto, ejerciendo la benignidad del poder blando solo que, en este caso, mediante los representantes religiosos.

Por lo que atañe a la presencia de líderes nacionales e internacionales, los únicos Estados oficialmente invitados a la ceremonia fueron Italia, por su relación con el Vaticano y representado por la primera ministra, Giorgia Meloni y por el presidente de la república, Sergio Mattarella; y Alemania, como país natal de Benedicto XVI, representado por el Canciller Olaf Scholz y el Presidente Frank–Walter Steinmeier, la ministra del interior, Nancy Faeser y el alcalde de Hamburgo y presidente del Consejo Federal, Peter Tschentscher. Así, la diferencia en los invitados entre el funeral de Benedicto XVI y, por ejemplo, san Juan Pablo II, puede ser otro de los indicadores del estatus del fallecido, es decir, de su carácter emérito pues, mientras al funeral de san Juan Pablo II se invitó a un gran número de mandatarios, al de Benedicto XVI se invitó, solamente, a los representantes de Italia y Alemania. No obstante, debemos tener en cuenta que Benedicto XVI solicitó un funeral solemne pero sobrio, por lo que la escasez en invitaciones se podía deber a un mero cumplimiento de sus deseos.

Los demás acudieron a título personal y privado (EL PAÍS, 2023). Entre esos países, se encontraban los reyes de Bélgica; la reina Sofía de España; el presidente de Lituania (CAMPRUBÍ PONT, 2023), Gitanas Nauseda; el de Polonia, Andrzej Duda y el de Portugal, Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa (ORTIZ CORTÉS, 2023); todos ellos jefes de Estado de países de gran tradición católica, por lo que, aunque su presencia fuese a título privado, también mostraban su relación con el catolicismo. Estos estuvieron ordenados según el orden alfabético en su idioma, tal y como muestra la siguiente tabla y fotografía. Finalmente, acudieron también embajadores como Joe Donelly, de Estados Unidos, o Isabel Celáa, de España (NOOR HAQ, S.; BRAITHWAITE, S. et al., 2023).

 

Precedencias de las autoridades internacionales en el funeral de Benedicto XVI

# Preced.

País

Nombre del país en su idioma oficial

Cargo del representante

Fecha de proclam.

Inicio relaciones con el Vaticano[7]

1

Bélgica

België, Belgique y Belgien

Rey

21/7/2007

1835

2

España

España

Reina honorífica

22/11/1975

1400s

3

Lituania

Lietuvos

Presidente

12/7/2019

1989

4

Polonia

Polska

Presidente

6/8/2015

1500s

5

Portugal

Portugal

Presidente

9/3/2016

1991

Fuente: Elaboración propia

 

De este modo, la presencia internacional en este acto apenas es comparable con el último acto de similares características, el funeral de san Juan Pablo II, que se conoce como «la mayor reunión de jefes de Estado fuera de la ONU», acogiendo a nueve monarcas y setenta presidentes y primeros ministros (NOOR HAQ, S.; BRAITHWAITE, S. et al., 2023). Así pues, es visible e identificable la diferencia en el trato internacional a un jefe de Estado en el cargo, y uno emérito, pues fueron más de una setentena de jefes de Estado y de Gobierno los que acudieron al último funeral de un papa, mientras que los que acudieron al funeral de Ratzinger no llegaban a veinte. Por ende, es fácilmente visible la diferencia en la benignidad, el componente del poder blando directamente ligado a las relaciones internacionales, ya que desprende más benignidad y es un acto internacionalmente más estratégico aquel al que acuden más líderes mundiales, que uno al que acuden una veintena y, la gran mayoría, a título privado. Esto se debe, igualmente, a que el poder de un emérito, a nivel internacional, es considerablemente inferior. Del mismo modo, y en concreto en el Estado del Vaticano donde la jefatura del Estado es electiva, la muerte de un honorífico no conducía a la elección de uno nuevo y, por ende, cambio de etapa, por lo que el interés internacional del encuentro disminuye.

 

Ilustración 2 : Situación de las autoridades europeas en el funeral de Benedicto XVI. Fuente: Elaboración propia a partir de PIETRUSZKA, R. (2023). Funeral de Benedicto XVI. El Periódico, Ciudad del Vaticano.

 

Finalmente, cabe destacar la presencia de conocidos personales de Ratzinger, entre los que se encuentran el ya varias veces mencionado, Georg Ganswein y las cuatro encargadas de su bienestar, procedentes del instituto Memores Domini, situadas en primera fila del funeral, al lateral del altar mayor, que viene a reafirmar, nuevamente, el carácter con tintes privados, de su funeral. (EL PAÍS, 2023).

A pesar de la poca participación internacional, España estuvo representada por la reina Sofía, Félix Bolaños, ministro de presidencia, relaciones con las cortes y memoria democrática (PÉREZ, 2023); Isabel Celaá, la Embajadora de España frente a la Santa Sede (SAVIO, 2023); el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella (CAMPRUBÍ PONT, 2023) y media docena de obispos españoles (RTVE NOTICIAS, 2023). De este modo, la precedencia entre los mismos fue sencilla: estaban ubicados en puntos o incluso espacios separados con una clara preeminencia de la reina Sofía sobre el ministro y la Embajadora.

A nivel histórico, las relaciones bilaterales entre España y la Santa Sede se remontan al siglo XVI, cuando los reyes católicos establecieron en Roma su primera legación permanente en el exterior. De forma más reciente, autoridades tanto españolas como del Vaticano han visitado de forma oficial ambos países en múltiples ocasiones y se han firmado más de una quincena de declaraciones, tratados y acuerdos (MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES, 2022).

Así pues, el papel de los representantes españoles consistió principalmente en mostrar los respetos de parte nacional y, también, a título personal, mediante un breve encuentro en la Embajada de España con los obispos y cardenales en Roma (SAVIO, 2023). Sin embargo, se debe tener en cuenta lo mencionado: en este acto la mayoría de los representantes internacionales acudieron a título personal y privado, al no tratarse de un funeral de Estado (EL PAÍS, 2023). De hecho, los reyes honoríficos asistieron a la misa inaugural del pontificado de Ratzinger y, años más tarde, en 2011, le recibieron en Madrid para celebrar en la capital las Jornadas Mundiales de la Juventud (PINA, 2023).

 

3.3. Funeral de Constantino II de Grecia

Por último, se analizará el funeral de Constantino II de Grecia. La República Helénica de Grecia es una República Parlamentaria, con un jefe de Gobierno y un jefe de Estado. El primero, Kyriakos Mitsotakis, ejerce el mayor poder político, mientras que el segundo, Katerina Sakellaropoulou, es la autoridad suprema del Estado y sus Fuerzas Armadas (MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES, 2022).

El funeral analizado se trata del exmonarca Constantino II de Grecia, rey entre 1964 hasta 1973, cuando su título fue abolido, así como la institución monárquica. Años más tarde, además, perdió la nacionalidad griega, y mantuvo la danesa al ser también nacional danés por matrimonio. Fue proclamado rey en 1964, al morir su padre, el rey Pablo I. Pocos años más tarde, se casó con Ana María de Dinamarca, descendiente de la familia real danesa. Finalmente, falleció el 10 de enero de 2023 a los 82 años como último rey de la República Helénica (ARBIDE AZA, 2023).

El funeral se llevó a cabo en la Catedral Metropolitana de Atenas el 16 de enero de 2023 a las doce del mediodía. Este lugar está significativamente ligado a la familia real griega, puesto que es donde el fallecido y su viuda, Constantino y Ana María, contrajeron matrimonio pocos meses después de su proclamación en 1964; así como el lugar en el que se casaron Don Juan Carlos y Doña Sofía, los reyes honoríficos de España, en 1962 (NAVA, 2023). De este modo, la catedral ha sido el escenario de muchos eventos importantes de la monarquía griega, ya fueran antes o después de la abolición del título de rey. Por ende, la elección ininterrumpida de la catedral como lugar para acoger eventos monárquicos después de la supresión de esta, supone la correlación inmediata entre la catedral y la familia real griega y, en consecuencia, la proyección de su historia en el panorama internacional, al tratarla como uno de los pocos símbolos que permanecen ligados a la monarquía, más allá de las antiguas residencias regias.

Antes de proceder al análisis de la ceremonia, es conveniente recalcar que las exequias fueron de carácter privado, tras el acuerdo al que se llegó ese mismo miércoles desde el Gobierno (EKATHIMERINI, 2023). Esto mandaba también un mensaje a la sociedad griega e internacional, por el que se devolvía, al menos por un día, la dignidad a la institución monárquica, pero no la gloria, al no tratarse de un funeral de Estado o público. Así, el capítulo de la monarquía griega se cerró, simplemente, de forma cordial. De forma previa a la ceremonia, se procedió a introducir el féretro en la Catedral en una breve procesión, que estuvo seguida por los hijos del difunto Pablo de Grecia, Felipe y Nicolás. El servicio religioso fue ofrecido por el arzobispo de Atenas, Jerónimo II, quien es además primado de la Iglesia Ortodoxa de Grecia, acompañado por el Santo Sínodo, la conferencia episcopal (EL PAÍS, 2023). Una vez comenzada la misa, también se utilizó el incienso para purificar el ambiente, como en la ceremonia funeraria de Benedicto XVI. Finalmente, la familia salió según el orden de precedencias sujetando los símbolos –condecoraciones y medallas–, entre tanto, quienes habían acudido a la puerta de la Catedral, corearon el himno de Grecia (RTVE NOTICIAS, 2023). Así, la sociedad monárquica helénica, apoyó y ensalzó el papel de la institución a la que representó Constantino II de Grecia, coreando de forma espontánea e informal el himno del país y recordando al mundo el cargo que ocupó el fallecido como último rey de los helenos, formando así un vínculo entre el país actual –representado por el himno nacional– y Constantino II de Grecia. Por otro lado, al dirigirse al cementerio para proceder al entierro, fueron sus hijos los que portaron el féretro (EL PAÍS, 2023).

 

3.3.1. Elementos simbólicos

A diferencia de los otros dos funerales, el funeral de Constantino II de Grecia no contó con un simbolismo tan diferenciado y que reflejase su condición de rey honorífico; sino que, al tratarse de un funeral de carácter «privado», los símbolos utilizados reflejaron más la propia vida del difunto, que su antiguo cargo.

En primer lugar, se encontraba el féretro, situado en el centro de la catedral. Este estaba envuelto de una bandera helénica y, sobre éste, a la cabeza, un arreglo de flores de muguet, las que lució su mujer Ana María en el ramo de la boda 58 años antes (EL PAÍS, 2023).

A los pies del ataúd, sus hijos Pablo, Nicolás y Felipe colocaron sus condecoraciones, entre las que se encontraban el Toisón de Oro de España o la Orden del Elefante de Dinamarca, que son, a su vez, símbolos monárquicos, al ser otorgados por monarquías (CASTRILLO, 2023). Además, hubo también un espacio reservado para su medalla olímpica, la medalla de oro en vela que recibió en los Juegos de Roma en 1960 (CABALLERO, 2023).

Así pues, en este caso los símbolos mostrados en la ceremonia fúnebre y que atañen, una vez más, al brillo –proyección del éxito– y a la belleza –la relación del actor con sus valores y objetivos–. Por un lado, las condecoraciones como el Toisón de Oro y la Orden del Elefante de Dinamarca, que hacían referencia a su estatus monárquico y que, junto con la medalla olímpica, proyectaban el éxito del fallecido, no solo como monarca, sino también como persona y deportista, lo que desprende brillo y belleza. Además, la belleza irradió también del uso de la bandera y del arreglo floral, al ser un vínculo directo con sus ideas y valores, como la monarquía, Grecia y la familia.

Ilustración 3 condecoraciones funeral Constantino II de Grecia. Fuente: elaboración propia a partir de Castrillo, B. (16 de enero de 2023). Las condecoraciones y el emotivo detalle floral del féretro de Constantino. Hola.

 

3.3.2. Asistencia y precedencias

A esta ceremonia fueron invitadas 187 personalidades, de las cuales 130 eran extranjeras –como jefes de Estado, otros monarcas o incluso familiares– (CABALLERO, 2023) y unas 60 personas nacionales entre los que se encontraban amigos, antiguos compañeros de clase o empresarios y políticos (EPT NEWS, 2023). Por tanto, en total acudieron representantes de una veintena de monarquías, así como de familias reales no reinantes, como la gran duquesa de Rusia, Maria Romanova; o Simeón de Bulgaria (CABALLERO, 2023).

En primera fila tomó asiento la familia del difunto encabezada por Ana María, la reina emérita, acompañada de su hijo mayor. Tras ellos, los reyes honoríficos Juan Carlos I y Sofía, al ser esta hermana del fallecido (EL PAÍS, 2023). Teniendo en cuenta que el orden de precedencias de esta institución no aparece en el Decreto oficial griego de precedencias, se entiende que el criterio de ordenación se basa en el hipotético orden de sucesión.

A la izquierda del féretro se encontraban actuales jefes de Estado de las monarquías europeas y, detrás, otros representantes. Esta sección se ordenó por orden de proclamación (CABALLERO, 2023), por lo que quedó de la siguiente forma: Dinamarca, Suecia, Luxemburgo, Mónaco, Países Bajos, Bélgica y España, proyectado en la siguiente tabla y puesto en la Imagen 4.

 

Precedencias de las monarquías europeas según antigüedad en el funeral de Constantino II de Grecia

# Preced.

País

Proclamación rey actual

1

Dinamarca

14/11/1972

2

Suecia

15/9/1973

3

Luxemburgo

7/10/2000

4

Mónaco

6/4/2005

5

Países Bajos

30/4/2013

6

Bélgica

21/7/2013

7

España

19/7/2014

Fuente: Elaboración propia

 

Países como, por ejemplo, Noruega o Inglaterra, que llevaban representación de la familia del monarca, no se encontraban en esta fila al no contar con la persona reinante, por lo que se colocaron por detrás. En el caso de Inglaterra, acudió la princesa Anna y en el de Noruega, los príncipes herederos Haakon y Mette–Marit[8] (CABALLERO, 2023).

De esta forma, la asistencia al funeral de Constantino II de Grecia, el último rey de los helenos es un claro ejemplo de desprender poder blando dentro de un mismo país, pues, el hecho de contar con representantes de prácticamente todas las monarquías europeas supone un claro ejemplo de benignidad, es decir, un trato positivo con demás actores internacionales. Así pues, la asistencia de los monarcas europeos no suponía solo atraer el foco mediático al funeral privado de un antiguo jefe de Estado, sino también ejercer poder blando con el gobierno griego en apoyo a la monarquía, que fue abolida años atrás.

Finalmente, es conveniente mencionar que los encargados de representar al gobierno helénico, a falta del primer ministro y el jefe del Estado, lo que suponía asimismo un fuerte mensaje republicano en una ceremonia de carácter monárquico, fueron el viceprimer ministro, Panagiotis Pikrammenos y la ministra de cultura, Lina Mendoni, que estuvieron situados en un espacio independiente de los dos mencionados previamente (EUROPA PRESS, 2023). De este modo, la ausencia de los dos cargos más altos de la República Helénica supone una respuesta inmediata a las intenciones de la familia real griega al invitar a las monarquías europeas, relegando al funeral a uno de carácter privado, aunque del que se desprenden importantes mensajes por parte de ambos interlocutores, República Helénica y monarquía.

 

Ilustración 4 Identificación de los asistentes al funeral de Constantino II de Grecia. Fuente: elaboración propia a partir de NENOV, S. (2023). Vista general del funeral en la catedral Metropolitana de Antenas. El funeral de Constantino de Grecia, en imágenes. AFP, Atenas

 

En resumen, ambos actores –tanto la familia real como el Gobierno y la Jefatura del Estado– ejercieron el poder blando el uno sobre el otro. No obstante, si atendemos a las consecuencias internacionales, la presencia de las demás monarquías europeas supuso, como se ha señalado, la atracción del foco mediático a la Catedral Metropolitana de Atenas.

En esta ocasión el papel de España también fue destacable por los lazos familiares entre las dos familias. Por parte de la familia del rey español, acudieron varios miembros: los reyes honoríficos, Juan Carlos I y Doña Sofía; los reyes actuales, Felipe y Letizia; las Infantas, Elena y Cristina y sus hijos Froilán, Victoria Federica, Juan, Pablo, Miguel e Irene (EL PAÍS, 2023). Por otro lado, el Gobierno no contó con representación alguna.

De este modo, el criterio de precedencias y seating lo define el papel de cada uno de los miembros. Mientras que Felipe y Letizia ocupaban una posición en la fila de los actuales jefes de Estado monárquicos europeos, los reyes honoríficos y las Infantas estaban enfrente, en la parte de los familiares y acudiendo a título privado. No obstante, sus hijos se ubicaban detrás de las monarquías, donde se encontraban los posibles sucesores de las monarquías, a falta de Leonor y Sofía. Por tanto, se entiende que las precedencias estaban definidas por el papel que ostentaba cada persona.

 

4. CONCLUSIONES: el poder blando como eje de las ceremonias funerarias

Después de este análisis, es posible extraer algunas conclusiones generales, aunque muchas de ellas emanan de forma particular en cada caso estudiado.

En primer lugar, es preciso tener en cuenta las diferencias entre los modelos de Estado, ya que, pese a que el papel del fallecido es –o ha sido– parecido en los tres casos, los tres modelos de Estado son diferentes; pues en Inglaterra se trata de una monarquía parlamentaria, en el Vaticano de un pontificado y, en Grecia de una república parlamentaria. Además, el estatus del fallecido no tiene por qué corresponderse con el modelo de Estado actual, como se ha mencionado, ya que en dos de los casos se trataba de cargos no vigentes, tanto en el Vaticano como en Grecia, uno por abdicación y el otro por abolición de su título personal, respectivamente. De este modo, estos aspectos, junto con la religión –Iglesia Anglicana, Católica y Ortodoxa, en este orden–, han sido esenciales a la hora de realizar, organizar y presenciar las ceremonias, así como de causar adhesiones de ciertos actores de la comunidad internacional.

Otro aspecto determinante ha sido el análisis del espacio, es decir, el lugar en el que se desarrollaron las distintas exequias. En primer lugar, el funeral de Isabel II se celebró en la abadía de Westminster, la misma que la vio convertirse en reina, un entorno en el que la familia real inglesa guarda mucha historia; así como en la Capilla de San Jorge, donde descansan actualmente sus restos. Además, al ser jefe de Estado vigente, su funeral se pudo seguir desde múltiples puntos de Reino Unido, ya fueran parques o plazas, inspirando un carácter público y estatal, al ser el único funeral de los tres que se tratase de un funeral de Estado. Por otro lado, las exequias de Benedicto XVI se llevaron a cabo en la plaza de San Pedro del Vaticano, la misma plaza desde la que se le vio acceder al pontificado, con entrada libre para presenciar la ceremonia, aunque no se tratase de un funeral de Estado. Finalmente, la ceremonia realizada para Constantino de Grecia tuvo lugar en la Catedral Metropolitana de Atenas, un espacio que, al igual que la abadía de Westminster, está altamente ligado con la historia familiar e institucional. No obstante, no solo no se trataba de un funeral de Estado, sino que se trataba de un funeral privado, por lo que no tuvo tanto seguimiento desde las calles como los dos anteriores. De este modo, se puede ver la similitud en lo que a espacios se refiere, pues todos ellos están altamente vinculados a la historia familiar e institucional de los tres fallecidos, sin importar el cargo que ejercían en el momento del fallecimiento. No solo eso, sino que se recalca lo previamente mencionado, es decir, los rituales -y en este caso también sus espacios- como forma de continuidad y de conexión entre el pasado y el presente y el presente con el futuro.

El cargo, sin embargo, fue determinante para el carácter del funeral, pues Isabel II, la única jefe de Estado en activo de los tres fue a su vez la única que contaría con un funeral de Estado. No obstante, junto con el de Benedicto XVI, ambos funerales serían públicos, con espacios habilitados para su seguimiento, a diferencia de las exequias de Constantino II de Grecia, que fueron privadas como consecuencia directa de la abolición del título de rey.

Con respecto a los elementos simbólicos materiales, tanto el funeral de Isabel II como el de Constantino II de Grecia muestran un féretro vestido con una bandera, aunque no de la misma categoría, pues la primera es el Estandarte Real y, la segunda, la bandera nacional –al no ser rey reinante–. El funeral de Benedicto XVI, sin embargo, muestra un ataúd sobrio de madera, en el que figura el escudo personal del fallecido, pero sin el estandarte o la bandera correspondiente. Por otro lado, se considera importante la comparación de los símbolos elegidos para exhibir junto al féretro. En el caso de Isabel II, encima del féretro restaban las joyas de la monarquía –Corona, Orbe y Cetro–, que reflejan el poder soberano sobre el Estado; así como las flores con la nota manuscrita, reflejando un ámbito más personal de la vida de la soberana. Por otro lado, en las exequias del papa emérito constaba la Biblia y el Crucifijo, dos símbolos que reflejan su unidad con Dios. Asimismo, el féretro del papa Benedicto XVI albergaba símbolos como los palios, las monedas del pontificado y la mitra vaticana, todos ellos comparables en valor simbólico a las joyas de la Corona inglesa, al tratarse de elementos exclusivos del jefe de Estado del Vaticano. En ambos casos, no obstante, se relacionaba al fallecido con su nación y sus símbolos. Finalmente, en el caso de Constantino de Grecia se optó por las condecoraciones personales, cuyo valor simbólico se centra en las virtudes, inspirando una vez más el carácter de la vida privada del difunto.

Otro de los símbolos presentes en las ceremonias era la música, especialmente el trato que se le dio al himno nacional. En el primer funeral, el himno sonó en dos ocasiones, al final del funeral en Westminster y al final del entierro en Windsor; en ambos casos, habiéndole cambiado ya la letra, de «God save the Queen» a «God save the King» y de forma solemne, utilizando los símbolos políticos para afianzar el cambio de etapa. En el caso del Vaticano, el himno no se interpreta de forma inaugural o al final y por tanto, de forma solemne, al no tratarse de un funeral de Estado. Finalmente, en las exequias de Constantino de Grecia, es la población que se agrupa a la puerta de la catedral quien lo canta de forma espontánea.

De este modo, pese a que los símbolos elegidos fueran diferentes y, por tanto, representasen cosas distintas e hiciesen referencia a realidades diversas, todos ellos desprendían brillo y belleza. En los tres funerales se eligieron símbolos que proyectasen tanto el éxito del difunto y de su paso por el cargo, como aquellos que transmitieran los valores de este y de su institución. Así, en los tres casos se proyectaba internacionalmente ese concepto integral entre el cargo y la persona, fomentando cada uno de los modelos de Estado y, a su vez, proyectando el éxito y los valores (brillo y belleza) de los mismos.

En relación con la asistencia, resulta llamativa la diferencia entre los tres funerales en prácticamente todos sus aspectos. En primer lugar, las ausencias. Mientras que las ausencias en la ceremonia de Isabel II fueron tan sonadas y se tomaron por muchos como un mensaje encubierto, las ausencias en los demás funerales fueron obviadas. La razón principal es la relevancia del fallecido y el número de asistentes. Es decir, en el caso de Isabel II, se trataba de la monarca más popular del mundo y la persona que desprendía más poder blando a nivel internacional, como ya se ha mencionado. Todo ello implicaba que el mundo entero lamentase su pérdida y acudiese al funeral, con muy pocas excepciones, al contar con más de 500 dignatarios, razón por la que el foco se puso en las pocas ausencias. De esta forma, el contraste es indudable, ya que, en los otros dos casos, el foco estaba en los asistentes, al ser funerales privados y de personas que ya no desempeñaban funciones oficiales.

Con relación a esto, los monarcas presentes en cada funeral fueron prácticamente los mismos en la ceremonia de Isabel II y Constantino II de Grecia, aun teniendo en cuenta que el funeral del segundo no fue de Estado. Sin embargo, aunque las monarquías representadas fueran similares, el criterio de precedencias fue muy distinto. En ambos casos, se eligió el criterio de antigüedad, pero no de la misma forma. Mientras que en Reino Unido este se obtuvo de la suma de los reinados entre el rey honorífico o emérito y el rey reinante, en Grecia se tuvo en cuenta exclusivamente la fecha de proclamación del rey reinante, lo que situaba a España en el último lugar, frente a la relativa preeminencia de España en el funeral de Isabel II. En el funeral de Benedicto XVI, por el contrario, se trataba del orden alfabético en cada país.

Asimismo, la presencia de los jefes de Estado o Gobierno electos estaba formada, en las exequias de Isabel II, por los jefes de Gobierno de la Commonwealth y los jefes de Estado mundiales que, en ambos casos, fueron ordenados por antigüedad de la toma de posesión, aunque los jefes de Gobierno de la Commonwealth tuvieron preeminencia sobre los jefes de Estado electos internacionales. En los otros dos funerales, al no ser funerales de Estado, la presencia de jefes de Gobierno o de Estado no era excesiva, por lo que no se pueden deducir las precedencias de la misma manera. Por un lado, los jefes de Estado o Gobierno destacados en el funeral del papa fueron los de Italia y Alemania, respectivamente, estando cada uno de ellos en un espacio diferente. En el del último rey de los helenos, por el contrario, no estuvieron presentes ni los jefes de Estado o Gobierno de Grecia, teniendo en cuenta que el título de rey fue abolido en 1973.

Al mismo tiempo, tanto las exequias de la reina de Inglaterra como las del papa acogieron a personalidades de varias ramas del catolicismo, mientras que el funeral de Constantino no contaba con esa variedad.

De esta forma, la benignidad desprendida en los tres casos es clara, pero muy diferenciada según el papel que estuviera ejerciendo el fallecido de forma inmediatamente anterior al funeral. Es decir, las exequias de Isabel II fueron las que más benignidad irradiaban, al ser una de las mayores reuniones internacionales celebradas en la historia contemporánea y contando con más de 500 dignatarios. De este modo, más sonadas fueron las ausencias que, además, se correspondieron con acciones diplomáticas implícitas y se entendieron como sanciones. Asimismo, aquellos países invitados fueron tratados con benignidad, respeto y buena voluntad. En el caso de Constantino II de Grecia, explícitamente, prácticamente solo se contó con dignatarios de monarquías, pero, aun así, la benignidad estaba presente, al demostrar el apoyo internacional entre países que cuenten con el mismo modelo de Estado.

En cuanto al papel del España en las tres ceremonias, en primer lugar, y tratando por tanto el caso con más repercusión mediática, el protocolo británico dispuso que los reyes reinantes y los honoríficos ocuparan un mismo espacio en el funeral de Isabel II. Totalmente contraria fue la decisión del protocolo encargado del funeral de Constantino II de Grecia, que dividió a todos los asistentes de la familia del rey de España en tres espacios diferentes. Finalmente, a las exequias del papa acudiría únicamente Doña Sofía –acompañada del ministro Félix Bolaños y la embajadora Isabel Celáa–, todos ellos ocupando un espacio diferente. De este modo, la distribución de la representación de España es muy diferente en todos ellos, dependiendo del papel que tiene en cada ocasión y a la tradición y concepción de cada país sobre las circunstancias. Además, si recuperamos la idea de De Urbina (2001) planteada al principio, vemos cómo las precedencias de las ceremonias en los representantes de España, tomando en consideración las ceremonias en las que estaban presente tanto los reyes reinantes como los honoríficos, encontramos que el objeto de la asistencia era distinto y, por ende, también lo fue el planteamiento de las precedencias.

Las cuestiones tratadas y comparadas a lo largo del análisis se recogen, de forma sintetizada, en la siguiente tabla:

TABLA COMPARATIVA DE LOS 3 FUNERALES

 

Isabel II de Inglaterra

Benedicto XVI

Constantino II de Grecia

Modelo de Estado

Monarquía Parlamentaria

Pontificado Electivo

República Parlamentaria

Religión del país

Cristianismo Anglicano

Catolicismo

Iglesia Griega Ortodoxa

Papel del protagonista

Monarca y Cabeza de la Iglesia Anglicana

Papa emérito

Último monarca

Inicio funciones

1952

2005

1964

Fin funciones (fecha y causa)

2022 – fallecimiento

2013 – renuncia

1973 – abolición de su título

Fallecimiento

8 de septiembre de 2022

31 de diciembre de 2022

10 de enero de 2023

Fecha del funeral

19 de septiembre de 2022

5 de enero de 2022

16 de enero de 2023

Espacio

Abadía de Westminster y Capilla de San Jorge

Plaza de San Pedro del Vaticano

Catedral Metropolitana de Atenas

Símbolos

Símbolos de poder: joyas de la Corona

Símbolos religiosos

Símbolos de virtud o personales (condecoraciones)

Asistencia internacional

Más de 500 mandatarios

Una decena de jefes de Estado y cuatro Primeros Ministros

Representantes de una veintena de monarquías y familias reales no reinantes

Precedencias

Monarcas (por años de reinado), Commonwealth, resto de presidentes Electos

Orden alfabético

Monarquías por antigüedad de proclamación

Asistencia de España

Reyes reinantes y honoríficos

La reina Sofía, Félix Bolaños e Isabel Celaá

Toda la familia a excepción de Leonor y Sofía

Precedencias de España

Juntos

Espacios diferentes para cada uno de ellos: diferentes cargos

Espacios diferentes para cada uno de ellos: diferentes papeles. Representantes de Estado, familiares y familia del rey

Fuente: Elaboración propia

En resumen, el análisis de las tres ceremonias funerarias permite, así, dar respuesta a las preguntas planteadas inicialmente y, especialmente, demostrar que unas exequias, ya sean de Estado, públicas o privadas, son una fuente fructífera de poder blando pese a su carácter delicado e íntimo en un momento vulnerable. Con todo, es posible extraer algunas conclusiones concretas.

En primer lugar y de forma conjunta, aunque los papeles de todos los difuntos sean, o hayan sido parecidos, la ejecución de las ceremonias, la elección de los símbolos y las decisiones de protocolo, son significativamente diferentes; pues las circunstancias sociales y políticas son muy dispares entre las tres situaciones, demostrándose el carácter adaptativo del protocolo. Del mismo modo, se debe tener en cuenta que la intencionalidad de los mensajes no es tampoco la misma y que una misma decisión, como puede ser invitar a miembros de antiguas familias reales, no tiene el mismo significado en la ceremonia inglesa que en la griega, al ser esta última precisamente un funeral del último monarca de los helenos en un país que ahora es una república.

Esto responde, en parte, a la primera pregunta de las planteadas en la introducción «¿Qué medios utilizan los países para transmitir su imagen e historia en actos como estos?». Estos atienden completamente a su contexto en la historia, su carácter en la actualidad y de la situación política del difunto. No obstante, a rasgos generales todos transmiten la imagen deseada mediante los símbolos mostrados en las ceremonias. Una vez más, se recalca que, aunque se utilice un mismo símbolo, se deberán tener en cuenta las circunstancias en las que se hacen.

Así pues, como resultado de las diferentes circunstancias, se eligió generar ese poder blando de una forma u otra, pero todos ellos con puntos en común. El caso más sencillo, al hacerse desde un funeral de Estado y, por tanto, en nombre de la nación, es el de Reino Unido. No obstante, los funerales de Benedicto XVI y Constantino II de Grecia, también intentaron generar poder blando mediante la benignidad, la belleza y el brillo, aunque de diferentes formas y objetivos.

Por otro lado, y en respuesta a la segunda pregunta «en el caso de los funerales que no son de Estado, ¿son también poder blando?», se ha llegado a la conclusión de que, efectivamente, sí se podrían considerar acciones de poder blando, aunque no se traten de funerales de Estado o sean incluso privados, pues estas acciones no se hacen solo desde ámbitos nacionales, como se ha señalado al principio. De hecho, tanto el funeral de Benedicto XVI como el de Constantino II de Grecia lanzan mensajes al ámbito internacional, cada uno velando por beneficiar sus propios intereses.

Después de todo, queda probado que el protocolo, además de ser una fuente de simbolismo, es una herramienta sutil y contundente para transmitir mensajes e influir así en la percepción y relaciones internacionales. Es decir, el protocolo es uno de los utensilios más útiles y disimulados para influir en la presencia internacional, realizando día a día acciones de poder blando.

De esta forma, la investigación cuenta con ciertas limitaciones, entre las que se encuentran la dificultad de acceso a la información, teniendo en cuenta la naturaleza vulnerable y sensible de estas ceremonias, y que el análisis está sujeto a una interpretación relativamente subjetiva, lo que puede resultar en conclusiones variadas y probablemente contradictorias. Teniendo esto en cuenta, una posible futura línea de investigación sería analizar el impacto a largo plazo de las decisiones tomadas en los tres funerales, ya sea desde el punto de vista del país anfitrión o de los asistentes.

 

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[1] Estudiante del Grado en Protocolo, Organización de Eventos y Comunicación Corporativa en la Universidad Rey Juan Carlos.

[2] Algunos autores que han estudiado el protocolo internacional son: CHÁVARRI, T.: Protocolo Internacional. Tratado de ceremonial diplomático, Madrid, 2003; FERNÁNDEZ SOUTO, A. B.: El protocolo internacional en la globalización económica, Barcelona, 2012; MERINO REDRUELO, F.: Las Organizaciones Internacionales y su Protocolo, Madrid, 2008; VILLARUBIAS, F. A.: Tratado de Protocolo. Reino de España, organismo internacionales, corporaciones e instituciones públicas y privadas, Ediciones Nobel, 2019

[3] «El puente de Londres ha caído»

[4] Otros estudios que han analizado la abadía como espacio de poder ver: RIDGWAY, J. (1865). Westminster Abbey: its history, pageants, and royal memorials, from the foundation by Edward the Confessor, A.D. 1065, to the funeral of Henry V., A.D. 1422. London: Bell & Daldy.; STANLEY, A. P. (1896). Historical Memorials of Westminster Abbey. London: J. Murray.; BINSKI, P. (octubre de 1999). Westminster Abbey and the Plantagenets: Kingship and the Representation of Power, 1200-1400. Speculum, págs. 1030-1032.

[5] Véanse otros artículos que estudian los símbolos de las monarquías: DELGADO VALERO, C. (1994). El cetro como insignia de poder durante la Edad Media. Los clasicismos en el arte español. Actas del X Congreso del CEHA (págs. 45-52). Madrid: UNED; RODRÍGUEZ DE LA FLOR, F. (1995). Emblemas: lecturas de la imagen simbólica. Madrid: Alianza Editorial; SERRANO COLL, M. (2011). Los signos del poder: regalías como complemento a los emblemas de uso inmediato. Emblemata (17), 136-139; PERRUCA GRACIA, M. (2022). 'Que en este reyno usse nadie de insignias y de dominio y soberanía absoluta'. La disputa entre el virrey almirante de Castilla y los Carafa por el uso de las insignias regias en el funeral de la princesa de Stigliano. En H. Linares, & M. Perruca, Ceremonia, magnificiencia y ostentación (págs. 161-180). Madrid: Sílex Ediciones.

[6] Aunque The Telegraph (Arasteh, 2022) entiende que Venezuela no tiene relaciones diplomáticas con Reino Unido, la lista de Jefes de Misión establece que la embajadora es Rocío Maneiro desde 2014.

[7] PERMANENT OBSERVER MISSION OF THE HOLY SEE TO THE UNITED NATIONS. (31 de mayo de 2023). Diplomatic Relations Of The Holy See.

[8] Al final se encontraban también miembros de la Familia del rey de España, sus sobrinos, colocados según el orden de sucesión pero obviando a sus madres, que se encontraban en la nave opuesta.