CEREMONIAL Y PROTOCOLO A LA MUERTE DE BENEDICTO XVI

Humilde trabajador de la viña del Señor

 

CEREMONY AND PROTOCOL TO THE DEATH OF BENEDICT XVI

Humble worker in the vineyard of the Lord

 

 

Enrique Somavilla Rodríguez[1]

R.C.U. Escorial-María Cristina

enrisom@gmail.com

 

Recepción: 20/04/2023 Revisión: 05/05/2023  Aceptación: 05/05/2023  Publicación: 30/06/2023

DOI: https://doi.org/10.5944/eeii.vol.10.n.18.2023.37356

 

 

Resumen

 

El fallecimiento del papa emérito Benedicto XVI el 31 de diciembre de 2022, aunque esperado, sorprendió a todos. La primera noticia fue filtrada por el papa Francisco en la audiencia general de los miércoles, el día 28 en la Sala Nervi o también llamada Pablo VI. La Santa Sede se enfrentaba a un funeral distinto, no era ya un papa reinante, tampoco era el jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, pues con su renuncia efectiva el 28 de febrero de 2013, la Sede Apostólica había quedado en Sede Vacante. Son muchos los signos, símbolos y acciones, que caracterizan la actuación del gobierno central de la Iglesia católica. La riqueza de todos ellos es siempre impresionante. Se trata de poder visionar y contextualizar los pormenores de los ritos, las ceremonias y el protocolo que tiene lugar ante el deceso de un Romano Pontífice, muy parecido a cualquier otro, pero que posee muchos matices diferentes que le hace propio y distinto.

 

Palabras clave: Ceremonial, protocolo, pontificado, Benedicto XVI, funeral, Santa Sede.

 

 

 

 

 

Abstract

 

The death of Pope Emeritus Benedict XVI on December 31, 2022, although expected, surprised everyone. The first news was leaked by Pope Francis at the general audience on Wednesday, the 28th in the Nervi Room or also called Paul VI. The Holy See was facing a different funeral, it was no longer a reigning pope, nor was it the head of State of Vatican City, since with his effective resignation on February 28, 2013, the Apostolic See had remained a Vacant See. There are many signs, symbols and actions that characterize the actions of the central government of the Catholic Church. The wealth of all of them is always impressive. It is about being able to view and contextualize the details of the rites, the ceremonies and the protocol that takes place before the death of a Roman Pontiff, very similar to any other, but which has many different nuances that make it its own and different.

Keywords: Ceremonial, protocol, pontificate, Benedict XVI, Holy See.

 

 

SUMARIO

 

1. Introducción.

2. Panorámica de su vida.

3. En el fallecimiento del Santo Padre o de renuncia.

4. Etapas para el velatorio y exposición pública.

5. Aspectos del Ceremonial en el funeral oficial.

6. Protocolo de distribución de autoridades en la Plaza san Pedro.

6.-1. Respecto a las autoridades eclesiásticas.

6.-2. Respecto a las autoridades civiles.

7. Diferencias con respecto a otros pontificados.

8. A modo de balance

9. Conclusión

10. Bibliografía.

 

SUMMARY

 

1. Introduction.

2. Overview of his life

3. On the death of the Holy Father or resignation.

4. Stages for the wake and public exhibition.

5. Aspects of the Ceremonial in the official funeral.

6. Protocol of distribution of authorities in the Plaza San Pedro.

6.-1. Regarding the ecclesiastical authorities.

6.-2. Regarding civil authorities.

7. Differences from other pontificates.

8. By way of balance

9. Conclusion.

10. Bibliography.

 

1. Introducción.

Ante el fallecimiento del papa emérito Benedicto XVI, situación anómala desde el punto de vista eclesial y también desde el protocolo y ceremonial, vamos a enmarcar esta situación para ver cuál ha sido la realidad del funcionamiento del protocolo vaticano en esta ocasión tan peculiar. Hay que estar muy atento para vislumbrar los cambios, muchas veces sutiles, que nos ofrecen las diversas pistas de un ceremonial tan riguroso, atrayente y tradicional. El marco histórico puede situarse en que fue el primero que celebraba un papa reinante. Normalmente a la muerte del Santo Padre, el encargado de oficiar el funeral es el cardenal camarlengo. Es un acontecimiento único, singular, pero al mismo tiempo espectacular por lo que encierra y ante la atenta mirada de un gran escenario como es la Plaza de san Pedro. Luego hay dos aspectos diferentes: el primero es que el papa Benedicto XVI, no era un Pontífice reinante. Era emérito, porque ya no es jefe de Estado en la única monarquía absoluta electiva. De aquí que no se haga un funeral de Estado. Solo asistieron como delegaciones oficiales las de Alemania, cuna de Joseph Ratzinger y la de Italia, por motivos históricos y lealtad institucional. El segundo sería que el papa que ejerce de Vicario de Cristo, Francisco, presidiera tal evento. Se puede afirmar que, desde el punto de vista del protocolo religioso de la Santa Sede, el funeral por decisión de Francisco casi ha sido de Estado, además de extraordinario, se ha revestido de máxima solemnidad. Así todo, se ha percibido la sobriedad de la ceremonia y lo apropiado de la liturgia, tan rica de expresiones que tiene la Iglesia. Concelebraron 120 cardenales, 400 obispos y arzobispos y 4000 sacerdotes aproximadamente además de unos 70.000 fieles que honraron con su presencia en la ceremonia, la relevancia, la trascendencia y la aportación de Benedicto XVI en el seno de la Iglesia. Esto es lo que vamos a proponer, transmitir y exponer de la manera lo más nítida posible.

 

2. Panorámica de su vida

El Concilio Ecuménico Vaticano II ha sido determinante para la vida y la teología del papa Benedicto XVI. Su pontificado fue una continua referencia al Concilio, hasta un encuentro mantenido con los presbíteros la jornada anterior al anuncio de su renuncia. Estamos ya a más del sesenta aniversario de la inauguración del Vaticano II. Su legado extraordinario fue trabajado y asumido por Joseph Ratzinger, al ser uno de los peritos-teólogos de este. Su núcleo fundamental siempre fue el mismo: Jesucristo salvador del hombre, de cada uno y de todos en general. Benedicto XVI repetiría incansablemente que Dios es siempre nuevo porque es fuente y razón de la belleza (Ratzinger, 2003: 8-10), de la gracia y de la verdad. Se arrodillaba para escudriñar la teología. La fuerza de la fe le acompañó siempre a lo largo de su vida y al amparo del Espíritu Santo profundizó en el hombre Jesús que le arrebató desde joven porque era Dios quien guiaba sus pasos. Su modelo de estudio fue la Sagrada Escritura y los Padres de la Iglesia, con especial importancia a san Agustín (Gómez, 1972: 226). El eje central fue Jesucristo, desde la palabra y la persona; las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad y la Iglesia que articula todo lo anterior. Para ello no dudó en tener como espejo teológico la belleza y particularmente la música. Eran sus palancas decisivas para poder encontrarse con la Providencia. Pues “Dios es un acontecimiento de amor”, expresión que por sí sola hace plena justicia a una teología siempre armoniosa entre razón y afecto. “¿Qué podría salvarnos si no es el amor?”. Buscó incansablemente las maneras de establecer un diálogo con la cultura de su tiempo. Su teología está enmarcada desde esta premisa. Provocaba la actuación entre la razón y el corazón; así el afecto y el pensamiento (Blanco, 2014: 29-43), unidos a la racionalidad y la emoción, que tenía como finalidad llevar a todos la fuerza del Evangelio. Encontró las herramientas racionales para que todo hombre pudiese dar razones de su esperanza, haciéndose comprensible para aquellos que buscaban a Dios. Con su ejemplaridad, entusiasmo y caridad, demostró que buscar la verdad, algo tan agustiniano, era posible; llegar a la fraternidad (Ratzinger, 1962: 16); además, dejarse penetrar por la verdad suponía llegar a lo más dichoso del espíritu humano (EITB, 2023). Sin duda, el papa más intelectual de los últimos tiempos junto con san Pablo VI (Guitton, 1967).

Joseph Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl (Baviera), diócesis de Passau, en el seno de una familia rural alemana de profundas convicciones religiosas católicas, dentro de la Alemania protestante. Su padre, Joseph, desempeñaba, además, el cargo de comisario de la gendarmería e hizo asimismo de profesor de su hijo, lo que con seguridad marcó el carácter tímido y retraído del futuro papa. En la familia fue clave el papel de la madre, Maria Peintner, y sus hermanos, Georg y Maria. En 1938 se fue al seminario, donde en 1941 fue obligado a inscribirse en las Juventudes Hitlerianas, hasta el punto de que en 1943 tuvo que combatir en la Segunda Guerra Mundial como integrante de una unidad antiaérea (Ratzinger, 1977: 21-42). Finalizada la guerra, prosiguió sus estudios de filosofía y de teología en el ateneo de Munich y en la Escuela Superior de Freising, hasta que en junio de 1951 fue ordenado finalmente sacerdote (Vatican News, 2022). Los dos años siguientes los ocuparía en preparar la tesis de doctorado, un ensayo sobre san Agustín que fue calificado con un cum laude. En 1957 inició su periplo como profesor de teología dogmática en el seminario de Freising, hasta que dos años después sería nombrado catedrático de la Universidad de Bonn (1959-1963).

Después pasó a la de Münster (1963-1966), y de 1966 a 1969 ocupó la prestigiosa cátedra de Tübingen, donde coincidió con Hans Küng, que se convertiría en el teólogo más admirado y seguido por los jóvenes curas progresistas que habían depositado su esperanza y confiado su futuro en los aires de apertura del Concilio Vaticano II, convocado por el papa san Juan XXIII en el año 1962 y culminado por su sucesor, san Pablo VI, en 1965. Ratzinger se convirtió en uno de los teólogos de referencia del Concilio Vaticano II, junto con Hans Küng y Karl Rahner. A sus treinta y cinco años, el bávaro tenía ya un admirable bagaje como docente. Llegó a Roma como experto en pleno debate sobre la libertad religiosa, una de las temáticas que cerraron el llamado Concilio del aggiornamento de todos los temas de la Iglesia (Biografías y Vida, 2023), (FERNÁNDEZ y TAMARO, 2004). Su nombre se hizo famoso en el entorno eclesiástico y en el de los laicos cultos, hasta el punto de que salió del Concilio convertido en una estrella. Tras los acontecimientos del mayo francés de 1968, los aires de cambio y de libertad le llevó a ser un aguerrido defensor de la fe frente al marxismo, el liberalismo y el ateísmo. Al regresar de Roma ocupó de nuevo su cátedra de Tübingen hasta 1969, año en que ganó por oposición la cátedra de Ratisbona, donde de nuevo siguió deslumbrando a Pablo VI, quien leyó las diversas obras que Ratzinger escribió sobre los trabajos del Concilio, un compendio, en definitiva, de sus lecciones universitarias: (Ratzinger, 1969). El 25 de marzo de 1977, el papa san Pablo VI lo nombró arzobispo de Munich y Frisinga. El 27 de junio del mismo año, lo elevo al cardenalato (Vatican News, 2022). En el año 1981, san Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que sustituía a la Sagrada Congregación Santo Oficio (EITB, 2023). En 1984, después de haberse enfrentado de nuevo con Küng, a quien había apartado de su cátedra de Tübingen en 1979, Ratzinger se posicionó contra la llamada Teología de la Liberación (Biografías y Vida, 2023), (FERNÁNDEZ y TAMARO, 2004) con el documento Instrucción de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación. Los pensadores de ese movimiento fueron apartados de la docencia o simplemente decidieron alejarse de esta doctrina, como Leonardo Boff (Leonardo Boff es un teólogo, exreligioso y sacerdote franciscano, filósofo, escritor, profesor y ecologista brasileño, cercano a la Teología de la Liberación (BOFF, 1978) o Gustavo Gutiérrez, filósofo y teólogo peruano, ordenado sacerdote en 1959 y dominico desde 2001, uno de los principales representantes de la corriente teológica denominada teología latinoamericana de la liberación, una de las más influyentes del siglo XX (GUTIÉRREZ, 1975: 15). Con setenta y ocho años, fue elegido 265º Vicario de Cristo el 19 de abril de 2005. Con el nombre de Benedicto XVI sucedía a san Juan Pablo II, que había fallecido el 2 de abril, tras veintiséis años de pontificado. Fue elegido rápidamente, en dos días. Apareció en la loggia central de la Basílica, manifestando ser “un humilde servidor de la viña del Señor”, el primero elegido en el siglo XXI (EITB, 2023). Se distinguió por mantener la ortodoxia de la doctrina católica; extendió la influencia de la comunidad cristiana, no solo con los viajes realizados sino más bien por la solidez de sus escritos, el anuncio del Evangelio dirigido a las élites intelectuales, culturales y políticas (Biografías y Vida, 2023), (FERNÁNDEZ y TAMARO, 2004). El 11 de febrero de 2013 Benedicto XVI anunció su renuncia al pontificado, siendo efectiva el 28 de febrero, con una humildad desconcertante (bajo el argumento de que “para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio es necesario el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que en los últimos meses ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”). Su intelectualidad es suma (BLANCO, 2005).

Poseía numerosos doctorados “Honoris causa”: entre ellos, por el College of St. Thomas in St. Paul (Minnesota, Estados Unidos), en 1984; por la Universidad católica de Eichstätt (Alemania) en 1985; por la Universidad católica de Lima (Perú), en 1986; por la Universidad católica de Lublin (Polonia), en 1988; por la Universidad de Navarra (Pamplona, España), en 1998; por la Libre Universidad María Santísima Asunta (LUMSA) Roma, en 1999; por la Facultad de Teología de la Universidad de Wroclaw (Polonia), en 2000 (Vatican News, 2022). Su formación académica inicial fue el año 1953 cuando se doctoró en Teología con la tesis: “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia de san Agustín”. Cuatro años más tarde, bajo la dirección del conocido profesor de teología fundamental Gottlieb Söhngen, obtuvo la habilitación para la enseñanza con una disertación sobre: “La teología de la historia de san Buenaventura”. Un hombre gastado al servicio de la Iglesia (BLANCO, 2019). Un conflicto abierto será la visita a la universidad de Ratisbona. El ella tuvo el 12 de septiembre de 2006 un discurso magnífico. El teólogo bávaro vuelve a Ratisbona, esta vez ya como papa. Sentía la necesidad de llevar a cabo ese discurso uniendo recuerdos y actualidad. La esencia de su vivencia teológica encarnada en él brotaba en palabras que relacionaban fe y razón. La razón serviría para evitar tiranías y eran útiles para la política y la democracia. Este discurso es el ejemplo de una larga serie de ellos (BLANCO, 2007: 767-782). Las palabras pronunciadas en la ciudad bávara suscitarán respuesta en todo el mundo y de todo signo. Por eso, siempre, “un hombre de conciencia es el que al, precio de renunciar a la verdad, nunca compra el estar de acuerdo, el bienestar, el éxito, la consideración social y la aprobación de la opinión dominante” (BENEDICTO XVI, 2010: 22).

 

3. En el fallecimiento del Santo Padre o de renuncia.

Tras la muerte del Romano Pontífice o ante su renuncia, la administración de la Iglesia católica, la potestad de gobierno pasa a manos del cardenal camarlengo, que debe asumir la administración de todos los bienes de la Sede Apostólica, auxiliado por tres purpurados asistentes. Igualmente, se debe encargar de confirmar, tras haber sido informado por el prefecto de la Casa Pontificia, del óbito del papa y firmar el acta de deceso. Es preciso, en ambos casos, muerte o renuncia, se proceda de inmediato a sellar los apartamentos pontificios, deberá tomar posesión de los Palacios Apostólicos del Vaticano, Lateranense y Castelgandolfo. Al fallecimiento o renuncia del Santo Padre, cesan todos los cargos de la Santa Sede, cardenales prefectos de los dicasterios y el secretario de Estado. Solo quedan en vigor, el cardenal Camarlengo, el Penitenciario Mayor y el Vicario para la diócesis de Roma. El papa emérito Benedicto XVI (SÁNCHEZ LEÓN, 2023) se debilitó y falleció en Roma a las 9.34 h. del sábado 31 de diciembre de 2022 a los 95 años en la residencia “Mater Ecclesiae”, monasterio sito en la Ciudad del Vaticano, donde residía tras su renuncia en 2013. El 28 de febrero de 2013 renunció al papado asumiendo el título de papa emérito, con la intención de dedicarse a la oración y al retiro espiritual.​ Su renuncia fue anunciada por él mismo días antes, el 11 de febrero, en una decisión excepcional en la Historia de la Iglesia. Residió en el Palacio de Castelgandolfo un par de meses, tiempo en el que se acondicionó, el monasterio Mater Ecclesiae. Siempre fue atendido por su secretario particular, que era prefecto de la Casa Pontificia y cuatro miembros femeninos memores domini de Comunión y Liberación. La Iglesia católica se enfrentaba aquel 11 de febrero y definitivamente el día 28 del mismo, ante un hecho insólito. La renuncia al ejercicio del ministerio petrino. Las caras de sorpresa de los cardenales que habían acudido a la sesión ordinaria de audiencias en la Sala Clementina para escuchar los informes sobre tres causas de canonización no podían sospechar la noticia que se les venía encima.

 

4. Etapas para el velatorio y exposición pública.

Los restos del papa emérito Benedicto XVI quedaron como capilla ardiente en el Mater Ecclesiae desde el mismo 31 de diciembre hasta la madrugada del lunes 2 de enero.

Siendo velado de manera privada, sin tener ni visitas oficiales ni oraciones de carácter público. El día 2, a partir de las 9 de la mañana, el cuerpo pasó a la Basílica de san Pedro, donde quedaría a la vista de todos, sobre un sencillo catafalco, revestido de terciopelo rojo con dos almohadillas, con una casulla roja, llevando sus manos entrelazadas un rosario, sin cruz pectoral y sin palio. No lleva el anillo del pescador que usó durante el pontificado, destruido en 2013 cuando renunció al papado, portando el de obispo, ni tampoco el báculo, signos de la potestad de gobierno sobre una jurisdicción. En la cabeza una simple mitra blanca adornada, para la visita de todas las personas que quisieran acercarse a rendirle el último homenaje. Estuvo abierta desde las 9,00 a las 19,00 hs; el día 3 y 4 lo hizo desde las 7,00 a las 19,00 hs. Durante todo este tiempo pasaron por el baldaquino de Bernini, según los datos ofrecidos por la oficina de prensa de la Santa Sede, serían más de 160.000 personas (EuropaPress, 2023) las que acudieron a despedirse del papa Benedicto XVI (MIRES, 2006, 49-61).

 

5. Aspectos del Ceremonial en el funeral oficial.

La celebración del funeral se celebró en el atrio de la Basílica en la Plaza san Pedro el jueves día 5 de enero a las 9,30. El campanone de la Basílica vaticana, situado encima del Arco de las campanas, tañía a toque de difuntos. Dicho Arco es una de las puertas de acceso a la Ciudad, junto con la de Santa Ana y el Portón de Bronce. El funeral, aunque presidido por el papa Francisco, ofició la Eucaristía, Giovanni Battista Re, decano del Colegio cardenalicio. Así, el funeral, aunque oficialmente no era de Estado, porque no era un papa reinante, sino emérito, siguió los mismos pasos previstos a la muerte de cualquier Pontífice. Se llevó adelante con los ritos establecidos por el Ordo exequiarum Romani Pontificis (Oficina de la Celebraciones litúrgicas, 2000), tal como está previsto en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de 1996 (JUAN PABLO II, 1996: 305-343), teniendo en cuenta algunos cambios. Los restos mortales del difunto papa emérito Benedicto XVI, fueron colocados previamente en un ataúd, en otros dos féretros, conteniéndose unos a otros; el primero es de madera de ciprés y va forrado con terciopelo carmesí, el segundo es de zinc sellado y el último, el visible, de madera de roble. Ubi Petrus, ibi ecclesia, Donde está Pedro, allí está la Iglesia (Madrid-Malo, 2005: 288-290).

Por otra parte, en el ataúd fueron introducidas algunas monedas acuñadas durante su Pontificado, la mitra vaticana y el rogito (es un cilindro de metal donde va guardada el acta que recoge la vida y la obra de Benedicto XVI), un documento escrito en latín sobre la vida del difunto papa que fue leído durante la ceremonia y se colocó dentro de un cilindro de plomo. Fue cubierta la cara con un pañuelo de seda blanco. Además, la comitiva con el féretro en el que reposan los restos del papa alemán salió unos 40 minutos antes de la Basílica, donde habían estado expuestos desde el día 2 de enero, mientras los asistentes rezaban el Rosario. Fueron depositados en el suelo sobre una alfombra, en una sencilla tarima de madera, que equilibraba la pendiente de la Plaza y el solemne, impresionante y majestuoso Cirio Pascual, que representa la resurrección de Jesucristo y la luz radiante que alumbra a todo hombre que camina en las tinieblas (la oración dice así: Acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios… Te rogamos que este Cirio, consagrado a tu nombre, para destruir la oscuridad de esta noche”. Oración sobre el Cirio Pascual en la Vigilia del Sábado Santo), como en cualquier otra Misa de exequias de un cristiano.

A continuación, el papa Francisco, accedía al atrio en silla de ruedas, situándose al lado derecho del altar, dando comienzo el solemne funeral con la participación de los cardenales asistentes, los arzobispos, y obispos de la Curia romana, aparte de los que habían llegado de todo el mundo para dar su último adiós a Benedicto XVI. También los presbíteros y miembros de otras Iglesias, confesiones e incluso otros líderes de algunas religiones. Luego los representantes de las delegaciones oficiales, personal del cuerpo diplomático para terminar con la marea de romanos y extranjeros que se dieron cita en Roma. Acudieron como invitados las delegaciones oficiales las de Italia y Alemania; estuvieron por parte de Italia, el presidente de la República, Sergio Mattarella y la primera ministra Giorgia Meloni; por otra parte, de Alemania, nación natal del papa, su presidente, Frank-Walter Steinmeier el canciller alemán Olaf Scholz.

 

6. Protocolo de distribución de autoridades en la Plaza de san Pedro.

6.-1. Respecto a las autoridades eclesiásticas.

Asistieron al funeral unas cincuenta mil personas. En total 120 cardenales, 400 arzobispos y obispos y más de 4000 presbíteros. Entre otros se encontraban los ortodoxos del patriarcado de Constantinopla, Moscú, Rumanía, Bulgaria y Georgia, Chipre, del patriarcado copto-ortodoxo, de la Iglesia apostólica de Armenia, de la Iglesia siria de Malankara, de la Iglesia Veterocatólica de Utrecht, anglicanos, metodistas, luteranos, evangélicos y del Consejo Ecuménico de las Iglesias (formaba una gran comitiva el conjunto de representantes eclesiales en el funeral y posterior entierro. La solemnidad no se perdió en ningún momento más allá de la sobriedad del acto).

La disposición de estos, van situados en el lado derecho del altar, nave del Evangelio, según miramos de frente a la Basílica, desde la Plaza de san Pedro el lado izquierdo. De izquierda a derecha y de adelante hacia atrás, las primeras filas están reservadas a los cardenales de la Curia y de las diferentes iglesias de los diversos países; miembros de la Curia romana, arzobispos y obispos de la diferentes diócesis del mundo; después se sitúan los presbíteros. Todos revestidos de pontifical, según los grados del ministerio: diáconos, presbíteros y obispos. Arzobispos y obispos, según sean representantes de un obispado o arzobispado, con el conjunto de las diócesis sufragáneas correspondientes. Después los cardenales según su propio orden: pueden ser cardenales diáconos, presbíteros y obispos.

Entre los españoles destacaban el presidente de la Conferencia Episcopal española, cardenal Juan José Omella, Omella; el vicepresidente, cardenal Carlos Osoro Sierra, y el secretario general de la misma Francisco César García Magán, obispo auxiliar de Toledo. Abarrotaba la Plaza miles de laicos esparcidos por la gran columnata de Bernini. Igualmente asistieron el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, o el cardenal arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares Llovera, el cardenal arzobispo emérito de Valladolid, Ricardo Blázquez, el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde Espinal, y el arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga Irizubieta (El Debate, 2023), así como innumerables sacerdotes y religiosos que también se personaron en Roma para despedirse del papa emérito Benedicto XVI.

 

6.-2. Respecto a las autoridades civiles.

Acudió por parte española, la reina emérita, doña Sofía de Grecia y Dinamarca, en representación de la corona española; de otra parte, la acompañó el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños García, en nombre del ejecutivo nacional; por último, la embajadora de España cerca de la Santa Sede, doña Isabel Celaá Diéguez. La reina Sofía estuvo junto a los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde, los presidentes de Portugal y Polonia, Marcelo Rebelo de Sousa y Andrzej Duda, como altos dignatarios, a título personal, acudieron al funeral y las exequias junto a otros nueve jefes de Estado y cuatro primeros ministros, todos de rigurosa etiqueta, Solo se permitió como delegaciones oficiales las de Italia y Alemania. A excepción de las delegaciones oficiales invitadas: Alemania e Italia, todos los reyes o estadistas que fueron lo hicieron a título personal, como indicaron las fuentes de la Santa Sede. Hay que recordar que no era un funeral de Estado, al ser un papa emérito; cuerpo diplomático acreditado ante la Sede Apostólica por orden de antigüedad en la presentación de las cartas credenciales. El idioma oficial es el latín para la liturgia y el francés para el protocolo oficial (el idioma francés ha sido el utilizado por la diplomacia como instrumento de conversación y trabajo desde las primeras convenciones y congresos internacionales. La Santa Sede lo adoptó como idioma diplomático para sus relaciones internacionales).

La disposición de estos, van situados en el lado izquierdo del altar, nave del Epístola, según miramos de frente a la Basílica, desde la Plaza de san Pedro el lado derecho. De izquierda a derecha y de adelante hacia atrás, las primeras filas están reservadas a los representantes de las casas reinantes, junto presidentes y jefes de gobierno; después se acomodan las casas reales no reinantes, miembros de los gobiernos invitados y representantes diplomáticos y tras ellos, el personal asignado a las embajadas. Además, se situarán con cada persona, las parejas respectivas. La etiqueta para estos casos, son trajes de uniforme o traje de color negro u obscuro para los caballeros. Para las señoras, traje de chaqueta corto negro y si es costumbre la mantilla. Lamentablemente nuestra embajadora no llevó la indumentaria correspondiente de riguroso negro ni en la capilla ardiente, ni en el funeral, ni tampoco en la recepción ofrecida en la embajada de España cerca de la Santa Sede, a los cardenales y obispos presentes en Roma (El Debate, 2023). No aparece lo más adecuado saltarse en protocolo previsto para estos acontecimientos, más cuando se detenta una alta responsabilidad. También existen toda una serie de normas establecidas (Poyo, 2021) para aquellas personas que accedan a cualquiera de los eventos que se desarrollan, dentro de la muralla de la ciudad Leonina, sede de la Ciudad del Vaticano (Tickets & Tour, s.f.), por educación y deferencia a un entorno religioso. Cada religión posee su ceremonial y protocolo propio; además, de sus propias normas de saber estar de los fieles, sean creyentes o no.

 

7. Diferencias con respecto a otros pontificados.

El funeral del papa emérito Benedicto XVI no ha llegado a las proporciones del papa Juan Pablo II. San Juan Pablo II fue un viajero impertérrito que evangelizó a través de los encuentros y desplazamientos tanto dentro de Italia como por el resto del mundo. Las comparaciones son siempre odiosas, pero en ese caso si se hacen hay que contar con ciertas variables para no inducir a error al lector. El Papa Juan Pablo ha tenido un pontificado de 27 años, frente a los solo 8 años de Benedicto XVI, sus casi diez años de emérito superan a los de su pontificado. El Papa Juan Pablo II realizó 104 viajes. Benedicto XVI solo 24, pero no puede ignorarse las multitudes que ha congregado en sus viajes y restarle importancia. En todo caso sirva la comparación más bien como admiración, pues después de 10 años de vida oculta, sin ninguna repercusión en la Iglesia y sin tratarse de funeral de Estado, Benedicto XVI fue capaz en muerte de atraer a miles de fieles, consagrados y personalidades civiles a su funeral. Un hecho sin parangón en la historia de la Iglesia.

Fue muy carismático y supo atraer al público como si estuviese en una gran obra de teatro mundial. En cambio, Benedicto XVI fue un hombre intelectual (BLANCO SARTO, 2012), un trabajador desde el estudio de gabinete y, por supuesto, desde el estudio y la reflexión teológica, con un gran impresionante bagaje espiritual (Honhemberger, 2021) y cultural (Cantos Aparicio, 2015). No atrajo a las masas ni tampoco arrastró a los más jóvenes, aunque la JMJ (VV. AA, 2011) de Madrid fue un baño de masas.

Al final de la celebración eucarística tuvo lugar la Commendatio o última recomendación y la Valedictio o última despedida, como en cualquier Misa de exequias. El ataúd del Sumo Pontífice emérito fue llevado de nuevo a la Basílica de san Pedro y más tarde se bajó a la hornacina de las Grutas vaticanas de la Basílica para su entierro, en el mismo lugar que estuvo previamente san Juan Pablo II. Los funerales de Benedicto XVI (El Debate, 2022) han sido prácticamente iguales al resto de los pontífices, con los ritos y la veneración acostumbrada en la Iglesia para todos los sucesores del apóstol Pedro (Pelayo Alfonso, 2023).

Entre las diferencias se encuentran que no hubo las súplicas finales, tanto de la Iglesia romana ni de las Iglesias orientales, pues son características del funeral de un papa reinante (Cardiel, 2023). Tampoco existió la procesión por la Plaza de san Pedro como en otras ocasiones. El funeral, por indicación de Joseph Ratzinger fue sobrio, sencillo y solemne (BBC, 2023). Igualmente, tras la sepultura no se declararán los novendiales, es decir el período de nueve días de luto que sigue a cada fallecimiento de un papa en ejercicio del ministerio petrino. Tampoco se han izado las banderas del Sede Apostólica a media asta debido al luto oficial, porque no se ha declarado en ningún momento al no ser jefe del Estado.

Por primera vez no se produce la Sede Vacante. Por esta razón no se anuncia la convocatoria de todos los cardenales a Roma, ni tampoco el cónclave característico a la muerte del Santo Padre. En este caso Benedicto XVI no lleva el palio, al ser emérito. Se trata de un distintivo a modo de vestidura litúrgica. Es una banda de lana blanca cosida en forma circular y que se coloca sobre los hombros del papa y los arzobispos (Martí Bonet, 2008).

Posee dos tiras que caen sobre el pecho y la espalda y está adornada con seis cruces rojas o negras (son seis cruces rojas o negras. Las rojas para el papa y las negras para los arzobispos). Fue más tarde introducido en el féretro, como en los casos de los arzobispos ya dimisionarios. Los antiguos portadores de la Silla gestatoria, los sediarios o palafreneros han sido los encargados de trasladar a Benedicto XVI, desde el monasterio Mater Ecclesiae hasta la Basílica vaticana, la capilla ardiente, en el funeral y el entierro.

 

8. A modo de balance.

El papa de la renuncia y así lo expresaba el 11 de febrero de 2013:Queridísimos hermanos: Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de san Pedro quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mí respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria” (Benedicto XVI, 2013: 239-240).

Un pontificado relativamente corto, con una clave fundamental: la renuncia al ejercicio del ministerio petrino. Fue la noticia sin precedentes aquella mañana del 11 de febrero de 2013. Anteriormente lo habían hecho otros. Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger llegó a ser conocido por llamar al orden a teólogos que se apartaban de la doctrina oficial de la Iglesia. Además, fue el responsable de una de las reformas internas más importantes de la Sede Apostólica. Estableció que todos los casos de abusos sexuales en la Iglesia fueran enviados a su Congregación para ser examinados. Ese cambio en 2001 fue la respuesta a la creciente evidencia de que los obispos trasladaban de un lugar a otro a aquellos presbíteros que abusaban, en lugar de amonestarlos. Benedicto XVI hizo también la aproximación al mundo judío. Una de las medidas más claras y significativas fue la exoneración del pueblo judío por la muerte de Jesús. Estuvo en el campo de concentración de Auschwitz y el viaje a Israel dentro de la peregrinación a Tierra Santa. Intentó aproximarse al mundo musulmán, sacándose de contexto, su gran discurso en la universidad de Ratisbona de 2006, en el encuentro con el mundo de la cultura, que es digno de leerse por su gran profundidad, enfoque y argumentación. Aquí no podemos desarrollarlo con todo detalle. Me quedaría con tres ejes de su pensamiento: el diálogo fe-razón, fe-cultura y fe-política. Hombre brillante, dialogante, sistemático, de profundidad teológica, académico, envuelto en su espiritualidad, sencillez, humildad que se entroncaba en la centralidad del misterio-anuncio de Dios-Amor: Jesucristo nacido de María.

 

9. Conclusión

En primer lugar, es la primera vez que un funeral de un papa fallecido es presidido por otro. Así, con normalidad los funerales siempre eran presididos por el cardenal Camarlengo (Bouix, 1880, 444 y ss.) de la Iglesia católica. Actualmente es el cardenal Kevin Joseph Farrell, desde el 14 de febrero de 2019. Es prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y queda encargado a la muerte de papa de la administración de los bienes y derechos de la Santa Sede, durante la Sede Vacante (Aguilar Valdes, 2013) y da fe del fallecimiento del Santo Padre (Humphrey, 1899: 359-360). En esta ocasión, Benedicto XVI había renunciado al ejercicio del ministerio petrino aquel 11 de febrero de 2013, casi diez años antes de su muerte, estando sentado en la cátedra de san Pedro, el papa Francisco (Francisco, 2023). Muchas personas habrían manifestado que podría servir de ayuda, la postura de Pío VII, que en febrero de 1802 decidió trasladar a Roma los restos mortales de Pío VI (Collins, 2004), que había muerto en el exilio, en Francia en 1800. Celebrada una Misa en san Pedro, en la que se encontraba presente el papa reinante, ya se le había celebrado otro funeral tras su fallecimiento en la ciudad de Valence donde murió. No era la misma situación.

En segundo lugar, no habrá elección de nuevo Santo Padre. Desde la renuncia efectiva el 28 de febrero de 2013, convocado el Cónclave, dio como resultado la elección de Francisco, es decir del cardenal Jorge Bergoglio como el nuevo obispo de Roma. Por tanto, los cardenales ya no se reunirán en la Capilla Sixtina para llevar adelante el famoso Cum clavis, que da paso a la elección, bajo llave. La situación vivida da pie a pensar que en lo sucesivo se pueda dar de nuevo un episodio de estas características. De hecho, ya el papa Francisco anunció que tenía firmada y entregada la carta de renuncia, en el caso de que, en una situación adversa, sufriera una discapacidad por razones médicas (La carta fue entregada al cardenal Tarsicio Bertone en 2013, cuando era secretario de Estado, firmada por Francisco).

En tercer lugar, no hay destrucción del anillo del pescador, puesto que fue rallado, marcado con una cruz y anulado en el momento de la renuncia de Benedicto XVI, en febrero de 2013. Tras la elección de un papa, aparte de la fumata bianca, que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina, los elementos del pontificado son la sotana blanca, la férula o báculo papal y el llamado anillo del pescador, el palio y los zapatos de color burdeos o rojizos. Lo que sí sabemos es que Benedicto se le concedió vestir con una sotana blanca sin esclavina, para indicar su posición de papa emérito que llevó siempre hasta su deceso. Lo que establece el protocolo es que se llama al difunto tres veces por su nombre de pila, Joseph, tradicionalmente con un martillo de plata (POZA, 2008); si no contesta se procede a dar parte de la muerte. En este caso no se ha dicho si se siguió dicho proceso.

En cuarto lugar, la ausencia del palio papal y el báculo (anillo, palio y báculo representan la potestad del ejercicio del ministerio petrino del sucesor de Pedro) que tampoco lo lleva consigo, porque manifiestan esa potestad de gobierno y jurisdicción. Ya no tenía ninguna de ellas. Muchos plantearon que fuese revestido no como papa sino simplemente como un obispo dimisionario al uso. La Curia manifestó diversas opiniones. De hecho, para algunos curiales no parecía conveniente que fuese revestido de pontifical. Al final ha llevado la casulla de color rojo como corresponde a un papa. A no portar el báculo, lleva un rosario. Al no ser reinante, no podía llevar los símbolos que manifiestan dicho poder en el seno de la Iglesia católica.

En quinto lugar, la ausencia de los zapatos burdeos o rojos (Gänswein, 2007). Benedicto calza unos zapatos negros. El color rojo se debe a una tradición del Imperio bizantino, donde dicha tonalidad representaba el poder imperial, por lo que solo lo llevaban el emperador y su mujer y el Santo Padre como representante del poder espiritual. El simbolismo cristiano es la sangre derramada por los mártires que dieron su vida por Cristo. De ahí viene el color púrpura de los cardenales en su vestimenta coral y litúrgica y demás indumentaria clerical (Bailey, 2013: 22-25). Esta realidad ha tenido cambios a través de la historia. Lo utilizaron Inocencio V (1276) y san Juan Pablo II (1978-2005), entre otros.

En sexto lugar, ya no aparece la famosa tiara. En principio era una especie de gorro frigio llamado frigium. En sus orígenes del Medievo era un aro de lino y oro que fue evolucionando hacia lo que llamaríamos una corona de metal. A partir del siglo XIII, ya son dos coronas superpuestas argumentando que el Vicario de Cristo y representante de Dios, estaba por encima de los reyes y reinos de la tierra. La tercera aparece en Avignon, manifestando la triple autoridad del pontificado: pastor universal, corona superior; juez universal, corona media y poder temporal, la inferior. En ocasiones recoge el sentido de que el Romano Pontífice es padre de reyes y príncipes, gobernador del mundo y Vicario de Cristo (esta interpretación es la más acorde con las palabras que se le decían al papa cuando se le imponía la mitra al inicio de su pontificado: “Accipe tiaram tribus coronis ornatam, et scias te esse patrem principum et regum, rectorem orbis in terra vicarium Salvatoris nostri Iesu Christi, cui est honor et gloria in saecula saeculorum”, que puede traducirse como: “Recibe la tiara ornada de tres coronas, para que sepas que eres el padre de los príncipes y de los reyes, rector del Orbe, y vicario en la tierra de Nuestro Salvador Jesucristo, de quien es la gloria, por los siglos de los siglos”. (Zaccaria, 1824: 91). Son muchos los significados que se le atribuyen (la triple corona simbolizaba la soberanía papal sobre los Estados Pontificios, la supremacía sobre el poder temporal y la autoridad moral sobre la humanidad. Aunque las dos últimas se mantienen, se entiende que ahora la tiara representa otros tres valores: el orden sagrado, la jurisdicción y el magisterio de la Santa Sede. Aparece en documentos oficiales y en inscripciones, con dos llaves cruzadas que refieren a las del cielo, que Cristo diese a san Pedro). Los papas han tenido su tiara (en mayo de 2011 un grupo de fieles encabezados por el empresario alemán Dieter Philippi, le regalaron al papa Benedicto XVI una tiara, aunque nunca llegó a usarla ), o Triregum; ya sin uso en el ceremonial pontificio (Salmon, 2006: 29-43) o romano (recogido por Clemente VIII (1592-1605) en la “Bula Ex quo in Ecclesia Dei”, de 20 de febrero de 1596, en Magnum Bullarium Romanum Clemente VIII vsque ad Gregorium XV, Tomvs Tertius, editado por Petri Borde et Laurentii Arnaud, Lyon, 1673, pp. 51-52). Por eso, son bastantes los aspectos que hacen diferente el proceso de los ritos, ceremonias y protocolos para en el caso del fallecimiento de cualquier Santo Padre, que para el papa emérito Benedicto XVI, por no ser un Romano Pontífice en plenitud de sus funciones como Vicario del Redentor o papa reinante. Los restos de Benedicto XVI descansarán en su última morada donde fue sepultado san Juan Pablo II en 2005. La cripta se encuentra ubicada debajo de la Basílica de san Pedro y está dedicada especialmente a los pontífices. Contará con una sencilla lápida de mármol en color blanco con su nombre y la inscripción de los años de su pontificado en latín. Finaliza un pontificado que ha durado del 19 de abril de 2005 al 28 de febrero de 2013. Ha sido emérito hasta el 31 de diciembre de 2022.

En séptimo lugar, la realidad de una renuncia (Gigliotti, V., “I tre corpi del papa” en L´Osservatore Romano (28-02-2014) p. 5) al ejercicio del ministerio petrino, no visto desde muchos siglos anteriores. La lista de los que abdican, como tal monarquía, electiva y absoluta fueron los papas siguientes en la historia de la Iglesia: Clemente (101); Ponciano (230-235); Eusebio (309); Juan I (523-526); Silverio (535-537); Juan III (561-574); Martín I (649-655); Constantino II (767); Juan VIII (872-882); Esteban VI (896-897); León V (903); Cristóbal (903); Juan X (914-928); Esteban VII (929-931); Juan XI (931-935); Benedicto V (964); Benedicto VI (973-974); Juan XIV (983-984); Benedicto IX (1033-1045); Gregorio VI (1045-1046); Benedicto XI (1058-1059); Celestino V (1294) (ingresó, en 1232, como monje benedictino en el monasterio de Santa María in Faifoli situado en la diócesis de Benevento, donde mostró una extraordinaria predisposición al ascetismo que le llevó, en 1239, a hacerse eremita, en una cueva situada en el monte Morrone, donde permanecería durante cinco años); Gregorio XII (1406-1414), en uno de los mayores cismas de la Iglesia católica, de hecho, el siguiente Martín V no fue elegido hasta que Gregorio XII no murió, en 1417 y Benedicto XVI (2005-2013, +2022) (de las Heras Muela, 2023).

Sin duda, Benedicto XVI ha sido un hombre de paz, más allá de las polémicas incitadas por determinados sectores adversos tanto a su persona como a la Iglesia, y vivió tiempos de guerra (Collins, 2006: 15-20). Las palabras de Benedicto son claras, explicitas y sinceras, reflejo de su humildad (González de Cardedal, O., “Los vuelcos en la Iglesia de Ratzinger a Bergoglio”, en Veritas, 30, 2014, 129-161) y su profundidad teológica, escritas y pronunciadas en latín para una mayor precisión del lenguaje: Ad cognitionem certam perveni vires meas ingravescente aetate non iam aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum. En español: Después de haber examinado repetidamente mi conciencia ante Dios, llegué a la certeza de que mis fuerzas, debido a una edad avanzada, ya no son aptas para un adecuado ejercicio del ministerio petrino”, explicó Ratzinger en un comunicado las razones de su decisión (Ossola, C., “Rinuncia e annuncio” en L´Osservatore Romano (28-02-2014), p. 5). En él, se mantuvo un magisterio luminoso, en un tiempo, como el actual, de ausencia en cultura crítica (Sánchez León, 2023). Una sabiduría que emanaba de su sencillez y humildad. En palabras del papa Francisco, siempre amables con el papa emérito, entre otras muchas están las siguientes: Benedicto XVI: un gran papa”. Era el 27 de octubre de 2014 y se inauguraba en la Academia de Ciencias un busto en honor de Benedicto XVI. En su discurso, Jorge Mario Bergoglio recuerda a su predecesor con estas palabras[2].

 

En octavo lugar, cada pontífice es hijo de su tiempo y de su propia historia. Joseph tuvo siempre presente la familia, su infancia, su Baviera natal, el seminario, el nazismo, la guerra, sus estudios de teología, su incipiente ministerio, sus actividades pastorales con jóvenes y en parroquias, sus esfuerzos intelectuales, sus problemas con grandes maestros de la teología, el Concilio Vaticano II, el deslumbramiento que produjo en muchos su nivel teológico, las clases de dogmática, las tensiones postconciliares, los caminos que toma el mundo católico, su consagración episcopal, su ministerio en Munich, los enfrentamientos con los heterodoxos, su presencia en Roma al servicio del pontificado de san Juan Pablo II, su famoso informe, los problemas con el marxismo infiltrado en la Iglesia, los últimos años del papa polaco, los escándalos que ya aparecen en el horizonte, su misma elección pontificia, ser un papa incómodo para los poderes del mundo y los sectores más secularizados de la Iglesia, los escándalos a los que enfrentó con valentía, las traiciones, la renuncia, la tristeza de su marcha, su retiro en ofrecimiento por la Iglesia,… son aquellos aspectos que se van descubriendo; un hombre de grandes cualidades humanas, que fue aprendiendo a vivir en libertad, renunciando siempre a su voluntad, para ser reconocido por todos como un humilde trabajador en la viña del Señor, palabras con las que él se presentó al mundo aquel 19 de abril de 2005 desde la loggia central de la Basílica de san Pedro tras ser elegido (Seewald, 2020).

De ahí que la vida, el amor, la verdad, la teología, fuesen los paradigmas que definen el pensamiento de Joseph Ratzinger, ahora fallecido, el papa emérito Benedicto XVI. En él, la vida se plasma con la búsqueda de la verdad y del amor que llevan de modo inevitable a Jesús de Nazaret. Esto es lo que sintió, estudió, analizó, profundizó y vivió intensamente durante toda su trayectoria de vida; belleza, autenticidad y bondad de la fe en Jesucristo.

En noveno lugar, los restos mortales del Santo Padre se encuentran, según las fotografías facilitadas por la oficina de prensa de la Santa Sede, sostenidas por dos almohadillas oscuras, a diferencia de su antecesor san Juan Pablo II, que al fallecer fue colocado con una combinación de tres. Esto se debe, aparte de la importancia del tres para el cristianismo, a que tres son los que corresponden a la triple corona papal, la famosa tiara del papa. Dado que Benedicto XVI no murió siendo el Romano Pontífice reinante solo le corresponden dos. Los mensajes se orientan mediante las imágenes que percibimos por nuestros sentidos. Muchos de los aspectos del protocolo y ceremonial vaticano son muy sutiles y a veces casi inapreciables para un observador común.

Fue el primero en luchar con gran firmeza y voluntad contra los delitos que habían sido cometidos por miembros del clero, contra menores, personas vulnerables, haciendo un llamamiento a la Iglesia para su conversión, la oración, la penitencia y la purificación. Así se recoge en el documento que resumía su vida, incluyendo los ocho años siendo el Pontífice reinante y los diez como papa emérito. Agotó aquel consenso que lo llevó al pontificado con sus duras campañas contra la corrupción financiera y la pederastia. Frente a este tema, después de haber pedido perdón a las víctimas de abusos sexuales por los errores bajo su responsabilidad ha manifestado su profunda vergüenza y gran dolor:[3]. Mayor humildad y sencillez de corazón no puede existir junto con una fuerte convicción de fe en el Señor resucitado, juez y abogado (Benedicto XVI, La Iglesia y los abusos sexuales (Aciprensa, 2019).

 

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[1] Enrique Somavilla Rodríguez, OSA, es doctor en Teología Dogmática, Derecho Civil y Ciencias Económicas y Empresariales; licenciado en Teología Sistemática, máster en Doctrina Social de la Iglesia; máster en Relaciones Internacionales y Protocolo, máster en Derecho de la Unión Europea; Diploma de Estudios Avanzados en Derecho (DEA). Es Profesor ordinario de Teología en el Centro Teológico San Agustín (afiliado a la Pontificia Universidad de Salamanca), donde imparte diversas asignaturas: Análisis Político y Económico; Sacramentos de Iniciación cristiana, Misterio de Dios, Cristología, Ecumenismo, Iglesias Orientales, Doctrina social de la Iglesia. Profesor de Teología cristiana de las religiones: relaciones interreligiosas y Teología de la Comunicación en el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid (Centro Agregado a la Facultad de Teología del Norte, sede de Burgos). En el Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, Centro Adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, es Rector y profesor de Derecho Eclesiástico del Estado. Es profesor Ordinario del CTSA y profesor Agregado de ETAV.

[2] : “Grande por la fuerza y penetración de su inteligencia, grande por su relevante aportación a la teología, grande por su amor a la Iglesia y a los seres humanos, grande por su virtud y religiosidad. Como vosotros bien lo sabéis, su amor a la verdad no se limita a la teología y a la filosofía, sino que se abre a las ciencias” (Francisco, “Discurso del Santo Padre con motivo de la inauguración de un busto en honor del papa Benedicto XVI”, en L´Osservatore Romano (27/28-10-2014) p. 8)

[3] Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida”. “Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo al mirar hacia atrás en mi larga vida, me alegro, sin embargo, porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido él mismo mis defectos y es, por tanto, como juez, también mi abogado (RTVE, 2023)